Coctelera

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Leo a Pablo Mckinney, como cada día. Ayer se refiere a las «bolas negras» que le echaron a dos beisbolistas dominicanos para evitar que ingresaran a un club privado. Y eso me recuerda, nueva vez, a Fello el de San Cristóbal, que tenía los juegos más pesados que el carajo y a quien las `bolas negras` le traían ingratas rememoranzas, pues a él se las zumbaron en el desaparecido Club Unión, de esta ciudad.[tend]Ocurre que un prestigioso club cibaeño no permitía en su membresía a los señores de la comunidad sirio-libanés-árabe-palestina. ¿Las razones? ¡Porque sí! Era puro racismo, aunque hay algunos come-jaibas que todavía creen que el racismo es, únicamente, contra los negros. Don Fello, chuleado en toda la geografía nacional desde que cogió la mandurria en formas, ya no era discriminado por ser negro, de origen haitiano y guardia. Todo eso se había «olvidado». Pues bien, el duro dictador fue invitado al club cibaeño y allí se presentó con dos muy buenos amigos suyos, ambos de origen árabe. Se los estrujó en la cara a lo más granado y encopetado de la «sociedad» cibaeña, de una oligarquía aparentemente impenetrable y vengativa. Como estaban protegidos por don Fello, pues los descendientes de árabes también fueron agasajados. Pero don Fello siguió la embestida. Hizo uso de todas las mañas que tenía a su alcance, que no eran pocas. Y un par de años después de presentarse con sus Jackie Robinson a ese centro, rompiendo la barrera racial allí, uno de los acompañantes del dictador era nada menos que presidente del club. Lamentablemente, Maginito, tranquilidad parece que es cierto que viene de tranca….¿Se fija usted, Maginito, como es la política por aquí? El doctor José Rafael Abinader formó parte del grupo de aspirantes presidenciales anti reeleccionistas que, en el perredeísmo, nació con siete miembros y que después comenzó a reducirse, a cuatro tras la salida de Milagros, Fello y Esquea; y a tres con la partida de Flores. Abinader se quedó hasta el último acto. Fue a la convención con Hatuey y Ramón. Perdió y gritó que había sido objeto de un fraude. Impugnó la convención. Pero sin ser aún agente libre, por la cuestión de la impugnación, firmó con Fello, de la `otra liga`, en la que están Milagros, Esquea y don Hipólito. Esa `liga` convencionará mañana domingo. Abinader pide a su gente que vote por Fello, es decir, se mantiene coherente en cuanto a eso de irse contra la reelección presidencial. Mientras tanto, por otro lado, se sabe que el pepehachismo trata de establecer nexos con Hatuey, el inquieto presidente perredeísta, quien no le saca el guante de la cara a su compañero Hipólito, aún cuando Hipólito se lo ha buscado por sus cuentos chinos en los que le entra a dos manos al `cacique`. ¿En qué parará la convención de mañana? Ya falta poco por hacer en cuanto a eso se refiere….Mire, Maginito, a lo mejor el comentario no será muy popular, pero hay que hacerlo en aras de la verdad estricta. Puede que sea criticable el hecho de que players dominicanos de Grandes Ligas, de esos que muy bien se ganan sus salarios millonarios, se portaran muy fríos ante la enfermedad del recién fenecido ex lanzador y toletero Manolete Cáceres. Pero no se dice la verdad estricta cuando se habla de que Manolete Cáceres fue víctima de racismo o cosas parecidas y que eso le impidió llegar a las Mayores, mientras luchaba por abrir las puertas a sus compatriotas…..Cuando Manolete Cáceres comenzó a brillar, en 1948, en la Serie Mundial de Aficionados celebrada en Managua, ya el negro Jackie Robinson había jugado para los Dodgers. En ese 48 entró a los Esquivadores el receptor Roy Campanella y Cleveland, en la Americana, abrió sus puertas a Larry Doby y al eterno Leroy Satchel Paige. Las Ligas Menores comenzaron a llenarse de jugadores negros y aún cuando se mantenía discrimen racial en algunas zonas, se había iniciado una carrera que jamás se detendría, mientras los negros comenzaban a conquistar la historia beisbolera. Manolete Cáceres fue víctima de la ausencia de béisbol profesional en este país, que se reinició en 1951 tras un paréntesis de 14 años. Aún así, de 1951 a 1954 se careció de béisbol organizado, con las debidas conexiones con Estados Unidos y cuando eso se logró, ya que los mejores años de nuestro astro ido habían pasado. Manolete Cáceres, en sus años de esplendor, tuvo que irse a jugar a Puerto Rico y a Colombia y seamos francos, ya en 1952, con el Licey, en funciones de lanzador, su brazo decayó y jamás fue el mismo, quedando como jardinero sustituto por su buen bateo. Esa es la verdad, monda y lironda, alrededor de un atleta de valía, que no merece que a su alrededor se vaya crear una leyenda falsa. Y de pasada digamos que, en 1948, fue campeón bate de la serie, con astronómico promedio de .522, compartiendo el título con el colombiano Luis Morales.

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