Coctelera

Coctelera

¿Que del país han sido sacados diez mil haitianos indocumentados, “en forma sumaria”? Eso dice la “aguzada” periodista Ginger Thompson, del The New York Times. ¿Sabrá acaso, la inquieta periodista, cuantos latinoamericanos han sido expulsados de los Estados Unidos, “en forma sumaria”, en el mismo período? ¿Y cuántos de esos son “espaldas mojadas”, introducidos en furgones por “compradores” de carne humana para la recolección de productos agrícolas en la bella California? Un mal no justifica otro, muy cierto, pero no se puede ser tan abusador y joder tanto al más chiquito… 

Por cierto, Maginito, en Guatapanal, Valverde, donde es fechada la controversial historia firmada por la señorita sobre las relaciones entre haitianos y dominicanos, en ese sitio, no recuerdan haber visto una mujer —vizcaín para más señas— en labores de investigación, pero sí se afirma, en cambio, que hace como unos dos meses se hizo un trabajo de eso por allí, a cargo de un funcionario o empleado de la embajada local de los Estados Unidos. ¡Mamacita! Esa gente sí que está “preocupada” por todas estas vainas…  Dígame una cosa, Magino, ¿y qué dice el informe sobre la frontera que el embajador estadounidense Hans Hertell entregó o entregará al presidente Leonel Fernández? Con la debida autorización del presidente Fernández, claro está, ¿dará la misión diplomática yankee una copia a los medios dominicanos de comunicación social? ¿O lo hará, en cambio, el propio presidente Fernández? A todo el mundo le interesa saber lo que piensan los norteamericanos de “la frontera”, aún cuando ahora no venga el ilustre cowboy que se llamó Gene Autry, a cantar en español, en las pantallas grandes, aquello de que “en la frontera, de México fue…”…  La página cinco del colega El Nacional de ayer tarde debe ser traducida al inglés y al francés, y remitida, principalmente a The New York Times y a su repostera, sí carajo, repostera, Ginger Thompson. Esa página contiene un reportarje sin desperdicio de especie alguna, firmado por el periodista Rafael P. Rodríguez y fechado en Guatapanal, Mao, el mismo sitio que usa, como punto de partida, la señorita Thompson para presentar un trabajo que no podrá ser modelo de buen periodismo, como aquel al que nos acostumbró el Times en los días duros de “Los Papeles del Pentágono”. Palmas para Rodríguez y palmas para El Nacional por presentar, en forma directa, cuanto ocurrió y ocurre en Guatapanal, algo muy distinto a lo visto y escrito por la señorita Thompson…  Mire, Maginito, no me mal interprete, ¿pero qué tiene eso de raro, que espíen a algún dominicano, sin importar su rango o su historial? Y ese espionaje viene por todos lados, desde los primitivos días en que se interceptaban teléfonos en forma rudimentaria, hasta los actuales, en que se emplean métodos supersofisticados. Se grabaron conversaciones telefónicas en los días del gobierno de Trujillo, del Balaguer títere, del Triunvirato, de Juan Bosch, del Consejo de Estado, de Balaguer otra vez, de Antonio Guzmán, de Jorge Blanco, de nuevo de Balaguer, de Leonel Fernández, de Hipólito Mejía y ahora otra vez de Leonel. ¿No se acuerda usted, Maginito, de cuando Hipólito denunció, en la campaña electoral del 2000, que su teléfono y el del Coctelero estaban “cogidos”? ¿Qué pasó? En la “administración anterior” se siguió con la “moda” en vez de eliminarse y se importaron sofisticados equipos israelíes. La cosa ha seguido ahora y seguirá, no lo dude usted, pues hay quienes entienden que eso es asunto de “seguridad nacional”…  Pero eso no es nada, el espionaje electrónico no es solo gubernamental. Esa es una “pequeña” industria que deja excelentes dividendos, pues hasta donde tenemos entendido aún el dinámico director de Impuestos Internos no ha podido establecer gravámenes, incluyendo el afortunado ITEBIS, para aplicarlos a los propietarios de esos negocios que hacen del chantaje, del abuso, de la explotación, un modo de obtener riquezas, pues hasta los gobiernos son sus estimado clientes. Ahora mismo el tema se trae al primer plano con la denuncia de colocación de micrófonos en la residencia del expresidente Mejía y de sus hermanos Isabel y Sergio. La intercepción podría venir de cualquier lado, no solo del gobierno, pues aquí cualquier pelafustán, como diría Leonel Concha, hace cuanto le viene en ganas y maní tostado a manera de sanción. Por tanto, Maginito, ¿qué carajo de nuevo es cuanto ha pasado? ¡Al carajo, por tanto con quienes espían, con quienes interceptan teléfonos sean gobiernistas u oposicionistas, mercenarios o negociantes, civiles y militares, desde obispos a mensajeros pasando por los generales y jefotes burocráticos!

Publicaciones Relacionadas

Más leídas