Coctelera

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Muy buenas, mi querido Maginito. Ahora tenemos que el embajador Santiago Murray, jefe de los observadores que nos envía la Organización de los Estados Americanos (OEA), muestra su sorpresa por los grandes mitines de cierre de campaña que realizan los partidos políticos, dado el elevado costo que éstos tienen. Bien haría el señor Murray en pasarse unas vacaciones en este país de la cigüita palmera, para que vea cositas interesantísimas. Por ejemplo, conocer el per cápita de Mercedes Benz existentes aquí, superior al de Alemania. También debería acudir a góndolas de supermercados, para que vea como se juega con vinos que no se consumen ni en Francia y como el `etiqueta azul` está a la orden del día, con un costo por botella que se acerca al salario de un mes de un infeliz obrero…

Desde luego, la preocupación del embajador Murray por los mitines `grandotes` no será compartida por sus organizadores y canchanchanes. Esos mitines presentan toda clase de elementos, desde los que se trasladan en guaguas pagadas por los partidos y pagadas también por los guanajos en general cuando de vehículos de la OMSA se trata, hasta los que vienen en camas de camiones. Suspender esos mitines es quitarle el aguardiente de la boca a los borrachos que hacen su agosto en esos días, pues el regalo de ron es algo obligatorio. Están los que reciben dinero en efectivo para dirigir coros de chulerías, los portabanderas pagados y hasta los carteristas que hacen su agosto cuando de meterse en multitudes se trata. )O acaso olvidó usted, Maginito, que durante el sepelio de un expresidente carterearon a un jefe de la Policía. Mire, viejo atrevido, los grandes mitines constituyen hasta «fuentes de empleos» para una partida de vagos que no sabe hacer otra cosa que pendejar para que otros halen…

Al embajador Murray también le sorprende que los candidatos no discutan sus programas de gobierno. Y esa preocupación hay que compartirla, aún cuando alguito se ha avanzado gracias a la magia de la televisión. Hablar en los grandes mitines es perder el tiempo. El público, en sentido general, se pone a canear y poco o nada le importa cuanto dicen los oradores. Estos, a su vez, hablan más pendejadas que el carajo y emocionados por la bulla que hacen quienes les «escuchan» meten la pata a cada paso…

Otra cosa es, viejo charlatán, sentarse frente a las cámaras de la televisión, a conversar con los electores, ya sea en simple exposiciones respondiendo preguntas que se les formulen. Poco a poco, los electores quieren que les digan cosas interesantes, que les expliquen programas firmes. Lamentablemente, y dado el bajo índice educativo que nos azota, aún hay grandes masas –que también votan– que se dejan impresionar por la demagogia de charlatanes y embusteros, por deformadores de la verdad, por auténticos estafadores cuando de usar la palabra se trata….En esta campaña, pese a los insultos y a los disparates ofrecidos –no hay inocentes– algo se ha avanzado. Y los aspirantes han expuestos sus ideas a través de la radio y de la televisión, aún cuando hay exposiciones que han dejado mucho que desear. Ojalá, pese a los problemas mostrados, que en un futuro lejano los aspirantes se aboquen a acudir a debates esclarecedores y que no se crea que los debates son armas que deben descartar quienes se sientan en posición cimera. Los debates deben realizarse para satisfacción del elector y no para halagar a los aspirantes…

Mire, Maginito, )cómo es la vaina esa? )Que el PLD y el PRD tienen cadenas radiales preparadas para joder la pista el domingo en la noche? )Y la Junta Central Electoral? )Está ese organismo de adorno? Vamos a evitar vainas con tiempo, vamos a anticiparnos a las dificultades en vez de esperar que los problemas se presenten para resolverlos. No nos gusta la cosita esa de las cadenas obligatorias, –que transmita quien lo desee o en caso contrario se salga del aire– pero menos nos agrada que se creen situaciones que todos tendríamos que lamentar. Los boletines electorales corren a cargo, exclusivamente, de la JCE. Y ojo con la vainita esa de «boca de urnas», que aquí sí sabemos, de sobra, que hay quienes se prestan para engañar hasta a su mismísima madre.

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