Coctelera

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¡Sopla, Magino, cuántas pendejadas se escuchan por aquí: “El presidente Mejía prefirió no responder los cajetazos a la cabeza que le tiró el cardenal López Rodríguez. Y se limitó a decir que el purpurado es un ‘libre pensador’. ¡Mamacita!…

Hará cosa de unos sesenta o cincuenta años que el bacalao era una comida “de segunda”. Eran los días en que Santo Domingo podía definirse como una aldea. Los años pasaron y el bacalao fue sometido a la rígida disciplina de precios, hasta constituir un artículo de lujo, lo que es hoy, bien se trate del que se trae de Noruega o de aquel pichón de tiburón que se sala por estos laditos para engañar compradores. El asunto ha llegado a un extremo tal que a un joven le preguntaron si gustaba del bacalao, en ensalada, locrio, croquetas o como fuera. El muchacho, tímido él, se limitó a responder: “El único bacalao que conozco es el de papel, aquel que se hace a colores, con pendones y flecos y se vuela especialmente en estos días de buena brisa de Cuaresma”…

Maginito, nunca es tarde: congratulaciones a los estimados colegas Tania Hidalgo, Fernando Quiroz y Francisco Ortega, quienes fueron condecorados por el presidente Mejía con la medalla al Mérito Civil. Tania, Fernando y Francisco están unidos a HOY por “La Esquina Joven”, entre otros nexos, aún cuando Ortega está de `vacaciones` desde que entró a formar parte de la judicatura. Felicitaciones de corazón a tres valiosos jóvenes de esta sociedad…

Se puede hacer la pregunta y si alguien se molesta por la misma, ni modo, puede montarse en el caballo de la sabana de Barbarito Diez: ¿Cuánto ha costado al Estado, es decir, a los contribuyentes, la operación de los medios de comunicación, escritos y electrónicos, intervenidos al quebrado Banco Intercontinental (Baninter) y/o a su presidente, el señor Ramón Báez Figueroa? No, por nada. Y no me digan que al Estado no le cuesta nada, sino al Banco Central…

¿Qué habrá problemas con la siembra del tabaco rubio por los altos costos? No me joda nadie la pista, ¿y los altos costos de los infelices que tienen que comprar comidas y medicinas y transportarse de un sitio a otro? ¡De eso no se habla!…

¡Qué bueno están los apagones! Vienen en la mañana, la tarde y la noche. Y la suerte es que a cada rato decimos, públicamente, que tenemos seguro el dinero para comprar petróleo y que se garantiza el suministro de la energía eléctrica. ¡Viva la Serie del Caribe, carajo! ¡Y Fidel Castro también!…

Y ya que hablamos de Serie del Caribe, tenemos por aquí, don Magino, la presencia de don Luis Rodríguez Olmo, quien acaba de ingresar al Pabellón de la Fama del más importante evento beisbolero profesional del área. Rodríguez Olmo, boricua, con más de ochenta añitos, fue tremendo beisbolista. Jugó para los Dodgers. Se fue a México en el decenio del 40 del pasado siglo, junto a Sae Magae, Fred Martin, Max Lanier y otros, cuando la locura aquella en que los hermanos Pasquel desafiaron las Grandes Ligas. Retornó al big show. Fue estrella del Caguas y de Series del Caribe. Y aquí jugó para el Licey, en 1952, en los días del béisbol romántico….

En aquellos días se especuló que la figura de Rodríguez Olmo fue recomendada a Francisco Martínez Alba, presidente del Escogido, pero a éste le dijeron que Rodríguez Olmo estaba “quemado”. El asunto llegó a oídos del Jíbaro, quien vino para el Licey y aquí jugó un béisbol de primerísima calidad, ganando el título de bateo y formando, junto a Alonzo Perry y Bert Haas el grupo que el inolvidable y querido compañero Félix Acosta Núñez bautizó como “Los Tanques”, tema que motivó la composición de una pieza en ritmo de merengue. Por cierto, Licey no ganó en 1952, pues el triunfo correspondió a las Aguilas Cibaeñas, equipo que implantó una marca de la cual nadie habla, pero que será difícil, por no decir imposible, de romper: jugar una campaña completa sin dar de baja a un solo jugador. A lo sumo podría ser igualada. Saludos a Rodríguez Olmo en ésta, su enésima visita al país, donde ha jugado y juega tanto golf….

Magino, dése un baño bien frío, que la temperatura está más alta que el carajo, aún cuando se inicia febrero, dizque época de fresquito. Aquí, fresquitos, solo algunos políticos y sus canchanchanes.

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