Magino querido, ¡no me cansaré de repetir cuan difícil es el ejercicio del periodismo en la República Dominicana! Usted oye hablar a mucha gente que alega disfrutar de la denominada libertad de prensa. Pero esa gente goza su libertad de prensa y no la quiere para los demás. Los hay, por montones, especialmente en el campo político, que consideran que un hecho no ha ocurrido porque se oculte. Y lo terrible de todo es que hay hasta periodistas que dan duro al ejercicio profesional, pues responden a intereses de grupos más que al propio oficio que han escogido. No se ponga bravo porque hable de oficio. Nada tengo que decirles de las pugnas del poder económico, pugnas que tanto daño hacen al ejercicio de una prensa verdaderamente libre. Y que decirle de esa gente que disfruta engañando a los periodistas. Por eso creo, como un viejo amigo, que el único periódico verdaderamente libre y verdaderamente imparcial, es el periódico que sale en blanco… Si algo debe dolerle a un informador público, es que lo hagan aparecer como un desinformador, especialmente si usted sabe que tiene la razón. Le voy a relatar par de casos que jamás podré olvidar. Una mañana no recuerdo ni el día ni el mes ni el año recibí una llamada de un querido amigo, vinculado al mundo de los negocios, quien me dio cuenta de que el grupo empresarial E. León Jimenes, ya asociado a Phillip Morris International, acaba de adquirir las acciones de la poderosa Cervecería Nacional Dominicana (CND). Mi sorpresa fue grande, pero decidí investigar el caso en persona. En la CND nadie sabía nada de la operación, ni siquiera en sus máximas alturas. Es más, por allí había gente que entendía que E. León Jimenes carecía de recursos para la adquisición… En León Jimenes, de manera oficial, nada quiso informarse, aún cuando uno de los mayores jerarcas de esa firma solo respondió a una consulta con la consabida expresión sin comentarios. Decidí entonces jugarme el cargo de director de El Nacional y en horas de la tarde la venta de la CND fue la historia principal. El escándalo fue mayúsculo y mayúsculas las negativas. Permanecí quietecito, hasta que unos quince días después me comunicaron que Eduardo León Asensio, presidente de León Jimenes, firmaría esa noche la operación de compra en una ceremonia en Miami… En otra ocasión tampoco recuerdo la fecha y ya como director de HOY, elaboré una historia en base a confidencias que me hizo un amigo, en relación con la renuncia de monseñor Roque Adames Rodríguez como obispo de Santiago. Recuerdo que la noticia se editó con un cintillo en la primera página. Volvieron las negativas. Basta sólo con leer el Listín Diario en los días siguientes a la publicación. La Nunciatura Apostólica fue la primera en salir al paso a la noticia con negativas categóricas y el alto clero dominicano secundó esas negativas… Permanecí calladito, tranquilito, seguro de cuanto había hecho, pues hasta párrafos de la carta de renuncia de monseñor Adames Rodríguez al Santo Padre se me había permitido leer. Los días y las semanas pasaron. Hasta que un buen día, la Nunciatura, con el misterio que la caracteriza en estos casos, notificó al periódico que al día siguiente enviaría una nota de gran trascendencia. La nota en cuestión cuanto contenía era la designación de monseñor Juan Antonio Flores Santana como obispo de Santiago en lugar del renunciante Adames Rodríguez, dicho sea de paso, un timbre de orgullo para la intelectualidad eclesiástica nacional, quizás el obispo mejor preparado en teología que hemos tenido en mucho tiempo… Lo lindo del caso es que quienes negaron tanto la venta de la CND como la renuncia de Adames, se quedaron fresquecitos como guandules. ¡Gajes del oficio, mi querido Magino! Una vez me dijeron que un periodista necesitaba la vista de Ted Williams y las piernas de Tetelo Vargas, muy cierto, pero agréguele la paciencia de Job.