Coctelera

Coctelera

Oscar Gobaira no sólo fue un gran jugador de baloncesto en una etapa que podríamos llamar romántica. Fue un deportista a carta cabal y, por encima de todas las cosas, un hombre de bien. Los decenios del 40 y del 50 del pasado siglo lo vieron movilizarse en las canchas en el rústico baloncesto que se jugaba en la época. Fue un miembro destacado del equipo Santiago –su ciudad natal– y vale recordar que los «pollitos» cibaeños hicieron época. Junto a Gobaira recuerdo con cariño a Rafael Uribe, Tabaré Carrón y Pupilo Ramia, entre otros, todos distinguidos profesionales y mejores ciudadanos. Gobaira, durante años, fue médico de las Aguilas Cibaeñas, equipo del cual su hermano Jorge fue presidente. Vale recordar que Jorgito Gobaira no solo fue el mejor síndico que ha tenido Santiago. Fue el mejor del país. Oscar Gobaira acaba de morir en su Santiago querido, a la edad de 78 años. Su deceso representa una pérdida para el deporte en particular y para todo el país en especial. Paz a los retos del querido amigo ido…

El caro Miguel A. Velázquez Mainardi, cariñosamente «Fuñi-Fuñi» ha sido designado embajador de la República Dominicana en Chile. Velazquito tiene capacidad de sobra para hacer un buen trabajo en el exigente país sudamericano. Sin duda, caro viejito, que el presidente Leonel Fernández, al nombrar a Velazquito en la alta posición, le da un reposo a una de las lenguas más afiladas del palenque criollito. Suerte al viejo amigo y cuando llegue a Santiago que no pregunte por Pinochet. Hay mucha diferencia en indagar por la Dolores al arribar a Calatayud, que hacerlo por don Augusto al pasear por el Mapucho…

El presidente de la Cámara de Diputados, el perredeísta Alfredo Pacheco, considera que la «cúpula» de los partidos mayoritarios desacreditan la denominada ley de primarias. A lo mejor don Alfredo tiene razón. Pero el mayor descrédito de esa controversial ley es la disposición que obliga a los pendejos contribuyentes a cubrir los gastos en que incurran los partidos para la vaina esa que se proyecta. ¿No se conforman, acaso, con la boronita que hay que entregarles para la campaña electoral? No joda, Magino, que los partidos paguen sus primarias con «recursos propios» o con donaciones de los pendejos que contribuyan por sus particulares razones. Pero que no se coja un centavo de dineros públicos para esa vagabundería…

Dice don Fello Suberví que su compañero Vicente Sánchez Baret renunció la presidencia del PRD «en la prensa». Lo mejor es no meterse en esos pleitos, pero si lo que dice Fello es verdad, quien no sale bien parado es Vicente. Amén…

Si el país necesita la formación de una comisión de «honorables» para que vigile el manejo de los fondos públicos, ni modo, este país se jodió. ¿Y no son los hombres y mujeres que el pueblo elige cada cuatro años los que tienen que velar por la pureza administrativa? ¿No son, acaso, esos funcionarios los llamados a someter a la acción judicial a los depredadores, aun cuando pertenezcan a sus propias filas políticas? Creemos que la propuesta para escoger «honorables» con esos fines está imbuída de la mejor intención. Pero, carajo, ¿es qué ya se perdió por completo la dignidad de los administradores de los bienes del Estado, que hay que vigilarlos desde el otro lado de la acera? ¿Es qué, definitivamente, ya existe el convencimiento de que se asciende a las riendas de los gobiernos para «hacerse», para hacer todo lo malo, a sabiendas de que al no dejarse huellas escritas, o que por pura conveniencia política, nananina de sanciones? Recuerde lo que le he dicho miles de veces, mi querido Magino, al doctor Fidel Castro Ruz le endilgan todos los adjetivos habidos y por haber, menos el de ladrón. Con Fidel, el que mete las manitas –y no como lo hacía El Veterano para regalar mentas– «siquitrillatum est»…

¿Qué hay de rebajas a los medicamentos? ¿Qué hay de los genéricos? ¿Qué hay de romperle la parpatana a quienes compraron tantos medicamentos viejos, pasados, y los pagaron «a la flor? De cartas, Magino, de cartas, que esto no se resuelve con «honorables» sino con honorabilidad.

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