Coctelera

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Maginito, hay situaciones que se presentan en este país que llaman mucho la atención. Esas situaciones, sin embargo, no se miden en su justa proporción con miras a resolver serias dificultades que nos afligen. Por ejemplo, ¿quiénes no se quejan por aquí debido a la falta de entretenciones sanas para los niños? La mayoría de los quejosos, no obstante, jamás aprovechan las lecciones que nos ofrecen digamos, las máquinas tragamonedas, tragaperras o simplemente traganíqueles. Esas máquinas, exoneradas por los puritanos, no solo constituyen fuentes de enriquecimiento para una partida de guanajos que todo quieren resolverlo con los gritos de que crean «miles de empleos» y que pagan «millones de pesos» a un Estado que vive más de la desgracia ajena que del bienestar que propicia…

Después de escuchar las constantes prédicas de los dueños de las máquinas tragamonedas, tragaperras o traganíqueles, se debe llegar a la conclusión de que ese es el medio educativo más propicio para desarrollar una niñez que se anquilosa en un medio tan raro donde la educación y la salud preocupan a poca gente. No se puede pretender que el Estado, dada la situación de quiebra económica que muestra, financie una máquina tragamonedas, traganíquel o tragaperras a cada pulpería, ventorrillo, colmado, colmadón y demás instituciones de beneficencia que operan a lo largo y a lo ancho de la geografía quisqueyana. Se puede, eso sí, conseguir con la ayuda del siempre acogedor sector privado, que se instalen de esas máquinas en determinadas esquinas de muchas calles y avenidas de esta ciudad. Si esas máquinas operan de 8 de la mañana a 6 de la tarde, se estaría ofreciendo una gran ayuda a la Secretaría de Educación pues así los niños –los «chichíes» incluidos– no necesitarían acudir a los planteles escolares y, por tanto, se acabaría el déficit de aulas y no habría necesidad de mal pagar maestros. Quedarían programadas las llamadas tandas nocturnas, pero éstas se eliminarían por los apagones. Así no habría educación disponible, pero dada la que se ofrece hoy, es poco cuanto se perdería…

Las máquinas tragamonedas, tragaperras o traganíqueles no serían los únicos estimulos que ofrecerían el Estado y el sector privado a la niñez, para preparar ciudadanos capacitados a la hora de asaltar compatriotas en la juventud y en la adultez. Ya que el Estado controla muchísimos juegos de azar, ¿sabe usted lo que sería, docto Magino, establecer un fracatán infantil? Como las máquinas tragaperras, tragamonedas o taganíqueles, ese fracatán infantil no devolvería dinero. El niño paga y guaya el cartón, en el cual aparecerán imágenes de muchachitas en poses atractivas y con poca ropa, como se presentan ahora hasta por la televisión unas niñas que más parecen huérfanas que otra cosa, pues no se concibe padres tan sinvergüenzas que permitan casi desnudar a menores de ocho y nueve añitos…

¿Y qué me dice usted, caro Magino, de preparar una especie de matineé hípico, con un programita de cuatro o cinco carreritas para entretener a los niños? Las bancas rebajarían un poquitín el costo de las apuestas y se podría, si se quiere, buscar un grupo de los caballitos ye-ye para deleite de los ya parroquianos. De la misma manera, Magino, la Lotería podría preparar uno o dos sorteítos a la semana, entusiasmando a los menores para que aprendan el arte de vivir con un telar y unas tijeras, sentados a la espera de los más pendejos que dan lo suyo a un Estado que a la larga, se queda casi con todo y devuelve muy poco o nada en servicios…

Ahora que se habla de un nuevo código para proteger a los menores, a los adolescentes y otros carajetes, no estaría de más la creación de una Secretaría de Estado del Menor y del Adolescente. ¿No tenemos ya, acaso, la de la Juventud y la de la Mujer? No me digas que se discrimina al hombre dado que no existe una Secretaría de Estado para éste. Es cierto que no hay Secretaría de Estado para los hombres, pero no dude usted que la casi totalidad de los saqueadores del Erario sean colegas del viejo Adán, aún cuando en los últimos años han aparecido una Evas que tienen las uñas más largas que el carajo. ¡Magino, adelante con la creación de entretenciones para los niños dominicanos! ¡No desmaye en sus esfuerzos, que la fábrica de delincuentes está a la orden del día, por más pendejadas que hable cierta gente! ¡Patria o muerte! ¡Qué viva Fidel Castro, carajo!

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