Coctelera…

Coctelera…

Mi querido Maginito, saludos afectuosos para usted y los suyos. Y hagamos hoy un pequeño paréntesis post electoral, no para comentar, digamos, que después de los comicios ya le metieron un alza de RD$1.05 a jugos de naranja sin azúcar o que la bandidaza de la prima del dólar subió unos pesuanitos. Hagamos ese paréntesis para referirnos a algo de mucho interés público…

Nuestro hermano mayor, el mismito que señala Orwell en «1984», ha divulgado su informe anual en relación al estado de los derechos humanos en el mundo. Suponemos que ya lo tienen los señores senadores estadounidenses, quienes gozan una barbaridad con las cosas que preparan los muchachones del «Colin Powell Jazz Band», tan interesados en el muy reciente proceso vagabundón, se cita a la República Dominicana como uno de los países con «pobre desempeño» en materia de los derechos humanos en el 2003, junto a Venezuela, Colombia, Cuba y Haití…

No vamos a privar en más fruta fina de la cuenta y a decir que todo es perfecto por aquí. Es muy posible que los jodidos intercambios de disparos protagonizados por agentes policiales por una parte, sean causa de gran «preocupación» norteamericana. Hay razones para justificar esa preocupación. Como también hay que aceptar que la crisis económica complica las cosas en materia de derechos humanos, pues entendemos que comer, alimentarse, es muy posible que sea el principal de esos derechos, pues debe hacerse diariamente…

Mire, Maginito, aceptemos como buenos y válidos muchos de los argumentos que se esgrimen en el informe del Departamento de Estado. Y hagamos cuanto esté a nuestro alcance para evitar situaciones similares a las denunciadas, no para complacer a los gringuitos, sino para el bien de nuestra propia sociedad…

Ahora bien, viejo charlatán de aldea, por pura reciprocidad emprendamos un camino de buena voluntad que nos lleve a prestar nuestros servicios a la sociedad estadounidense, que se merece siempre lo mejor. )Por qué nuestra Cancillería, por ejemplo, recabando opiniones de nuestros embajadores y cónsules alrededor del mundo, no recaba las opiniones que describan el estado de los derechos humanos en los Estados Unidos o en zonas controladas por esta poderosa nación? Reitero lo que digo desde hace años: esos informes son muy necesarios, para luego entregarlos a nuestro Senado. No creo que el asunto salga tan caro. A lo mejor, la mayor inversión en dinero habría que hacerla para adquirir las inyecciones de testosterona, necesarias para vigorizar a los investigadores primero y a los redactores del informe después…

Ahora mismo, por ejemplo, no es mucho lo que hay que investigar para establecer qué ocurrió en el presidio de Abu Chraib, donde prisioneros iraquíes recibieron un tratamiento «especial» ofrecido por sus «custodios» yankees. Naturalmente, ninguno de esos tratamientos debería sorprender a la conciencia mundial, pues los mismos son muy bien descritos por Gordon Thomas en «Las Torturas Mentales de la CIA», aun cuando existen algunos muy pero muy sofisticados a cargo de médicos despiadados que son tan osados de denunciar al carnicero alemán de Joseph Mengele, cuando ellos, esos médicos de hoy, son más deshumanizados que los seguidores de aquellos monstruos de la «raza pura»…

No se por cuales motivos, Maginito, hay quienes se alarman por cuanto ha ocurrido en presidios iraquíes. )Es que ninguno de los muchachones de la nueva generación ha leído la autobiografía del doctor Heriberto Pieter Bennett, quien relata la forma en que fue torturado nuestro Cayo Báez durante la intervención militar norteamericana de 1916? Fue el sabio médico dominicano quien le curó las heridas producidas por el salvajismo interventor. Lo que pasa es que las torturas de hoy se han sofisticado un tanto, pero no por eso dejan de ser salvajes y violatorias de los más elementales derechos humanos…

El mundo, Maginito, tiene derecho a conocer oficialmente, en sus parlamentos, cuanto pasa en el Norte bravío en materia de derechos humanos. Lo que ocurre, digamos, en esta América morena y hambrienta, lo sabemos de sobra. No lo justificamos ni justificaremos. Por el contrario, lo condenamos con todo vigor y exigimos hasta donde es posible hacerlo que se busquen correctivos. Pero es injusto ignorar, por ejemplo, cuanto pasa en el campamento de prisioneros que tienen las tropas norteamericanas en Guantánamo, Cuba, campamento formado, hasta donde se puede establecer, con prisioneros trasladados desde Irak o la «vecina» Afganistán. Seamos solidarios con Estados Unidos. Vamos a ayudarlos con informes que revelen, cada año, la evolución de los derechos humanos allí. No seamos tan mal agradecidos con el hermano mayor que nos vigila para que no metamos tanto las patas.

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