Coctelera

Coctelera

La República Dominicana, mi querido Magino, cuenta hoy con uno de los mejores centros especializados del continente, dedicado a combatir ese flagelo que es la diabetes. El Instituto Nacional de Diabetes y el Instituto del Pie Diabético conforman una instalación de la cual todos los dominicanos debemos sentirnos orgullosos, pues allí se brinda una asistencia esmerada contra el terrible mal, muy especialmente a las personas de escasos recursos económicos. Ese ha sido el fruto del esfuerzo de un grupo de abnegados ciudadanos dominicanos, bajo la dirección de un dominicano eminente cuya idea de toda una vida ha sido plasmada en realidad….

Hace años, muchos años, el doctor J.A. Hazoury Bahlés, cariñosamente apodado Nocin, concibió la idea de construir una edificación dedicada, única y exclusivamente, a combatir la diabetes. Endocrinólogo él, Nocin Hazoury, se sentía alarmado por el incremento de la enfermedad en el territorio nacional y por la forma en que atacaba a las clases más necesitadas. Recuerdo que el distinguido médico, un viejo amigo, querido y respetado, con el cual me unieron indestructibles lazos de amistad, se embarcó en la creación de un Instituto, que comenzó a operar en una modesta casa en la San Martín, de esta ciudad….

Nocin Hazoury, estimulado especialmente por su esposa Mercedes, se dedicó en cuerpo y alma a la creación de ese Instituto, que bien pronto se vio imposibilitado de atender a todos cuantos acudían al pequeño centro en busca de ayuda médica. No sé cómo, amigo Magino, pero ese diablazo a caballo, nacido en Barahona, logró conseguir un gran terreno en Los Ríos y dándole tremendo jarabe de pico a un hombre tan complicado como era el presidente Joaquín Balaguer, obtuvo recursos para iniciar la construcción de un ambicioso edificio para la sede del soñado Instituto. Nocin se dedicó a recaudar fondos por todos lados y la edificación crecía a pasos agigantados. La Fundación Jimenes Díaz, de Madrid, en la cual el barahonero estudió, hizo sus aportes científicos y el fallecido médico ibero Aurelio Rapaso Errazti le ofreció inestimable concurso…..

Con el paso del tiempo el edificio se convirtió en una realidad y entonces se emprendió la dura tarea de equiparlo y capacitar el personal de rigor. El tesón de un hombre ejemplar, de una voluntad férrea, emprendedor y valiente, honrado a carta cabal, ofrecía a su país una obra para beneficio de las generaciones presentes y futuras. El combate organizado a la diabetes, al alcance de todos, era una realidad….

Ese hombre extraordinario, querido Magino, el doctor Nocin Hazoury, fue llamado ayer por el Creador. Desde hace algún tiempo venía padeciendo mortales quebrantos, pero jamás se rindió. Murió peleando como solo él sabía hacerlo. Hace más de treinta años le ganó un round a la muerte cuando venció un infarto y un aneurisma. Y después de esa enfermedad fue cuando más luchó para la cristalización del Instituto. Dios lo reservó para esa gran obra. Con Nocin compartí horas y horas de conversaciones y de charlas muy amenas. Inclusive le acompañé cuando, años ha, se le metió en la cabeza dirigir un equipo de béisbol infantil del cual sus hijos y los del Coctelero cerraron filas…

Supe, siempre, el quebranto que sufría. El mismo no me escondió que en Boston le habían descubierto y tratado de un carcinoma pulmonar. Recuerdo que me dijo que seguiría la lucha, pero que se sentía seguro de que el Instituto de Diabetes se mantendría incólume, pues el aparato logístico creado para su funcionamiento era de primerísimo orden. En los últimos meses no tuve contactos personales con él. Sí sabía de su estado. Como se agravaba el mismo. Preferí no verle, no hablarle. Quería recordar al «turco» grandote y cabezón, que al encontrarse con sus amigos los abrazaba y besaba según las costumbres orientales. Prefería hacerme de cuenta que escuchaba su vozarrón, que a veces bien disfrazaba su generosidad sin límites, su hombría de bien, su vocación de servicio. La muerte de Nocin Hazoury, mi querido Magino, sí que nos priva de un ciudadano ilustre, de un dominicano ejemplar, de un hombre que supo servir a sus compatriotas. En esta hora de dolor, caro viejo, sus familiares y sus amigos deben dar gracias a Dios por haberle permitido disfrutar de la calidad humana de un hombre extraordinario como J.A. Hazoury Bahlés, el Nocin de siempre. Mi más sentido pesar a su esposa Mercedes y a sus hijos. Y para el inolvidable amigo, que disfrute junto al Creador de la paz que tanto merece.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas