Coctelera

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¡Llegó el día, caro Magino! Por tanto, levántese temprano, dése un buen bañito, desayune ligero, póngase un flucito limpio, revise bien sus documentos personales y acuda a la mesa electoral en la cual le toca depositar su voto por el candidato presidencial de su preferencia. Haga su filita con tranquilidad, fuña poco la pista mientras espera su turno y después que ejerza su derecho ciudadano, retorne a su hogar a botar el golpe y póngase a oír radio o a ver televisión, ya que por segundo día consecutivo no se topará con la ola de propaganda comicial que dejó más sordos y ciegos que el carajo. ¡Felices pascuas y próspero año nuevo y nos vemos, Dios mediante, dentro de cuatro añitos!…

¿Anjá, entonces hay guanajos que creen que Leonel es tan pendejo para ponerse a hablar vainitas por teléfono, dentro o fuera del país? Ahora bien, Maginito, de que por aquí aparecen magos a la hora de editar cintas, no lo ponga en dudas. Pasó cuando el doctor era el papaupa de la matita y un antiguo director del DNI acudía a su despacho con maletines llenos de cintas magnetofónicas, grabadas a seguidores y adversarios, cintas procesadas por expertos que aún están activos y que han servido a todos los gobiernos y desgobiernos que hemos tenido por estos lares y solares. Esas grabaciones se hicieron durante las administraciones reformistas, peledeísta y perredeístas. Y se sabe que «peloteros» extranjeros vinieron con refuerzos, en distintas ocasiones, para esas vagabunderías que, al parecer, tanto gustan tanto y tienen tanta demanda….

Mire, Maginito, el país no finaliza hoy su vida. Por tanto, lo más deseable es que las elecciones concluyan como todos esperamos, de manera tranquila, decente, civilizada y que asuma el poder, el 16 de agosto, el candidato que más voto obtuvo de manera limpia y libre. Todo eso así, dado que los problemas económicos persisten y algunos se agravan. Está, por ejemplo, el caso de la detención del convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), tan necesario en estos momentos. Y no es verdad que hablar de la detención de ese convenio se hace por asuntos políticos. Las autoridades, especialmente las del Banco Central, saben que no hay interés político alguno cuando se habla de ese asunto. También está, Maginito, la cuestión del proyecto de ley que mutila parques nacionales, por una razón o por otra. Y funcionarios oficiales saben que es rigurosamente cierto que la aprobación de ese proyecto, tal y como lo han hecho los legisladores, es una espada de Damocles sobre la cabeza del Tratado de Libre Comercio (TLC) suscrito con los Estados Unidos y cuya aprobación congresional, congresional estadounidense, va a provocar agrias discusiones. Esperamos, por tanto, que seamos sensatos y le marchemos a los problemas económicos con mano firme, sin demagogia…

La Organización de los Estados Americanos (OEA), al parecer, ha puesto más interés en las elecciones dominicanas de hoy que en otro cualquiera proceso electoral del continente. De manera extraoficial se ha sabido que la OEA cuenta con mecanismos para conocer los resultados de las votaciones, independientemente de los centros de la Junta Central Electoral (JCE) y los de los partidos políticos mayoritarios y cualesquiera otro que pueda existir. Desde luego, donde se lee OEA puede leerse Estados Unidos. Eso no significa, sin embargo, que la OEA o la misión norteamericana ignoren a la JCE. Por el contrario, han hecho cuantos esfuerzos están a su alcance para reforzar al tribunal comicial quisqueyano, han respetado, como tenía que ser, las decisiones de ese organismo, aunque jamás han callado que deseen unas elecciones limpias, libres, «transparentes», como se dice hoy. En materia electoral, y a través de los años, hemos probado que necesitamos una gran atención internacional, pues somos mañosos que eso manda madre y le damos un tablazo a cualquier guanajo si éste baja la cabeza. El presidente Mejía, candidato a la reelección, dijo que el doctor Joaquín Balaguer nos enseñó que se podía ser jefe del Estado y aspirar a seguir en el cargo. Eso es rigurosamente cierto. Pero el doctor Balaguer nos enseñó muchas otras cosuanitas más, hasta el punto de que se bromeaba al decir que el viejo caudillo, en su cédula, en el renglón de profesión u ocupación, tenía inscrita la leyenda «presidente de la República». Bueno, Maginito, a descansar y a votar, para que luego pueda sentirse satisfecho del acontecer democrático dominicano.

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