Coctelera

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Buenas, Magino. En algunos medios de comunicación se puede leer que el empresario Rafael Corporán de los Santos, al incorporarse al reeleccionismo, pidió dos veces votos coloraos en vez de votos blancos. Es que el Doctor, desde el más allá, enreda a cualquiera…..

Consternación debe causar, viejo sinvergüenza, un informe de la Organización del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF): Unos cuarenta millones de niños sobreviven en las calles de América Latina y el Caribe, y la mitad de ellos inhala pegamentos. Nuestro país, como es lógico suponerlo, se encuentra entre las naciones afectadas y el problema, en vez de aliviarse, empeora, debido a una ausencia de patria potestad en todos los órdenes y a la falta de recursos en el sector público…..

En los precisos instantes en que un documental sobre los «palomos» en las calles dominicana se exhibe en Nueva York, –se estima el número en unos 30,000– el fiscal de Santo Domingo Este anuncia el rescate de 29 menores de edad, nada menos que trece niñas dedicadas a la prostitución y 16 niños convertidos en trasvestis. El fiscal, un hombre que se preocupa por mejorar la situación de tragedia de su ciudad, señala que las niñas fueron entregadas a sus padres, mientras que la mantenedora del centro de prostitución fue sometida a la justicia. ¿Serán esas niñas reencauzadas por el buen camino, por los mismos padres –hay que llamarlos así– que las entregaron o vendieron para ser prostituidas, según afirma el funcionario judicial?…..

Se habla, Maginito, de que es la miseria, la pobreza extrema, la causa de esta situación tan potencialmente peligrosa para el futuro de la nación. Este problema, viejo amigo, es de muy difícil definición y más complicada solución. Es innegable que la pobreza extrema, con el consiguiente abandono de la educación, constituye el principal caldo de cultivo para alimentar un mal que nos atañe a todos resolver, aunque sea por razones de simple supervivencia. Los gobiernos que nos damos, en la mentada representativa como solía decir algunas veces el desaparecido profesor Juan Bosch, al fomentar un paternalismo clientelista –sumamente costoso para todos– desarrollan un espíritu de vagancia en ciudadanos que consideran que el Estado está obligado a dárselo todo, desde el techo hasta la manutención de los hijos…..

¿Cuántas veces no ha visto usted, caro Magino, la mujer que acude a un diario con cinco niños, de padres distintos, en reclamo de que el gobierno la socorra ofreciéndole una vivienda y «aunque sea una pensión»? ¿Cómo se entiende que esa mujer procree cinco muchachos distintos, con cinco maridos, y que esos niños, a muy temprana edad, sean lanzados a las calles a pedir centavos, a limpiar vidrios de carros, para «ayudar» a sostener lo que jamás podrá llamarse hogar? Y mientras eso ocurre, los padrotes pululan por las calles de las ciudades, tras abandonar los campos, pregonando su machismo, y esperando que las promesas de los políticos irresponsables se conviertan en realidades…..

La situación crea cierta alarma, Maginito, pues esos menores que hoy están en las calles, abandonados, son presas fáciles de los delincuentes que los usan para cometer sus fechorías, convirtiendo también en delincuentes a niños que deberían estar en centros especializados. Es mejor el sacrificio estatal en costear esas instalaciones, que el precio que tendrá que pagar la sociedad por quienes se convertirán en sus enemigos jurados de no socorrérseles a tiempo…..

Creo, Maginito, que las cosas no deben verse fuera de un contexto generalizado. Por eso entiendo que este problema de la niñez en las calles, la niñez prostituida y explotada, es producto de las injusticias sociales que prevalecen en esta América nuestra y en esta nación nuestra. Mientras no se corrijan las desigualdades imperantes, mientras persistan los males del desempleo, falta de salud y de educación, mientas la sana recreación se use en forma demagógica en determinadas ocasiones, mientras los males sociales se vean como «existentes en todas partes» y, por tanto, se fomente el conformismo, mientras la economía se rija por el sistema de la explotación del hombre por el hombre, mientras todas esas lacras persistan, quizás sin verlo, estaremos contribuyendo al desarrollo de generaciones de delincuentes, producto de lo cerca que estamos de los bienes materiales –a cualquier precio hay que conseguirlos– y lo lejos que vivimos de Dios.

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