Coctelera

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Mi querido Magino, seguro estoy de que usted escuchó o leyó el discurso que pronunció ayer el presidente Hipólito Mejía durante la sesión conjunta de las Cámaras Legislativas en ocasión de depositar allí un mensaje y las memorias de su gobierno durante el pasado añito. De esa pieza, caro viejito vagabundón, algo me intriga con timbales, pues el jefe del Estado sorprendió con el anuncio y dejó, en el casuano, puntos por aclarar…

El presidente Mejía se refirió a las «acciones desaprensivas» de una minoría y a los daños que dichas acciones causan a las grandes mayorías, constituyéndose eso en un atentado a la paz social. Y al llegar aquí, comenzó el bombardeo presidencial: «Consciente de que para alcanzar este objetivo (la paz social) debemos contar con el apoyo del sector privado, con profundo beneplácito anuncio al país que en el día de hoy hemos creado el Consejo Consultivo Presidencial»….

De inmediato añadió: «Consejo que tiene por misión ser un órgano consultor del Poder Ejecutivo compuesto por siete personalidades del sector privado, con una gran visión del desarrollo económico-social, con reconocido sentido pragmático y gerencial, y con profunda vocación de servicio al bienestar general». Todo eso es bueno, buenito de verdad, por más que se haya dilatado en venir. Aquí se ha perdido un tiempo precioso en dimes y diretes y es claro, muy claro, que el estilo presidencial no ha favorecido mucho el estrechamiento de nexos con el sector privado, pues el presidente Mejía a cualquiera le espeta un calificativo de su cosecha más espléndida que la de Rotschild o Undurraga, ojalá que toda esa vaina termine. ¿Quienes son, se pregunta ahora, los siete jureles del Consejo? En horas de la tarde se anunció un equipo de jureles de enorme poder económico: Alejandro Grullón E., Manuel Enrique Tavarez S., Elena Viyella de Paliza, Roberto Bonetti Guerra, Ramón Menendez, José León Asencio y Héctor Rixek, todos bajo la presidencia del propio Mejía…..

Mire, don Magino, se lo voy a contar como me lo contaron, pues en este país todo puede acontecer. El «Alta Mar» es un buque comercial, de propiedad privada. Anclado en Barahona, descubrieron a bordo varios polizones. La Marina de Guerra los sacó de la embarcación. Los presuntos «turistas» fueron puestos en libertad y acudieron al muelle, donde realizaron un «piquete» que evitó la salida del «Alta Mar». Los protestantes se quejaron de que se vulneraron sus «derechos». Por fin el «Alta Mar» se fue de viaje y después de cubrir San Martín, ya en aguas territoriales norteamericanas, frente a Puerto Rico, se descubrieron nueve polizones a bordo. Se llamó al «Coast Guard» para notificarles el asunto y este organismo dijo que nueve polizones eran «muchos» y que lo mejor que podía hacerse era devolverse a Dominicana…..

El «Alta Mar» enfiló proa hacia territorio dominicano. Llegó a La Romana, pero agentes de la Marina dijeron que ese era un puerto «privado» y que los polizones no podían ser desembarcados allí. El barco se dirigió, entonces, al puerto de San Pedro de Macorís y entonces los efectivos de la Marina de Guerra sacaron a los viajeros ilegales, pero la embarcación ya había perdido dos días de trabajo, gastando dólares en combustibles y pagando, también en dólares, a la tripulación. Juzgue usted, Maginito y después joda poco…..

Don Hipólito ve las elecciones del próximo 16 de mayo como la gobernabilidad contra la reelección. No es tan fácil la vainita esa. Eso creyó el doctor Balaguer cuando acudió al Congreso el 27 de febrero de 1978 y amplificó la voz de Peña Gómez en ese recinto, para luego pregonar que no se cambiaba de caballo en medio del río. La gente, mi querido Magino, cambió de caballo, no le cambió el nombre al río y nadie se ahogó…..

Estuvo muy bueno eso de que el presidente Mejía depositara una ofrenda en el Altar de la Patria. Así se acordaron, a nivel de gobierno, de Duarte, Sánchez y Mella en el 27 de febrero. En el Congreso durante la sesión conjunta, don Hipólito solo se mencionó a la hora de repartir la paternidad de democracia dominicano, a Joaquín Balaguer, José Francisco Peña Gómez, Antonio Guzmán Fernández y Juan Bosch Gaviño…..

Y a propósito, Maginito, doña Milagros Ortiz Bosch vuelve a Educación, votará por el candidato oficial del PRD, es decir, por Hipólito, y se acabó su cuartel. Sin duda alguna, Maginito, que subestimaron a don Hipo, y el presidente jugó al trúcamelo con sus oponentes. Solo queda don Fello Suberví, pero eso es cuestión de días. Aleluya.

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