Coctelera

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Mi queridísimo Maginito, como sé que a usted le gustan mucho las anchoítas esas que tienen una pequeñita aceitunita en el centro, le diré que la latita de esa vainita se fue de RD$39.95 a RD$125.00. Es decir, dio triple y llegó de pie a la antesala. De todos modos, a usted no le conviene mucho consumir exceso de sal. Así, pues, ahórrese lo de las jodidas anchoas y también se economiza los costos de análisis para establecer su nivel de más pendejadas que el carajo en la sangre. ¡Aleluya, nos jodimos!….

El tema militar, mi querido Magino, ha sido una especie de tabú en este país tan especial. O mejor dicho, fue un tema tabú durante años y años. En las alturas, cuando de militares se trataba, se tenía que manejar la situación con especie de pinzas, para no herir sensibilidades por una parte; para no provocar a quienes se consideraba como-hombres, por la otra. Durante el gobierno de Trujillo todos sabemos como se manejaba esta vainita. Aunque también sabemos que los militares, en vida de El Jefe, no se atrevían a tomarse ciertas libertades, pues corrían el riesgo de que les rompieran la parpatana….

Los hombres de uniforme fueron usados después de la muerte del dictador. Pero también es bueno admitir que ellos usaron el poder, no para ejercerlo directamente, sino para beneficiarse del mismo en forma indirecta, acumulando fortunas y propiedades. El profesor Juan Bosch se tropezó con esa situación. No supo sortearla y al exigir al poder imperial un respeto por la soberanía nacional, los altos mandos militares dominicanos, en su mayoría, vieron la ocasión de salir de un «serio inconveniente» –Bosch– y le dieron el palo de la gata. Con el Triunvirato fue «rompan filas y viva El Jefe», hasta que un grupo de militares jóvenes, con respaldo político, se decidió a poner un freno a tanta desvergüenza. Todos sabemos lo que ocurrió. Intervención castrense gringa y otras cosas….

Durante los doce años de gobierno del hoy «padre de la democracia», doctor Joaquín Balaguer, el viejo zorro de la política bailó sobre el filo de la navaja manteniendo la división militar, en su cúpula, y haciéndose de la vista gorda con la corrupción rampante que se mostró, especialmente en el campo azucarero. Se puede afirmar que don Antonio Guzmán, al frente del gobierno perredeísta 1978-82 inició un cambio en las Fuerzas Armadas y este cambio, para bien de la institución, ha proseguido con el paso de los años. Decir que las Fuerzas Armadas de hoy son las mismas, en cuanto a espíritu se refiere, que manejó Trujillo, es algo abusivo….Es evidente, sin embargo, que el fantasma político no ha desaparecido del organismo militar, como tampoco ha desaparecido el miedo a enfocar el tema castrense con la misma entera libertad con que se enfocan los demás puntos gubernamentales. Y no veo razón aparente para ese silencio. ¿Por cuáles motivos tienen el ciudadano común y corriente, las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos, que abstenerse de enjuiciar las actuaciones militares, si todo ese aparataje es pagado con los dineros del contribuyente? ¿Por qué, si se critican gastos en el orden civil, no puede hacerse lo mismo con el militar? Las Fuerzas Armadas forman parte del aparato gubernamental, con sus funciones claramente fijadas por la Carta Magna. Y tienen que estar sujetas a cuestionamientos y a supervisiones como los organismos de la vida civil….

Ahora mismo, el tema militar ha salido a la palestra pública. Pero sin duda alguna que se ha sacado con muy mala leche, con fines puramente políticos y partidaristas. Como bien dijo ayer un alto y capacitado oficial, activo él, por la televisión, hay que favorecer que el tema militar se debata públicamente. Lo lamentable es que eso se haga para hacerlo coincidir con una agitada campaña electoral y que cada bando quiera sacar partido de la situación. También chocante es que unas Fuerzas Armadas que se autotitulan «no deliberantes», sí deliberen a su más alto nivel con opiniones que, hasta que no se produzcan muy necesarios cambios en las reglamentaciones castrenses, deberían estar consagradas al poder civil….

Creo, Maginito, que el tema militar sí debe debatirse en público, aún cuando los miembros de los institutos armados no deben ser usados a manera de preservativos por estamentos civiles que quieren que se les cobre miedo, pavor, pasando por alto que los tiempos cambian, y que todo el mundo se convence de que gente no come gente, sin importarle un carajo como se vista alguna gente.

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