Coctelera

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¡Saludos a don Magino y familia! Y espero que usted disponga de la lista de los 1,300 productos que han bajado de precio, según se le ha informado al presidente Leonel Fernández y que éste así lo dijo al país. La publicación de esa listita, completa, haría un gran bien. Así, pues, que los relacionadores públicos del gobierno tienen la palabra… Maginito, no se si el ingeniero César Sánchez fue bueno o malo al frente de la hoy Triple E, es decir, la Corporación de Empresas Eléctricas del estado (CDEEE), Pero se presume que debe saber controlar sus pronunciamiento, como nadie lo discute su preparación en la materia. Por tanto, sería oportuno que no se echara en saco roto la declaración formulada por Sánchez, cuando alega que las dos plantas anunciadas por el gobierno para producir 1,200 megavatios, y que funcionan con carbón, son plantas viejas. Tampoco se debe pasar por alto la declaración de que el kilovatio se vende a ocho centavos de dólar y no a diecinueve como dijo el secretario Danilo Medina. Aquí tiene el gobierno una buena oportunidad por delante, oportunidad que no debe desperdiciar, sobre todo cuando el partido al cual pertenece Sánchez, el PRD anunció que le dará al régimen de Leonel funda por todas partes…

Buena pata se anota el Estado cuando planifica resolver el problema que afecta a Santiago con el vertedero de Rafey. El gobierno central aportará 50 millones de los hediondos para construir un nuevo vertedero en El Naranjo y garantizará al Ayuntamiento los restantes 50 millones que se necesitan, en créditos concedidos por el estatal Banco de Reservas. De esa manera, la comunidad santiaguense, trabajadora a tiempo completo, recuperará la tranquilidad cuando desaparezca el humo contaminante que proviene de Rafey. Pata para el gobierno central, sobre todo cuando se solidariza con el Ayuntamiento de Santiago, que se encuentra en manos de la oposición. Bien ha hecho, pues, en asumir su responsabilidad frente a la ciudadanía…

¿Qué en las elecciones del 2006 habrá que escoger más de veinte diputados por encima de la cantidad actual de miembros de la Cámara Baja, todo debido a las nuevas divisiones políticas del país que se han hecho en los últimos tiempos? ¿Y qué? ¿Qué habrá que hacer lo mismo con la gran cantidad de nuevos regidores? ¡Esos son sacrificios necesarios para los contribuyentes! ¿No se ha dado cuenta usted, mi querido Magino, de los beneficios colaterales que esos aumentos representan? ¿Acaso ignora usted que habrá que conceder, en la Cámara de Diputados, más de 40 exoneraciones para el período 2006-2010, más de cuarenta por encima del número actual? ¿Quieres usted negar la ocasión a los compradores «de oportunidad» para que se hagan de Lexus, Ferrari, Mercedes y otras marcas élites? ¿No sabe usted, viejo carajete, que subirá el número de armas de fuego que se venderán para los nuevos legisladores? ¿Y qué me dice de los viáticos, gastos de viajes, choferes, guardaespaldas, secretarias y demás yerbas? ¿Y de las reparaciones que se necesita cuando se emprenda la ampliación del hemiciclo para colocar las nuevas curules? Todas esas cosas, Maginito, son importantísimas para el desarrollo del país. Por tanto, es importante que se siga fraccionando el territorio nacional, que se continue con la creación de nuevas demarcaciones. Eso lo exige el progreso. Solo los pre-modernos nos oponemos a esas vagabunderías, perdón, a esas cosas. Trabajemos para mantener burócratas. Y todo eso con copia para los regidores…

Mire, Maginito, no creo que el hecho de que el presidente Fernández observara o vetara la ley que obliga a la Junta Central Electoral (JCE) a distribuir en partes iguales los recursos que se destinan a los partidos políticos que lograrán cuando menos el cinco por ciento de las votaciones de los últimos comicios, no creo repito, que ese hecho constituya una declaratoria de guerra al Congreso Nacional. El presidente Fernández, viejo verde, ejerció un legítimo derecho que le asiste, como lo ejercieron los legisladores cuando dictaron la nueva ley. Lo que es evidente es que existe marcado interés en algunos sectores para crear pugnas entre dos poderes del Estado que deben luchar con idénticos fines: el progreso de la nación. De todos modos, preferible sería que los políticos sufragaran sus propios gastos, y que en aras de la «democracia», no se coja de pendejo a un pueblo, obligándolo a pagar impuestos para destinar dinero a quienes deberían ser ellos quienes pagaran por las designaciones que se les hacen.

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