Coctelera

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¡Buen día, don Magino! Primero que todo, muchas felicidades para usted y todos sus seres queridos. Espero que la pasara bien en esta Nochebuena, en la cual, en muchos sitios, llegó a venderse la libra de pavo, horneado desde luego, a RD$180.00 y a 90 pesos una telera de esas que saben que huevo existió porque se lo oyen decir a los panaderos mientras las introducen en los hornos. Tengo para decirle que las ventas de los negocios fueron muy pero muy buenas, aunque propietarios aleguen lo contrario para ver si así enredan el sonriente Juan Hernández en Impuestos Internos. Tengo un amigo que, en un establecimiento comercial de mucha calidad vendió, solamente el día 23, la suma de seis millones de pesos y rondaba los cinco el día anterior. Un viejo amigo, en una tienda por departamentos, me dijo que jamás había visto ventas tan elevadas como la de este año en los muchos años que lleva laborando en el establecimiento. Y eso, Maginito, que los precios eran de los más que se yo. Los había algo baratos, los había razonables pero también se presentaban algunos por las nubes. ¡Qué bueno locazos somos, viejo charlatán!… Antes que lo pasemos por alto por cuestión de tiempo, buena pata para el director de Aduanas, Miguel Cocco, con el informe de la Cámara de Cuentas, cuando este organismo certifica que la compra por el Estado del edificio que aloja la Dirección General Recaudadora, en la Abraham Lincoln, fue muy correcta. El Estado comprometió mil millones de pesos por esa edificación ultramoderna y la Cámara no se anduvo con rodeos para decir que la operación no estuvo salpicada de irregularidad alguna… Otra cosa, viejito cariñoso: el par de carajetes que propinó patadas y golpes al vehículo de HOY para chulear al subdirector de la Autoridad Portuaria, hizo un flaco servicio a ese funcionario y al gobierno que «sirve». A los «perdona-vidas» les molestaba que no se diera vía franca a su protector durante la gira del presidente Leonel Fernández por el sur, cuando en realidad debió de ocurrir otra cosa: cero vehículo oficial en cuestiones políticas. Al menos, eso indica la prudencia, la economía y la decencia… «No beber es la mejor arma contra la resaca». Farmacia Mella… «Aquel que nunca ha bebido no sabe lo que se ha perdido». La mismita farmacia… Caro Magino, quizás el bullicio pre navideño provocó que mucha gente no se diera cuenta del fallecimiento del general retirado Marcos A. Rivera Cuesta. Le aclaro, por si acaso, que con el general Rivera Cuesta cultivé una buena amistad y siempre le consideré un hombre bueno, aunque desorientado en una época en que la desorientación estaba a la orden del día. Rivera Cuesta fue un oficial de carrera de línea. Llegó a la jefatura de Estado Mayor del Ejército y en esa posición le sorprendió el estallido de la revuelta popular del 24 de abril de 1965, que perseguía la reposición de Juan Bosch en el poder, derrocado el 25 de septiembre de 1963, tras siete meses de gobierno constitucional… Rivera Cuesta fue hecho prisionero, junto a otros oficiales, por el capitán Mario Peña Taveras, cumpliendo órdenes del hoy general retirado –entonces coronel– Miguel Angel Hernando Ramírez, jefe del movimiento, en ausencia del coronel Rafael Tomás Fernández. El movimiento revolucionario se precipitó cuando el triunviro Donald J. Reid Cabral dio órdenes de arrestar a los oficiales que comandaban dicho movimiento. El resto es parte de la historia. Rivera Cuesta luego quedó en retiro. Ya civil, escribió muchos artículos para El Nacional y HOY. Se dedicó, esencialmente, a exponer juicios sobre lo que consideraba una reforma agraria. Mostraba marcada preocupación por el futuro del campo dominicano. El reía cuando le decía que, en materia agraria, estaba tan perdido como en materia militar en los duros días del Triunvirato. ¡Paz a los restos del viejo amigo, a quien siempre consideré un buen hombre!.

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