Coctelera

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“¿Cuándo sacarán los partidos políticos sus manos de los asuntos estudiantiles en la Universidad Autónoma de Santo Domingo? ¿No se conforman, todavía, con el mal que han hecho a esa alta casa de estudios a través de los años?”. Pregunta la Farmacia Mella…Una pregunta tonta, como las que solía hacer el inolvidable maestro don Rafael Herrera: “Mientras nos arreglamos, ¿no podríamos posponer lo de la isla artificial, y ascender isla Cabritos a isla Cabrón? Total, peores ascensos hemos hecho por acá”… 

Por fin le tomamos la palabra a alguien que emite una opinión sensata: el presidente de Adozona, cuando habla de que habrá “una etapa de florecimiento entre Haití y República Dominicana”. Mire, Maginito, jamás olvido a un querido economista dominicano que decía, muy a menudo, al son de chanza, que éramos tan incapaces, pero tan incapaces, que no sabíamos ser “imperialistas” con el único país del mundo con el cual podíamos serlo, Haití. Ahora, en serio, ¿es imposible que cuando las cosas cambien en Haití, y tienen que cambiar pese a los gringos, pese a las tropas azules y pese a los mismos haitianos, las relaciones comerciales entre los dos países que comparten el dominio de la isla puedan convertirse en un sólido vehículo de bienestar?…  Mire, Maginito, es una lástima que entre dominicanos y haitianos no exista un Tratado de Libre Comercio. El primer país con el cual debimos tener un TLC fue con Haití. Entre ambas naciones solo hay un comercio puramente informal y esos “mercados” semanales en la frontera dan vida a muchas actividades dominico-haitianas. Por ejemplo, ¿qué sería de la industria avícola sin el mercado haitiano?…  Desde luego, viejo carajete, para que eso prospere, primero tiene que resolverse el espinoso problema migratorio que todo lo traba. Por más perspectivas halagüeñas que ofrezca el mercado haitiano —y las ofrece— el flujo migratorio irregular tiene que ser contenido, con la ley en las manos, y al carajo Canadá, Estados Unidos y Francia. Y al carajo todo aquel que desea que este país pierda su derecho soberano a decidir quién puede vivir aquí, vístase de civil, de militar, de cura, de bombero, de boy scout o, simplemente, que salga a la calle desnudo…  Resolvamos el problema migratorio con los haitianos. Vamos a hacerlo de una manera civilizada y entonces le marchamos a lo otro. Siempre he creído que contribuyendo al desarrollo de Haití preservamos la soberanía dominicana, preservamos nuestro derecho a una vida libre y próspera. Un Haití miserioso siempre será una espada de Damocles sobre el corazón quisqueyano. Inversionistas dominicanos meten su dinero en México, en las Antillas Menores, en los Estados Unidos. En donde encuentran seguridad. Eso es lógico. Lástima que no lo puedan invertir ahora en Haití. Que creen fuentes de trabajo en el vecino país. Que estimulen a los cabronazos esos que solo promesas formulan de que ayudarán a Haití y lo ayudan metiéndole soldados por la tambora, de esos mismos que, en los fines de semana se visten de civil y entran a cuerear en territorio dominicano, aunque lo niegue el flautista de Hammerlin…  Maginito, muy bien que haría el legislador reformista Ramón Rogelio Genao si dice qué empresa preparó la encuesta que muestra al 76 por ciento de la población pidiendo a los herederos del Doctor que pacten con otra fuerza política con miras a los comicios del 16 de mayo del 2006. El PRSC parece estar en una encrucijada, pues son muy pocos los que invierten un chelito en campaña alguna. Nadie es pendejo para gastar su dinero en promoción para que a la hora de la verdad le digan que el carguito que tu aspiras ha sido negociado con otro partido que ahora tendremos de aliado. El problemita mayor, para el PRSC, es con quién negociar, si con el PRD que ofrece carga fija, o un PLD gobiernista que, como gobiernista al fin, te permite pedir a la carta. De todos modos, la corriente cibaeña es firme: ir solo a los comicios, pero para eso se necesita que Eduardo Estrella se tire al ruedo y diga que buscará la nominación presidencial en el 2008, que Josecito se olvide de San Pedro y deje eso a doña Lila, fajándose de campana a campana a nivel nacional. El único que está claro en eso es Amable Aristy Castro, quien buscará la nominación grande y no pierde un solo día de trabajo, pero quiera ser senador electo en el 2006 y después hablamos, como no pendejo al fin.

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