Coctelera

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Mi querido Maginito, ¿cómo esta usted? ¿Que no hay dinero? Es posible que esté concentrado en unas cuantas manos, pero ¿cuándo ha sido distinta esa vaina en esta pequeña y comparona República que construye un metro y patrocina la de una isla artificial aún cuando la misma estrangule parte de su bello y sucio malecón?… 

Mire, viejito vagabundo, no se por qué me viene a la mente eso de que por aquí en todo, y en política no podría haber una excepción, subestimamos situaciones y personajes. Despedimos al doctor Joaquín Balaguer con bombos y platillos, cuando el hábil político se plumeó a través de la Nunciatura al comenzar 1962. Y se pregonó que había terminado la carrera del hombre que bahía llegado a la presidencia títere, convertido luego en real, por orden del dictador Rafael L. Trujillo. Con la Unión Cívica a la cabeza, todos gritaban que era el fin de Balaguer. Solo Luis Amiama Tió, en el Consejo de Estado, afirmó que se deportaba “al próximo presidente de la República”. Los hechos le dieron la razón y Balaguer aprovechó cuantas coyunturas se presentaron para regresar y coger la ñoña durante más años que el carajo… Ahora mismo, Maginito, los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y Reformista Socialcristiano (PRSC) acaban de firmar un pacto con miras a las elecciones parciales del 2006. Uno de los hombres que más presionó para que ese acuerdo se hiciera, fue el dirigente reformista Amable Aristy Castro, secretario general de la Liga Municipal Dominicana (LMD), aquel que provocó que el hoy presidente del PRD, Ramón Alburquerque, pronunciara su “entren tó”, con un “San Antonio” al final, cuando se quería evitar que Aristy Castro se eligiera secretario de la LMD. Pero eso es parte de la historia, aunque vale recordar que contra viento y marea Aristy Castro ha permanecido en el cargo, con el respaldo de una mayoría absoluta de ayuntamientos controlados por el perredeísmo, a los cuales ha tratado muy bien “en todos los órdenes”….  Aristy Castro no oculta sus aspiraciones presidenciales. Y está presto a luchar por la candidatura en el PRSC. Allí aspira mucha gente, con legítimos derechos. Pero sólo uno ganará. Aristy Castro ha hecho un trabajo a nivel nacional. A lo mejor, Maginito, usted no le ve el carisma que cree necesario para llegar a la nominación presidencial. Pero, ¿se lo veía usted a Eduardo Estrella, quizás el candidato con menos rechazo en la historia democrática del país, logrado a base de su hombría de bien y de su honradez probada cuando pasó por cargos públicos en la administración Balaguer, donde había tanta podredumbre? Eduardo, sin embargo, probó que era digno hijo de Guarionex Estrella, un general que pasó por las Fuerzas Armadas con brillantez, que fue jefe de los ayudantes militares de Trujillo y que murió rodeado por el respeto de todos, aún de los más encarnizados antitrujillistas…  Naturalmente, Maginito, Aristy Castro no es un maní y sabe que no son flores lo que va a encontrar de aquí en adelante, ni en su partido ni en el perredeísmo, aún cuando tiene muy buenos cabos atados allí. Por eso quiere su senaduría, para desde esa poltrona negociar con posibilidades de éxito. Le recomendaría que no descartara a Amable de golpe y porrazo. No pase por alto, asimismo, que la senaduría no es una pendejadita, pues en el “proyecto nación” de que hablan los “unitarios”, está reunir el Consejo de la Magistratura. Y ese Consejo es el que designa la Suprema Corte, aún cuando está presidido ahora por el presidente Leonel Fernández. En el perredeísmo y en el mismo reformismo, hay mucho interés en que se operen algunos cambios en la Suprema, sobre todo que se aguante un tanto la caña a la hora de disponer las extradiciones. Es sabido que esas extradiciones son pedidas por los Estados Unidos y generalmente basadas en asuntos relacionados con lavados de dólares y narcotráfico, lo que puede interesar más a la justicia gringa que los acusados de homicidios y robos, que no son dos ni tres. También causa cierta preocupación el hecho de que los norteamericanos no se precipitan. Ellos preparan sus expedientes durante años y años y hay quienes dicen que por allá reposan unos cuantos que afectan jureles y que, por tanto, se necesita una Suprema que no sea complaciente con las extradiciones. Recuérdese, Maginito, que al Doctor le importaba un carajo perder unas elecciones, siempre y cuando le dejaran el control del Senado, que en esa época designaba a los jueces.

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