Coctelera

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Maginito, como usted cree mucho en la cuestión esa de nombres, le voy a recordar que «rebeldes» haitianos de los que buscan deponer a don Jean Bertrand, responden por los apellidos de general Jodel y coronel Rebu. ¿Cómo se puede creer en la civilización con esos dos turpenes?…

Ahora, Maginito, nos vienen con el cuentazo ese de que República Dominicana y Estados Unidos, según sospechas, tienen algo que ver con la entrada de los «rebeldes» a territorio haitiano. Se afirma que los dominicanos dieron facilidades a los haitianos para que pasaran al «otro lado», siempre con la anuencia norteamericana. Mire, Maginito, ¡cuántos infundios! ¿Cuándo nuestro país ha permitido vagabunderías de ese tipo? Lo de Cantave en 1963 fue un invento de Bosch para que lo tumbaran y la guardia local negó el asunto por completo. Además, ¿cuándo ha tenido fuerza Estados Unidos para dar órdenes a los dominicanos? Eso es calumniar al imperio para joder la pista. Ni los yankees ni los dominicanos, jamás de los jamases, han intervenido en los asuntos de otras naciones. Calumnia, que algo queda, y suerte que queda algo…

Scott McClellan es un ameno portavoz presidencial norteamericano. Y este buen señor acaba de señalar, públicamente, que todo haitiano que trate de ingresar ilegalmente a los Estados Unidos será deportado con destino a su país de origen. ¡Bravo, carajo! Estados Unidos ejerce su derecho soberano y la mamacita de quien se atreva a criticarlo por eso. Además, Maginito, ¿no tienen los norteamericanos muchísimos condones dominicanos para enviarle esos haitianos ilegales? Quienes no pueden ejercer en su país el mismo derecho que emplean los norteamericanos en el suyo son los dominicanos, a quienes ablandan por la boca del estómago antes de endurecerle a moratones el trasero. Para que los dominicanos ejerzan ese derecho, don Magino, es necesario que se dicte una ñoña ley de Migración que obliga, antes de la deportación, a la celebración de un juicio, se supone que público, oral y contradictorio. Es decir, Maginito, que si por estos lares hay un millón de haitianos ilegales, ni modo, un millón de juicios. Por tanto, será necesario invertir todo el tiempo de la bolita del mundo para resolver esas vainitas, pues si aquí no se puede con los procesos pendientes a infelices dominicanos que pasan hasta años encarcelados por falta de una audiencia, ¿de dónde diablos saldrá el tiempo para dilucidar la cuestión haitiana?….Creo, Maginito, que el gobierno dominicano, al menos públicamente, asume una posición correcta cuando afirma que no puede permitir el establecimiento de campamentos para refugiados haitianos en su territorio. Merecen respaldo, por tanto, los pronunciamientos formulados por el canciller Frank Guerrero Prats y el secretario de las Fuerzas Armadas, teniente general José Miguel Soto Jiménez. Desde luego, hay que resistir y con muchos timbales por cierto, las presiones que puedan hacer los grandotes para que el país ablande su posición y por «razones humanitarias» permita los campamentos de refugiados que quisieron admitir, en otras épocas, otros guardias convencidos por el jefe imperial, pero que fueron desautorizados, aunque muchos no lo creen, por el presidente Joaquín Balaguer…

Fíjese usted, Maginito, como son las cosas de esta vida. Por «razones humanitarias» se exige a los dominicanos que toleren la entrada masiva de los haitianos que puedan huir de su territorio. Pero por esas mismas razones no hay quien convenza a los grandotes para que coadyuven en la solución del problema. Entonces se invocan razones legales y hasta sanitarias para deportar a los haitianos que puedan llegar a territorio norteamericano, o canadiense y de otras latitudes. Bien, Maginito, ahora, con la llegada de cincuenta militares norteamericanos para proteger su misión diplomática en Puerto Príncipe, se abre otro capítulo interesantísimo en esta fuñenda, y las declaraciones de Colin Powell, el pentagonista secretario de Estado de Bush, dando un plazo adicional de 24 horas para que se llegue a una solución con don Jean Bertrand, hacen que cualquiera se pregunte, ¿cuando carajo compraron los norteamericanos Haití para dar plazos como les venga en ganas? ¿O consiguieron la vecina República en uno de los tantos sanes que han jugado en América Latina? No, por nada.

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