Coctelera

Coctelera

Un día como hoy, mi querido Magino, hace justamente cuarenta años, que vió la luz pública “el periodiquito de la tarde”, como le llamaron los pesimistas de siempre y quienes gustan despreciar los esfuerzos de los demás. Hoy viejo lector, ese “periodiquito”, adulto, maduro y rejugado, puede sentirse más que satisfecho de sus aportes no solo al desarrollo de la prensa dominicana sino también al fortalecimiento de la libertad expresión y difusión del pensamiento.

El Nacional, viejo amigo, que es ese “periodiquito” de hace cuatro decenios, comenzó a circular en una época muy difícil no solo para el periodismo sino para toda la sociedad dominicana. El gobierno constitucional del presidente Joaquín Balaguer contaba apenas dos meses y días de haberse iniciado. El país se encontraba aún ocupado por tropas extranjeras, especialmente de los Estados Unidos. Y los odios generados por la revuelta que estalló el 24 de abril de 1965 y cesó con la provisionalidad de Héctor García Godoy, el 3 de septiembre del mismo año, no presagiaban nada bueno para la nación… Todo eso ocurría en medio de la llamada “guerra fría”, en la cual nos vimos involucrados, con gran fuerza, por la torpeza norteamericana que vió “comunistas” en todos cuantos participaron en la llamada “guerra de abril”, así como también por errores garrafales de una izquierda desesperada y dividida. El Nacional salía a las calles cuando desde el poder, no solo el poder balaguerista, sino también del que orientaba y dirigía Estados Unidos, se generaban crímenes espantosos de figuras de las llamadas “constitucionalistas”. El diario era una concepción del ya veterano periodista doctor Rafael Molina Morillo, su primer director y propietario, quien entregó la conducción ejecutiva a un hombre que nunca conoció el miedo, el doctor Freddy Gatón Arce, un fino poeta y escritor y quien no vaciló en jugarse la vida cada tarde. Otro ya veterano periodista, Radhamés Virgilio Gómez Pepín fue excelente jefe de redacción, para el manejo de las noticias diarias y la planificación del “periodiquito”… Al vespertino de la San Martín jamás se le apretó el pecho para destacar las atrocidades que se cometían en el país y ni siquiera el recuerdo de la forma vulgar en que fue dinamitado el local de la revista Ahora —también creada y manejada por el doctor Molina Morillo— atemorizó a sus hombres. De nada valieron las amenazas formuladas contra el diario y sus ejecutivos por sectores vinculados al poder y muy ducho en las cuestiones terroristas y criminales… El Nacional y la organización a que pertenecía el periódico tuvieron que, de todos modos, aportar su cuota de sangre. Ni siquiera aquel histórico editorial escrito por Gatón Arce, intitulado “Deteneos, malditos” —escrito cuando la ola de crímenes con matices políticos se hizo insoportable— ni siquiera ese editorial, repito, provocó tanta irritación en segmentos del gobierno, como la columna “Microscopio”, que cada tarde publicaba Orlando Martínez Howley, también jefe de redacción de la revista Ahora. Martínez Howley fue víctima de una emboscada y cruelmente asesinado en esta ciudad… El Nacional, viejo Magino, pudo capear los temporales y en 1978 estuvo en primera fila cuando el presidente Antonio Guzmán, aupado por el PRD, llegó al mando de la cosa pública. Los tiempos cambiaron. La situación de los derechos humanos mejoró en forma considerable y cesaron las persecuciones políticas. El “periodiquito” había vencido. Vinieron, sin embargo, otras dificultades, sin relación con las cuestiones políticas. Gatón Arce y Gómez Pepín se habían retirado del diario. El propietario y director Molina Morillo vendió la empresa a un hombre de negocios muy prósperos, José Luis Corripio Estrada (Pepín)… El Coctelero, Maginito, entró a dirigir El Nacional, ya establecido, a fines de 1979. Allí encontró un excelente personal ejecutivo y de redacción. Desde luego, se hicieron cambios, pero muy pocos. Los básicos consistieron en ampliar la gama de servicios contratados, el aumento del número de secciones dominicales un reforzamiento de la sección deportiva y la adaptación de la presentación a la época, pues ya habían desaparecido los crímenes políticos que estremecieron la sociedad y entendíamos que justa o injustamente el llamado “amarillismo” debía ser relegado. Me satisface creer que el efecto buscado se logró. Al frente de El Nacional, mi querido Magino, estuve nueve añitos, hasta que el 10 de septiembre de 1988 —víspera del aniversario— pasé a conducir HOY, en sustitución del colega Virgilio Alcántara, nombrado cónsul en Nueva York. Y resigné el mando en manos del experimentado rosca izquierda de Gómez Pepín, a quien había pedido que renunciara algún tiempo atrás, la jefatura de la revista ahora, para asumir la segunda posición en el periódico que hoy conduce con manos hábiles y berrinches frecuentes. ¡De corazón, viejo vagabundo, felicitaciones a todos cuantos laboran en El Nacional y un recuerdo cariñoso para uno de los periodistas que más he admirado en mi vida, el primer director ejecutivo que tuvo el “periodiquito”, el inolvidable amigo y colega Freddy Gatón Arce.

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