Coctelera

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Mi querido Magino, sean mis primeras palabras para desearle muy felices pascuas y un próspero año nuevo. Lo hago ahora, con unos ocho meses de anticipación, pues ignoro si en diciembre venidero, para esas congratulaciones, habrá que pagar ITEBIS. Hace unos días, viejo desmemoriado, le recordé un «pensamiento» de la Farmacia Mella, «pensamiento» que advertía que la colocación de ITEBIS a la carne de pollo contribuiría a jodernos a todos. De manera oficial no se ha dicho nada de eso, pero cuando el secretario de Finanzas, el afable Vicente Bengoa, dice que se trataría de ampliar la base del impopular gravamen, cualquiera piensa que no solo afectarán la base, sino también el home y los jardines…

No hay duda alguna de que el gobierno busca recursos por todas partes y es comprensible que desee atender sus necesidades, que son muchas, aun aquellas que la mayoría considera que no son prioritarias o cosas que se le parezcan. Ante el anuncio formulado por el secretario Bengoa, ya Radio Bemba comenzó a especular y anoche se decía que existía la posibilidad de que el ITEBIS se colocara a las facturaciones por conceptos del servicio de energía eléctrica y también por la venta de combustibles al público…

Es muy claro, Maginito, que esa sería una tremenda vainota. Para comenzar, la facturación de la energía no es una pendejadita sencillita. Es más, hay quienes entienden que es abusiva y otros calificativos de grandes ligas. Supóngase usted, viejito charlatán que la facturación de su residencia llega por diez mil pesuanos. ¿Es justo que le agreguen 1,600 por el señor don Itebis? Pero vaya más lejos, y ponga como ejemplo que una empresa pague medio millón de pesos a una de las Jode. A esa suma, cobrándole el Itebis, habrá que añadirle 80,000 tululuses. ¿Quién, a fin de cuenta los pagará? Pues los pendejos que compren los productos confeccionados por la empresa afectada…

De los combustibles ni hablar. Estos suben y suben por el movimiento internacional de precios. Cuando descienden, lo hacen por un par de semanitas y después vuelve al ascensor. ¿Es justo cobrar, en adición a las alzas por los movimientos del mercado internacional, el dichoso Itebis a los consumidores? Se tiene entendido que hay que buscar una forma de ahorrar combustibles. Pero no me venga con el cuentazo ese de que el Itebis podría ser la salvación. Por eso es que la gente del CONEP hablan de «voracidad fiscal» y eso pone en candela a los voraces gobiernistas. Supongo, Maginito, que a ningún genio se le ocurrirá sugerir, para «ampliar la base», que se graven los medicamentos. Estos, de por sí, ya andan por las nubes y para las nubes irán, también, los infelices que no pueden comprarlos por falta de dinero. ¿Usted se imagina lo «cómodo» que van los pensionados y jubilados? Pensionados y jubilados son, generalmente, personas de avanzada edad y la mayoría de ellos sufren de alguna dolencia. Los medicamentos para los hipertensos y los diabéticos son la del carajo y el monto de las pensiones «se va» en pastillas para aliviar el dolor. El gobierno, –no éste sino todos– no ha logrado, todavía, que Promese pueda, a base de genéricos, resolver la gravísima dificultad y mientras tanto, no son dos ni tres los que se dan gusto poniendo los precios que les viene en ganas…

Mire, don Magino, se comprende que el Fondo Monetario Internacional (FMI) quiera una «reforma fiscal». Esa gente busca «ayudarnos» e imponernos una disciplina que no hemos logrado por nuestros propios esfuerzos dada la irresponsabilidad y la vagabundería que suele acompañarnos. Pero a la hora de nones, y de eso que no le quepan dudas mi querido viejo, el FMI grita «mis cuartos» y no le importa un bledo de donde salen éstos. ¿Qué los impuestos afectan a los pobres? ¿Y qué carajo le interesa eso al FMI y a sus socios, siempre y cuando sus cuotas sean cubiertas a tiempo?…

Es muy posible, don Magino, que el Senado tenga razón cuando se opone a la creación de nuevas cargas tributarias. Se sabe que se vive en medio de una crisis y no me venga con el cuento ese de que lo peor ya pasó. No ha pasado nada. Cuanto ocurre es que la tranquilidad relativa que se respira es por que estamos en medio del ojo del huracán. Es probable que legisladores, conscientes de sus responsabilidades, comprendan que nuevas cargas, en estos momentos, podría sacarnos de ese ojo y tirarnos hacia una cola que se moverá a muchos kilómetros por hora para zarandearnos a su antojo, y llevarse a su paso a responsables de cuanto se sufre, pero también a los inocentes, a quienes nada tienen que ver con la situación creada.

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