Coctelera

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En estos días, don Magino, es mucho cuanto se habla y escribe en relación a las siempre controversiales relaciones entre Haití y la República Dominicana, las dos naciones que comparten el dominio de la isla. Creo, viejito charlatán, que se puede abrir un pequeño paréntesis en las historias del día, las historias de cuanto ocurre en Haití, para recordar algunas anécdotas que constituyen un fiel reflejo de lo que han sido los nexos tradicionales entre los dos países…..

Por ejemplo, cuando el general Rafael L. Trujillo llegó al poder, el 16 de agosto de 1930, se propuso no solo gobernar con mano de hierro la República Dominicana, sino, también, controlar o gravitar en forma decisiva sobre los destinos haitianos. Fue sumamente hábil para dejar bien claro, con los gobernantes haitianos, que sus enemigos no podían recibir refugio en el vecino país, y eso lo logró, básicamente, a base de dinero, a base de sobornos…..

El dictador dominicano logró establecer vínculos muy cordiales, en el decenio del 30 del pasado siglo, con el presidente haitiano Stenio Vincent y siempre se habló de que resolvió a éste muchas dificultades económicas. Trujillo se entrevistó varias veces con Vincent, en Haití y en Dominicana y una de esas entrevistas la preparó de forma diabólica. Nombró al periodista Rafael Vidal Torres como embajador en Puerto Príncipe –creo que en reemplazo de don Moisés García Mella– y en noviembre de 1934 el férreo gobernante dominicano llegó, en buque, a Cabo Haitiano. Pero, ¿qué ocurre? El arribo de Trujillo era esperado en Puerto Príncipe. El dictador, sin embargo, cambió el punto de entrada y adelantó la visita un día. Hay que imaginarse el disgusto que eso provocó a Vincent, quien se negó a recibir a su embajador en Santo Domingo, Ellie Lescott, al considerar que éste le había traicionado, pues conocía el cambio en el itinerario de Trujillo y nada le había dicho pese al trastrueque protocolar. El embajador Vidal Torres pudo resolver el entuerto con una serie de excusas directamente ofrecidas a Vincent…..

Trujillo permaneció unas horas en Cabo Haitiano y el buque en que viajaba tomó rumbo a Puerto Príncipe, anclando en la bahía en horas de la madrugada. Temprano en la mañana, atracó en el muelle de Puerto Príncipe, donde Trujillo y su comitiva fueron recibidos por el presidente haitiano y su gabinete. Vincent había logrado desocupar «medio Petionville» para alojar a Trujillo y a los suyos, pero el dictador desairó al mandatario haitiano y decidió quedarse a bordo del buque. Lo peor del caso es que cada vez que descendía y subía a la nave, se lanzaba desde la misma una salva de 21 cañonazos y eso tenía atemorizados a los haitianos…..

Trujillo hizo viajar a Puerto Príncipe el buque comercial que llevaba su nombre, cargado de alimentos, que repartió a los haitianos, sin permiso de las autoridades de ese país. El gobernante sin embargo, enfermó de malaria mientras se encontraba en Puerto Príncipe, y la señora María Martínez viajó a buscar a su marido para traerlo de regreso. Ese viaje se preparó por tierra y el gobierno haitiano dispuso una ceremonia formal para la despedida. Trujillo y su mujer, sin embargo, pasaron como el rayo por delante de las tropas haitianas y funcionarios del vecino país, deteniéndose una hora en Jimaní…..

Haití presentó una protesta formal al embajador Vidal Torres y éste la refirió a la Cancillería. Pero Vidal Torres, en su informe, se refería a lo que calificó de «incidente» durante el viaje y eso le valió su desgracia, pues Trujillo consideró que no había protagonizado «incidente alguno». Pese a haber humillado a los haitianos, meses después, en febrero de 1935, el presidente Vincent vino al país donde Trujillo le ofreció honores y le hizo firmar el nuevo tratado de demarcación fronteriza……

Poco más de dos años después de esa visita del presidente Vincent a la República Dominicana, Trujillo ordenó la matanza de miles de haitianos que se encontraban en territorio quisqueyano, aunque se cuidó mucho de que no se tocaran los braceros de esa nacionalidad que laboraban en los ingenios norteamericanos, sobre todo en el Este de la República, Vincent tuvo que doblegarse nueva vez, pero ya su suerte se había decretado, pues Trujillo se había decidido a imponer a Lescott en la presidencia haitiana, como lo logró. Después acusó a Lescott de traidor, cuando éste quiso gobernar Haití y no ser un simple muñeco del dictador quisqueyano. Hasta la hora de su muerte, Trujillo tenía atemorizados a los haitianos, hasta el punto de que con la matanza y todo de 1937, una de las principales avenidas de Puerto Príncipe se llamaba «Presidente Trujillo».

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