Coctelera

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El doctor  Fidel Castro Ruz anunció ayer que no aspirará ni aceptará el cargo de presidente del Consejo de Estado y de comandante en jefe. Esta decisión, mi querido Magino, se convirtió en una noticia que dio la vuelta al mundo en cuestión de minutos, como tenía que ser, pues se trata de la renuncia de un hombre que ha estado en el poder desde 1959, que fue madurando con el paso de los años para convertirse en un verdadero estadista y que le puso a los Estados Unidos un estado comunista a unos cuantos minutos de La Florida.

Por cierto, el presidente George Bush, quien se encontraba en Ruanda, reaccionó al anuncio del retiro de Castro Ruz diciendo que “la comunidad internacional debería trabajar con el pueblo cubano para comenzar a construir instituciones democráticas”. Qué lástima, mi querido viejo, que el presidente Bush no se exprese en esa forma, pero refiriéndose a Haití…

Nunca  he puesto en dudas que Castro Ruz sea un dictador. Como tampoco he dudado que sea un hombre honrado a tiempo completo. La forma en que deja el mando es una prueba de honradez, pues asegura que traicionaría su conciencia “ocupar una responsabilidad que requiere movilidad y entrega total, que no estoy en condiciones físicas de ofrecer”. El líder  cuenta 81 años y desde julio del 2006 no ha sido visto en público. Fue sometido a una serie de intervenciones quirúrgicas y delegó sus poderes en su hermano Raúl…

Magino,  ahora vendrán las especulaciones hasta que el domingo se reúna el Parlamento que eligió diputado a Castro Ruz hace unas cuantas semanas, condición indispensable para ser escogido como jefe del Estado. Creo, sin embargo, que Castro Ruz ha calculado todos sus pasos y no ha dejado nada a la improvisación. Castro Ruz es un estadista muy hábil para ignorar la época de cambios que se viven en el mundo de hoy. Cuba no puede permanecer al margen de muchos de esos cambios, muy especialmente en cuanto al aspecto económico se refiere. Y no pase por alto que las libertades públicas van parejas con los cambios en la economía. Castro Ruz tiene que saber que ese proceso no puede ser conducido por él y por eso tiene que considerar que esa es faena para Raúl aún cuando permanezca tras las cortinas, listo a ofrecer sus experiencias. Pese a que no abjura del sistema y confía en los cuadros de la «vieja guardia», el líder comunista cubano sabe que Estados Unidos lo menos que desea es una revuelta en Cuba y por eso no vería con agrado que se trate de obstaculizar el trabajo de Raúl. Se puede estar seguro de que el retiro de Castro Ruz abre una nueva etapa en la historia de Cuba y cierra el capítulo alrededor de una figura un tanto controversial pero de cuya capacidad y valor no se pueden tejer dudas.

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