Coctelera

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Maginito, los vagos y los picoteadores están de plácemes con el anuncio formulado por el secretario Técnico, Temístocles Montás, en el sentido de que el gobierno creará las Secretarías de Estado de Hacienda y la de Planificación y Desarrollo Sustentable. Pero vagos y picoteadores no deben dormir de ese lado, pues se supone que Hacienda, al asumir todas las funciones fiscales del Estado, se tragará a Finanzas y a todas y cada una de sus dependencias, que ya albergan botellas suficientes. En cuanto a Planificación y Desarrollo Sustentable —¡mamacita!— la lógica indica que reemplazará al actual Secretario Técnico, una creación durante la provisionalidad del finado doctor Héctor García Godoy en 1965. El nombre de Hacienda para un ministerio nada nuevo tiene. Ya en el siglo 18 existía y existió hasta que fue eliminado durante el régimen de Trujillo. Eso sí, Magino, ahora que se restaurará el nombre de Hacienda, sería bueno advertirle a quienes sean designados en el cargo, que allí no se va a ordeñar vacas ni cosas por el estilo. ¡Por si acaso!…

Carajo, Magino, ¡los apagones azotan y eso no tiene madre! Por pura coincidencia, con blackout y todo, ocurre en los precisos instantes que se habla tanto de la necesidad de contratar con Westmont dos unidades que trabajan con carbón, poniendo como es ‘imperativo’ un depósito de 140 millones de dólares en lo que la compañía gringa–malaya comienza sus hostilidades -perdón sus operaciones–. Y ahora se habla de que no serán solo 140 millones sino que se necesitarán treinta adicionales para las líneas de distribución…

Maginito, me cuentan que por ahí viene tremendo chisme con una carretera que se dice fue asignada a un legislador come-solo, quien hace figurar testaferros. Se habla de tremendo avance y que prácticamente nada se ha hecho, independientemente de pregonar de supuestos progresos graficados con fotos viejas. Inclusive se habla de personas que tienen viviendas turísticas en la zona, que se preparan para emitir un documento llamando pan al pan, y vino, al vino…

Eso de los plazos ampliados para que se puedan sacar las placas, las revistas, etc., no es más que una buena vagabundería. Quien no sacó su placa a tiempo fue porque no le vino en ganas hacerlo, por indolente. Inclusive se sabe de empresas que esperan el último día para entonces ir a joder a funcionarios recaudadores. Los ‘sufridos obreros del volante’ se quejan y piden prórrogas, pero esos son los primeros que buscan sacar ventaja a todo. No fuña, este país ya está harto de que solo un grupo cumpla con la ley y se beneficie a quienes la violan. ¿Usted se olvida, Maginito, de la época en que se daban ‘períodos de gracias’ a quienes no pagaban el agua y la basura, y debiendo diez meses se “ponían al día” con la cobertura de uno? Mientras tanto, los pendejos que pagaban religiosamente sus facturaciones, a eso, nananina. Gracias a Dios que esa práctica se erradicó… o Bien hecho ahora, nada de prórrogas…

El director de ONAPLAN, licenciado Guarocuya Félix, es un hombre brillante y un expositor del carajo. Al menos, esa es la impresión de la mayoría de quienes le escucharon el miércoles durante el almuerzo del Grupo Corripio de Comunicación Social. Pero esa misma mayoría también cree que es uno de los culebros funcionarios del gobierno, pues dosifica hablar de lo que sabe. Por ejemplo, clama por la creación de empleos, pero ignora cuántos desempleados hay en este país. Y así por el estilo…

Jureles económicos hacen sugestiones para la reforma fiscal. Es su derecho. Tóquenlo todo. Eso sí, no jodan con la Renta. Dejen eso como está. Mejor ‘universalicen’ el ITEBIS, pero excluyendo de ese tributo los insumos agropecuarios. Los insumos para la salud sí deben estar gravados. Eso es, hasta cierto punto, una medida de control demográfico. Ya la globalización determinó que una forma de acabar con la pobreza es exterminando a los pobres. Los pobres, por cierto, no tienen representante oficial en el diálogo que busca consenso. La suerte es que allí está monseñor Agripino Núñez Collado, obispo católico que jamás pasará por alto su deber cristiano de favorecer a los más necesitados. Y eso, sin tomar en cuenta que si Alvaro De la Iglesia escribió que “en el cielo no hay almejas”, que no dude allí sí se pasará lista.

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