Coctelera

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Buenas, Maginito. Primero que todo, mis congratulaciones al doctor Euclides Gutiérrez Félix por su vibrante artículo de anteayer, en El Nacional, dedicado a exaltar la memoria del recientemente fallecido Papa Juan Pablo II. Euclides no se anda con rodeos para considerar al Papa fenecido una de las más distinguidas figuras de los últimos 200 años y calificarlo como héroe de la libertad. El controversial dirigente peledeísta, de hecho, le entra a dos manos al totalitarismo comunista y al socialismo de pacotilla que combatió Juan Pablo II, pero tampoco le tiembla el pulso para decir que, en cierta medida, el imperialismo norteamericano usó al consagrado pastor religioso para la consecución de sus fines. El Papa, como bien dice Euclides, reaccionó con valor al condenar el ´capitalismo salvaje´ que trata de imponer el control unipolar y su viaje a Cuba, gobernada por los comunistas, fue un hecho gallardo, sobre todo cuando pidió a la isla gobernada por Fidel Castro que se abriera al mundo, pero pidió al mundo que se abriera a Cuba. Ese mundo, Maginito, no es otro que Estados Unidos y la apertura no es otra cosa que el fin del salvaje bloqueo económico. Parabienes para Euclides, que no solo habla de merengue…

Magino, las cositas que voy a decirle no ganarían, jamás, un certamen de popularidad, sobre todo en medios hipócritas y santurrones. Pero creo que al muy serio y capacitado procurador general de la República se le puede ir la mano cuando se convierta en un Juan Bosch luchando contra la prostitución. Hay que respaldar cuanto esfuerzos se hagan para castigar la trata de blancas, la prostitución de menores de edad y el consumo de estupefacientes en todos los órdenes. Esas lacras tienen que combatirse por lo dañina que son para la existencia de la sociedad, no precisamente por el hecho de que bandidos de todas clases quieren ofrecer el país como un atractivo sexual en las campañas internacionales para atraer «turismo». No podemos ser más papistas que el Papa –dicho sea ésto con todo respeto–, pues mientras hablamos de prohibir el ejercicio de la prostitución en el país, cerrando prostíbulos inclusive, queremos ocultar, por ejemplo, que entre Italia y Grecia hay más de quince mil dominicanas prostituídas. Y las hay dispersas en toda la geografía mundial, como las hay de todas partes del mundo, sobre todo procedentes de naciones donde las injusticias sociales campean por sus respetos…

Vale recordar, Maginito, que el dictador Rafael L. Trujillo, con todo y su poder omnímodo, se vio zarandeado cuando hizo que se dictara una ley que prohibía el ejercicio de la prostitución. Esa fue la obra, siempre se comentó así, del cura Jesuíta Luis Gervasio Posadas, una especie de tutor religioso de Ramfis Trujillo, quien llegó a ocupar la posición de vicerector de la entonces Universidad de Santo Domingo. En un Santo Domingo que era una aldea grande, los afectados por la medida comenzaron a devolver afectos electrodomésticos que habían comprado bajo venta condicional y fue así como centenares de velloneras, radios, televisores, etc. fueron entregados a los vendedores. Esto eran, en su inmensa mayoría dependientes de empresas presidida por el señor Francisco Martínez Alba, hermano de la esposa del dictador, señora María Martínez de Trujillo…

No hay que decir que el dictador, presionado por su esposa, reaccionó de inmediato: la ley que prohibía el ejercicio de la prostitución fue derogada y se responsabilizó de la misma al consultor jurídico del Poder Ejecutivo. ¡Todo resuelto! El brazo que gobernaba sin doblegarse desde 1930 sufrió una fisura. No quiero establecer comparaciones ni cosa que se le parezca, pero en vez de reprimir con violencia cuanto se reclama es que se determine, sin lugar a dudas, las causas que prostituyen a tantas mujeres, incluyendo a las menores de edad. Que se castigue a los proxenetas y vividores de la actividad, pero que no se satanice a muchas mujeres que tienen que vender sus caricias para sobrevivir en una jungla en la cual hay que pagar hasta protección a autoridades desaprensivas y abusadoras a tiempo completo. Tengo entendido que la represión podría ser más beneficiosa que la represión. Pero ni prevención ni represión pueden guiarse por santurronerías ni cosas parecidas, sobre todo en un medio en el cual se estigmatiza a quienes públicamente ofrecen sus servicios sexuales, pero no se hace lo mismo con auténticas prostitutas que caen en ese terreno atraídas por la sed de lujo, de poder económico. Esas son peores, a la hora de pasar balance, que las infelices que pululan alrededor de ´La Bolita del Mundo´.

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