El huracán Ike podría darle un cajetazo al norte del país el próximo domingo. ¡Tenía que tener apodo de guardia para ser tan jodón! Farmacia Mella
Los reformistas que se fueron con Leonel no podrán regresar al PRSC con su cara de parapampín. Ni aunque lo diga don Amable. ¿Y la penitencia?. Farmacia Mella
Una pregunta tonta: ¿queda con vida algún damnificado del huracán San Zenón? San Zenón, mi querido Magino, fue un ciclón y su madre que pasó por aquí el 3 de septiembre de 1930. Devastó una gran parte de Santo Domingo, que era una aldea en la época. Casas de madera techadas de zinc, bohíos de canas y construcciones de concreto mal hechas constituyeron un filete mignon para San Zenón, furioso huracán que no pudo destruir las viejas edificaciones coloniales que habían resistido el paso de los siglos.
El presidente Rafael L. Trujillo tenía apenas días de haberse juramentado, pero no se le apretó el pecho para dar la cara a la situación. Aún enconados opositores del futuro dictador admitieron que éste actuó con rapidez para evitar males mayores, cuando dispuso la incineración de cadáveres en la Plaza Colombina, hoy parque Eugenio María de Hostos.
Trujillo usó civiles y militares para limpiar la capital de escombros y arengó a sus tropas diciéndole que el soldado que se lamentara por el paso de huracán sería fusilado, pues el momento era reconstruir la ciudad y no para llorar. ¿No cree usted, que en la mente de quien sería el más feroz dictador continental, comenzaba a plasmarse la desgraciada idea de darle su nombre a la gallarda Santo Domingo?…
El gobierno que se prepare para ahorrar hasta el último centavo que entre a sus arcas y ese dinerito lo junte con las ayudas internacionales que percibirá y los créditos de emergencia que facilitarán el Banco Mundial y el BID. Lo que espera al oficialismo con las inevitables inundaciones no es juego para niños y cuanto se pide a Dios es proteger las vidas de sus hijos
Mi caro Magino, como aquí la Policía tiene una organización militar, sin serlo, a sus miembros no les queda más remedio que terminar sus oraciones con el sí, señor. Aun así, resulta un tanto chocante ver a un oficial como el general Rafael Bencosme Candelier bregando con pendejadas de tránsito desde la dirección de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET).
Usted me dirá que el transporte urbano es un desastre y que Bencosme Candelier puede organizarlo si no le tiran ganchos, ganchitos y ganchotes. Bencosme Candelier, sin embargo, es un oficial especializado en investigaciones criminales. Y la sociedad, mi querido Magino, se beneficia más cuando se atrapa criminales que roban y matan, que cuando se multa un conductor por una infracción de tránsito.