Coctelera

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Muy buenos  días para usted y los suyos, carísimo don Magino. Estoy de acuerdo con la posición expuesta por monseñor Benito de la Rosa y Carpio: las prioridades a las que se tiene que hacer frente son las necesidades del pueblo y no los debates por una reforma a la Constitución.

El prelado católico, presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano y Arzobispo de Santiago, recordó que los candidatos a las recientes elecciones no ofrecieron la urgencia de reformar la Carta Sustantiva, sino resolver los problemas que presentan el alza en los precios del petróleo el costo de la energía y las dificultades alimentarias…

Monseñor de la Rosa y Carpio  se unió a Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez para respaldar el llamado formulado por el presidente Leonel Fernández dirigido a lograr una reunión de las “fuerzas vivas” de la nación, propuesta que según dijeron, esperan los partidos Revolucionario Dominicano y Reformista Social Cristiano…

El presidente  Fernández deberá comenzar un nuevo mandato el próximo 16 de agosto pero no se puede esperar esa fecha para hacer las modificaciones que pueda reclamar la economía dominicana. Por encima de todas las cosas, el gobierno tiene que imponer un rígido programa de austeridad con un control, más rígido todavía, para contener el desbordado gasto público. El gobierno considera que las recaudaciones altas le permitirán mantener los subsidios, pero es claro que estos subsidios tendrán que ser recortados a corto plazo. Ya se habla de focalizar el subsidio al GLP a los hogares pobres y a 23,000 vehículos del transporte…

La cúpula empresarial  considera que la situación económica reclama  la concertación, la unidad de los sectores de la vida nacional con propósitos comunes. Sin duda que este es buen paso dado por los empresarios, quienes con sobrada razón estiman que debe dejarse de lado el clientelismo, mejorar la calidad del gasto, que las inversiones correspondan a las necesidades reales y atacar la pobreza…

No hay duda  alguna de que el alza en los precios del petróleo es tremendo problema, no para el gobierno como creen algunos, sino para todo el país. Hemos perdido un tiempo precioso en buscar fórmulas que conlleven al ahorro del petróleo y sus derivados. El gobierno no ha sido el mejor ejemplo a seguir, pero ya no puede jugar un día más con la situación que se presenta. El ahorro público y privado de los derivados del petróleo es una necesidad imperiosa, sobre todo después del derroche mostrado en una campaña electoral que ha debido avergonzarnos por la forma en que se dilapidó el dinero, lo que constituyó una sonora bofetada a la miseria del pueblo. Y no hay excepciones.

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