Coctelera

Coctelera

El entonces  presidente Joaquín Balaguer, un hombre desconfiado a tiempo completo y más bronco que una guinea tuerta, resistió, hasta donde le fue posible, poner en funcionamiento el Instituto de Estabilización de Precios (Inespre). Esa era una concepción puramente norteamericana, ideada para “estabilizar” los precios de los productos del agro.

El avispado mandatario, sin embargo, sabía lo que esperaba a su gobierno, en momentos en que la Agencia  para el Desarrollo Internacional (AID) importaba productos subsidiados en Estados Unidos y desestimulaba su producción local. Inespre,   nunca fue un estabilizador de precios. Fue, más bien, un especulador con los precios y algunas cositas más, muy poco santas por cierto. El organismo fue politizado hasta la tambora y convertido en un gestor de mercados públicos. Me da la impresión de que la última vez que el orden administrativo pasó por Inespre fue durante el gobierno de Hipólito Mejía. Inespre es hoy un costoso cascarón gubernamental   usado para sostener una nómina de empleados..

Traigo este tema  a colación no por Inespre o casuanita que se le parezca. Es que me llama poderosamente la atención el hecho de que la Secretaría  de Agricultura no solo tenga a su cargo el fomento y desarrollo de la agropecuaria sino que al mismo tiempo sea comprador y vendedor de distintos productos en operaciones millonarias que se llevan a cabo en varios puntos del país dirigidas a beneficiar, con bajos precios, a las clases más necesitadas.

Entendemos perfectamente la campaña realizada con estas ventas antes de las elecciones presidenciales. Se necesitaría ser muy duro de techo para no comprender cuanto se hacía. Pero ahora ocurren cosuanitas que se hacen difíciles de digerir. Si hay que comprar pollos para proteger a los granjeros, los compra Agricultura. Si la cosecha de cebollas es extraordinaria,  ni modo, Agricultura a comprar el bulbo. Ahora mismo, los cosecheros de ajo de Constanza venderán su producción a  Agricultura, en una operación que pasará de   300 millones de pesos.

Y eso hace que cualquiera se pregunte si es imposible que los     productores acudan ellos mismos a vender sus líneas en los mercados. A la Secretaría de Agricultura le esperan unos días muy difíciles por la situación alimentaria que ha despertado cierto histerismo mundial. Su misión esencial será la de dirigir, orientar, velar por una producción sostenida de alimentos. Y no creo que eso sea compatible con la compra y venta de productos. Bien, como aquí cualquier cosa puede pasar y no pasa, a esperar se ha dicho. Mientras tanto, es claro que el gobierno no cree en Inespre, y lo mantiene, más que por uso y costumbre para sostener “una clientela”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas