Coctelera

Coctelera

Buen día, mi querido Magino. Ayer, muy lamentablemente, se me cruzó un cable y al referirme al asunto de la búsqueda de un puesto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, di a entender que República Dominicana le disputaba la posición a Venezuela y afirmé que no teníamos oportunidad alguna de ganar la posición. Hoy tengo que invocar a José Candelario Tres Patines, para sacar pronto la pata metida por error y tratar de quedar bien. El puesto, este año, se lo disputan Venezuela y Guatemala, este ultimo país apoyado por Estados Unidos. República Dominicana buscará la nominación el año próximo, enfrentando la aspiración de Costa Rica. ¿Estamos? …  Bueno, Maginito, a complacer a Geomar García, el querido colega que no es un manicito…  El incidente en que fue golpeado el rector de la Universidad Católica Madre y Maestra, monseñor Agripino Núñez Collado, ocurrió durante la frustrada inauguración de los Juegos Universitarios, a desarrollarse en el que luego sería formidable y funcional Centro Olímpico Juan Pablo Duarte. Era sábado, 19 de abril de 1969, en horas de la tarde. En la época existían muchos problemas en las relaciones de la Policía con la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). El día anterior a la fecha señalada para la apertura, hablé con el jefe de la Policía, que no era otro que mi hermano, general Braulio Alvarez Sánchez. Le comuniqué mis aprensiones por la tensión existente, y él me dijo que había impartido instrucciones para que los contingentes policiales se mantuvieran a prudente distancia del escenario del evento…  Le recordé a Braulio que en la Policía, cuando querían fastidiar al jefe de la organización, sobre todo si procedía del Ejército —como él— había “técnicos” en provocar alteraciones del orden público. El sábado, aproximadamente a las tres de la tarde, se armó Troya en el Olímpico, por razones inexplicables, pues los gritos contra el gobierno proferidos por estudiantes jamás justificarían cuanto ocurrió. Un contingente policial entró en acción, tirando bombas lacrimógenas y repartiendo golpes por todos lados. Un teniente le dio un golpe en el rostro a monseñor Núñez Collado, en un hecho que fue condenado por la sociedad…  Acudí a la Policía como una media hora después del hecho y encontré a Braulio en su despacho, echando chispas, ante el silencio de la alta oficialidad, algunos de cuyos miembros no ocultaban una sonrisa. Se arrestó al teniente que golpeó al obispo y recuerdo que el entonces presidente Joaquín Balaguer lo canceló por decreto. De la Policía me fui a la casa de mi padre y éste, sin muchos rodeos, me expresó que Braulio se había “fuñido”. Le dije que Braulio directamente, no era el responsable del asunto, pero el viejo, experiencia por todos lados, me explicó que Balaguer no se iba a pelear con la Iglesia. El domingo, en horas de la mañana, Braulio acudió al recinto de la Primera Brigada del Ejército, para despedir al presidente, quien tomaba el helicóptero allí, para acudir a inauguraciones en el interior del país. Recuerdo que Braulio me llamó por teléfono y me comunicó que no sentía temor alguno de que lo relevaran, pues el mandatario le despidió cordialmente y le dijo que lo vería a su regreso en la tarde…  Sería alrededor de las 3:30 de la tarde del domingo 20 cuando el secretario Rafael Bello Andino se presentó al periódico El Caribe, donde el Coctelero era ejecutivo, y le entregó un sobre que contenía el texto de un decreto: Joaquín Abraham Méndez Lara, no recuerdo si coronel o general para la época, pero también del Ejército Nacional, reemplazaba a Braulio en la jefatura de la Policía Nacional. El presidente Balaguer retornó a Santo Domingo, como de costumbre, pasadas las cinco de la tarde, lo que demuestra, sin duda alguna, que cuando Braulio lo despedía en la mañana, ya estaba cancelado. En cuanto al teniente que golpeó a monseñor Núñez Collado, sólo fue cancelado. No se sometió a la justicia a un oficial que alegaba que nunca pudo pensar que don Agripino era sacerdote por no usar sotana. Según ese carajete, para que la Policía no atropellara a un ciudadano, éste tenía que tener puesta una sotana…  Maginito, ahora que oímos por todas partes hablar del dengue, recordamos el paso por la Secretaría de Salud del doctor Amiro Pérez Mera, durante la administración del doctor Salvador Jorge Blanco, de 1982 a 1986. Pérez Mera, tremendo epidemiólogo, luchó a brazo partido en un medio hostil y defendió su creencia que favorecía la medicina preventiva sobre la curativa. Sus campañas de vacunación son inolvidables y durante su mandato se erradicó la polio. Es cierto que los hospitales fueron la del carajo, pero a la larga se ha probado que Pérez Mera tenía razón: el sistema hospitalario dominicano, sin las modificaciones de lugar, no es mas que un depósito de elefantes blancos. ¿No podemos volver a la prevención?.

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