Coctelera

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¡Feliz domingo para mi viejo querido! Y recuerde, don Magino, que la mantequilla con sal sirve para los chichones. Lo que no nos quita nada ni nadie, al parecer, son los chichones de la improvisación, del oportunismo y miles de firmas más. Por ejemplo, ahora tenemos que el aeropuerto Joaquín Balaguer, La Isabela o El Higüero –como quiera es la misma vaina, el mismo tollo– se destina a la Fuerza Aérea Dominicana. El aeropuerto militar de la base de San Isidro será “mixto” y las operaciones internacionales que se desarrollan en el aeropuerto de Herrera serán trasladadas al internacional José Francisco Peña Gómez, Las Américas o Caucedo, llámele como le venga en ganas, que también es la mismísima pendejada…

¿Cuánto se gastó en La Isabela? ¡Vaya usted a saber! Hay quienes hablan de seiscientos millones. Otros citan la cifra en 1,400 de los hediondazos. Pero lo cierto del caso es que desde que se inició la construcción de El Higüero, se advirtió que esa sería tamaña vainita, pues los caros amigos norteamericanos jamás ‘certificarían’ un aeropuerto erigido cerca de tremendo basurero, rodeado de aguas contaminadas y con aves que expondrían las aeronaves a toda clase de accidentes…

Durante la administración de Leonel Fernández (1996 2000) no se hizo caso a las advertencias. Se necesitaba trasladar las operaciones de Herrera a El Higüero, para tomar las tierras de Herrera y con ellas pagar a los contratistas de la autopista Duarte. En la administración Mejía se continuó la obra y las advertencias de los organismos nacionales e internacionales para el carajo. Lo lindo del caso, Maginito, es que entidades administrativas gubernamentales no se cansaban de hablar pendejadas, de que el aeropuerto El Higüero se inauguraría en quince días, que sus operaciones serían certificadas, que no habría peligro para las aeronaves, que patatín, que patatán. ¡Puros cuentos, sobre todo en los días pre electorales! Sabido es que la Organización de Aviación Civil (OACI), que no es inocente en algunas vagabunderías aeroportuarias, advertía los peligros de El Higüero. Estados Unidos jamás se mostró dispuesto a certificar la instalación y las compañías de seguros señalaron, claramente, que no asegurarían nave alguna que operara en el nuevo aeropuerto. ¿Habremos aprendido la lección? ¿Nos decidiremos, por fin, a realizar claros estudios de factibilidad, sobre todo ambientales antes de arriesgar el dinero de los contribuyentes? Habrá que esperar el próximo capítulo de la novela, pues los dominicanos, al parecer, no escarmentamos a la hora de hacer porquerías…

Maginito, dice el presidente Mejía que dirigentes de la distribuidora energética AES merecen ser deportados, pero que él dejará los problemas con esa empresa al próximo gobierno, dado que fue en la administración de Leonel que se trajo a esa entidad gringa al país. La verdad es que nos hubiera gustado que se complaciera a un funcionario del actual gobierno, quien pidió, hace un par de años, que se invitara a salir del territorio nacional a los iberos de Unión Fenosa y que él, el funcionario, estaría dispuesto a acompañarlos al aeropuerto. Nada de eso se hizo. En cambio, los muchachones de Unión Fenosa fueron despedidos en forma muy entusiasta, después que le compraron sus acciones en Jode Norte y Jode Sur, pese a que se decía que Jode Norte estaba completamente quebrada. ¿Se le pagaron las acciones a precio de quiebra, a precio de libros o qué?…

Ahora, cuando uno oye la vainita de que la gente de AES merece la deportación, tiene que recordarse de Los Panchos, cuando el inolvidable trío mexicano interpretaba aquella canción en que se escuchaba “ya es muy tarde para remediar/ todo lo que ha pasado/, y después de unos versitos volvía con la letra de “es injusto que olvides el pasado/ya es muy tarde si tratas de volver/ resígnate a perder”/…

Unos amiguitos comerciantes quieren que se amplíe la base del ITEBIS, que todo pague y que, en cambio, se elimine el 1.5 por ciento que va a Impuestos Internos. ¡Graciosos los muchachones! Sería buenito de verdad ver que los medicamentos tengan que ser gravados con el 16 por ciento sobre su valor. Es más, lo que se debe estudiar muy bien es la propuesta de elevar hasta un 2.5 por ciento el llamado “anticipo”. A veces sería hasta preferible –en último extremo– semidescapitalizar algunos negocitos, temporalmente, que buscar la partida de los enfermos de este mundo, de manera definitiva. No jueguen con las medicinas, para que después no tengan que usar analgésicos cuando acaben las huídas.

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