Coctelera

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Mi querido Magino, ¡salud! Nunca le he dirigido ese saludo con tanta sinceridad como hoy, pues aquí quien se enferma y no dispone de medios, se jode. No me refiero a la situación imperante en los hospitales públicos, sin medicamentos, con equipos deficientes y sin médicos durante varios días a la semana, dado que las huelgas declaradas por esos profesionales no son cosas chiquititas. Lo que me alarma, y de verdad, es el precio de los medicamentos, en constantes alzas y con algo también extraño: las farmacias tienen fijado un margen de ganancias, creo que del 30 por ciento, y aun así son notables las diferencias de precios en algunas líneas, entre una «botica», como decían nuestros viejos, y otra. Y no me venga con el cuentazo de que eso se debe a la época en que fue comprada la medicina….

El gobierno, Maginito, tiene una pendejada que se llama Promese, con la que teóricamente abastece los hospitales y las llamadas farmacias populares. Pero el gobierno siempre tiene problemas económicos y no puede satisfacer las necesidades de la población con su Promese, por más promesas que se hagan y por más buenas intenciones que se tengan. Se requiere algo más, para tratar de bajar el precio de los medicamentos, precios que están marcados por el alza en la prima del dólar, el cobro del dos por ciento a las importaciones, el diez porciento del recargo cambiario y otras bendiciones nunca apostólicas. Pero si usted quiere añadirle algo más, pues hágalo. Piense en las regulaciones de la Organización de Comercio (OMC), en las presiones de embajadores extranjeros a favor de sus transnacionales de las medicinas, en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Interamericano de Desarrollo, en el Banco Mundial, en la Secretaría de Industria y Comercio, en el respeto al derecho de propiedad intelectual y del industrial, en la OEA, en la Junta Monetaria, en la Superintendencia de Bancos. Piense en todas esas pendejadas, para ver si así le bajan unos decimitos de fiebre cuando usted sea premiado hasta con una gripe de caco pelao…..

Mire, Maginito, la industria farmaceútica dominicana está preparada para coadyuvar en un programa que pueda abaratar el precio de los medicamentos en beneficio de una población que está requetefuñida por la inflación en sentido general. Esa industria puede producir en grandes cantidades, los denominados genéricos, no solo para el consumo local, sino también para la exportación. Necesita, eso sí, que la destraben un tanto, que el gobierno no vea esa industria como una fuente para recaudar ingresos, sino para mantener un más alto nivel de salud en quienes sí pueden, entonces, generar verdaderos ingresos…..

Recuerde usted que eso no es imposible. De 1982 a 1986, durante la administración tan combatida del doctor Salvador Jorge Blanco, al frente de Salud Pública estuvo un gran médico dominicano, Amiro Pérez Mera. Como epidemiólo al fin, y de los buenos, Pérez Mera dio prioridad a la medicina preventiva, y formidables fueron sus campañas de vacunación contra males como la polio, sarampión y otras. Pero eso no fue todo: Pérez Mera puso marcado énfasis en la fabricación e importación de genéricos, y aunque detestado por grandes importadores de productos «de marca», su trabajo ayudó, de manera notable, a los pobres que necesitaban medicamentos al alcance de sus bolsillos. ¿No puede mantenerse esa política de salud en el sector oficial?…..

¿Qué sería de los diabéticos si no existiera un Instituto que le facilita la insulina a una décima parte de su valor en farmacias? El genio del desaparecido Nozim Hazoury logró un convenio con un laboratorio noruego, y eso solo ha salvado miles de vidas de diabéticos que morirían si tuvieran que pagar alrededor de mil pesos por el medicamento que necesitan inyectarse cada día. Es imposible producir en el país los medicamentos que se necesitan para enfrentar la hipertensión arterial? Y así, Magino, muchas otras enfermedades que afectan millares y millares de dominicanos pobres, para quienes los medicamentos se han puesto fuera de su alcance, lo que pone en inminente peligro sus vidas. Algo tiene que hacerse. Y rápido.

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