Coctelera

Coctelera

Mi querido Magino,  tenemos entendido que el Ayuntamiento del Distrito Nacional anunció que el parque Eugenio María de Hostos, antiguo parque infantil Ramfis, es remozado “aunque manteniendo su forma original, para legar su historia a las nuevas generaciones, según recomiendan expertos en arquitectura urbanística”.

Bien, amigo Magino, habrá que esperar para ver qué se ha hecho en la que una vez fuera la mejor instalación infantil de las Antillas. Pero se debe consignar aquí que durante una de las últimas administraciones del doctor Joaquín Balaguer se rehabilitó el viejo parque, dejándolo en condiciones similares a su construcción original hasta donde fue posible hacerlo. El Coctelero, viejo amigo, quedó gratamente impresionado con el trabajo realizado y lo digo con cierta autoridad, pues allí pasé mi niñez y mi adolescencia. Es más, caro Magino, creo que hasta el propio Guillermo González se hubiera sentido orgulloso del trabajo efectuado…

¿Qué pasó  después, viejo romántico? Sencillamente nadie se ocupó de dar mantenimiento a los trabajos realizados y lo que es peor, todavía, un parque infantil se convirtió en una discoteca con vocación de burdel. Del lado de la Arzobispo Portes, las bellas entradas que una vez existieron, fueron convertidas en zonas de parqueos manejadas por buscones y usted sabe lo que eso significa. Por eso, viejo verde, es preferible esperar a ver lo que hace el Ayuntamiento en el que fuera un verdadero pulmón para la “parte baja” de la capital…

El secretario  de Industria y Comercio, licenciado Melanio Paredes, advierte que habría que “sellar” la frontera con Haití para evitar el trasiego de arroz hacia el vecino país, dado que allí se vende a 34 pesos la libra. El funcionario no está perdido en ese asunto. Se me ocurre preguntar, don Magino, si a la hora de “sellar” la frontera no se podría sembrar, como si se tratara de cepas de plátanos, a unos cuantos vivos que solo quieren ganancias individuales aunque su país se joda…

Un anexo  que se construya al hospital de maternidad de Los Mina no ha sido concluido, en tres gobiernos, por falta de 68 millones de los hedionditos. ¿No sería posible, viejo Magino, hacer un par de telemaratones para recaudar fondos o un par de “bolitas extraordinarias” con el mismo fin? Igual me llama la atención la gastadera de dinero en remodelaciones y reparaciones a la Maternidad Nuestra Señora de La Altagracia. No sé, pero me luce que el gobierno, si le entra un viento fresco, debería construir un hospital de maternidad, pues el centro vecino de la Policía cuenta con más de medio siglo, ha llenado su cometido y solo el costo del solar cubriría el valor de una nueva edificación, ya que ingenieros reputados creen que invertir en el viejo es botar el dinero.

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