Coctelera

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Buen día, viejo verde. Le decía que Licey y Escogido solicitaban la Policía Nacional para “acabar” con el mercado negro en la boletería. Pues bien, viejo hablador, lea este parrafito de un reportaje publicado ayer por el Listín Diario: “Según las informaciones obtenidas por Listín Diario, el mercado negro se ha convertido en un serio problema en la presente temporada para la Liga Dominicana de Béisbol, pues hay equipos que venden las boletas al margen de la ley, sin importarles las precariedades y las dificultades que sufren los fanático para conseguir una entrada”.

Contra eso, viejo especulador, no hay quien pueda, a menos que se corte el tronco y aquí, el día que ese tronco sea cortado, se acabó el juego… Caro Magino, el asunto ese del “elevado” en la 27 de Febrero con Ortega y Gassett tiene sus bemoles y las “soluciones” que se apuntan para el “descongestionamiento” del tránsito, mueven a muchas cosuanitas a los chuscos que se agazapan donde quiera. Por ejemplo, cuando alguien habla de las “fórmula trompeta” en vez del elevado, cualquiera recuerda al mejor trompetista de su época, Harry James, cuando en el Carnegie Hall interpretó “El Canto del Abejorro”. Claro, hay que descartar a “Satchmo” Armstrong, pues ese negro era un extraterrestre y como extraterrestre al fin, también inigualable en su galaxia, sobre todo cuando de jazz clásico se habla. También podríamos, caro arreglista, evocar a “Papa Molina y sus American Swings”, que hacían las delicias de los que gustaban de la música gringa allá por los años finales del decenio del 40 del pasado siglo… Pero entonces viene Hamlet Hermann y sugiere que se busque una solución “de curva” en la Ortega y Gassett al llega a la 27 de Febrero. Hamlet, como pitcher al fin, aunque malísimo, añora en el tránsito la curva que nunca tuvo en el box. Desde luego, viejo carajete, no pase por alto su propuesta y nunca olvide que si en el primer mandato de Leonel hubo algo de organización en el tránsito urbano se debió a que con rigor y justicia, Hamlet supo aplicar la ley por todos lados, pero después que lo sacaron de Amet, sin duda alguna, vino el grito de “rompan filas y viva El Jefe”… Ahora bien, Maginito, y ésto va muy en serio. La capital está virtualmente trancada de norte a sur, pues mientras la administración Balaguer (1966-1978 y 1986-1996) se ocupó de abrir hoy vitales vías que van de este a oeste, fue tímida en hacerlo en sentido norte-sur, aún cuando no se puede pasar por alto la ampliación de la Lincoln, la apertura de la Churchill, la Núñez de Cáceres, y la Luperón, aún cuando éstas tocaron zonas desplobadas en la época. Es posible que el sagaz mandatario huyera a los elevados costos que conllevaban la destrucción de viviendas, los desalojos masivos y otros problemas… Lo cierto del caso es que abrir la ciudad de sur a norte será siempre una cuestión problemática para cualquier administración, pues la misma contará, todo el tiempo con la protesta justificada de quienes resultarán afectados por los trabajos. Hasta ahora se busca que vías puedan “morir” en la George Washington, en una situación que se complicó cuando fue cerrada la parte de la Tiradentes que cruzaba la UASD y concluía en el Malecón. Pero cualquiera se pregunta, viejo verde, ¿no se va a saturar, también, el malecón, una vía que está ya saturada de por sí en las horas pico?… Mire, Magino, lo que jamás acabaré de entender es que el gobierno emprenda obras y meta el cañonazo por sorpresa. En ese sentido, parece que el estilo Balaguer jamás desaparecerá. ¿Qué cuesta al gobierno, con suficiente antelación, decir a los gobernados qué va a realizar en determinada zona? ¿Le causa algún malestar indicar cual será el costo real de la obra y el tiempo que se empleará en la construcción de la misma? ¿Es imposible, con tiempo suficiente, decir a quienes resultarán afectados cómo van a ser indemnizados?… Mire, Maginito, ayer, hoy y mañana, cuando se levanten obras dirigidas al progreso de una ciudad o que se estime que contribuirán al progreso, siempre se crearán traumas. Eso es inevitable. Pero lo lógico, lo verdaderamente humana, es que quienes gobiernan busquen que los traumas sean lo más leves posibles para afectar a los gobernados. De lo contrario, el progreso no es bendecido. Es maldecido con un trabajo peor que el que pueda realizar el padre Cardona.

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