Coctelera

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Personas acusadas de haber cometido irregularidades en el desafortunado Plan Renove, al ser puestas en libertad bajo fianza el pasado sábado, tiraron las cajas y los cajones contra determinados elementos que recibieron supuestos beneficios durante las administraciones de los presidentes Hipólito Mejía y Leonel Fernández (1996-2000). Mire, Maginito, parece que por cualquier lado que usted pellizque ese denominado Plan Renove o cualquier otro para «cambiar» vehículos a los choferes del transporte público, solo encontrará pus. Y la corrupción no comenzó ahora ni hace cuatro años ni hace ocho…

Todo se inició, querido viejo vagabundo cuando el entonces presidente Joaquín Balaguer, en las postrimerías de 1961 y aferrado a un poder que se le iba de las manos ante la presión popular que buscaba la erradicación total de los remanentes del régimen dictatorial de Rafael L. Trujillo Molina, dispuso que parte de los fondos del ya extinto Partido Dominicano fueran destinados a la compra de automóviles del servicio público para ser donados a los choferes que los manejaban…

No sé si usted recordará que, en esa época, no eran muchos los vehículos públicos en una ciudad que si se compara a la actual era una pura aldea. Los choferes alquilaban los carros por una suma diaria que pagaban a los propietarios. Los donativos dispuestos por Balaguer, en busca de apoyo que no consiguió en ese momento, cambió las reglas del juego en el transporte público y esa demagogia gubernamental permitió el nacimiento de un problema que ha ido creciendo con el paso de los años…..Durante el período del Consejo de Estado la situación permaneció sin cambios y así fue hasta poco después del derrocamiento del gobierno constitucional de Juan Bosch en 1963. El Triunvirato que reemplazó la legalidad, en forma demagógica, se dedicó a cambiar y a donar vehículos para el transporte de pasajeros y surgió un sindicalismo irresponsable y alegre, para el cual el servicio público era un puro comodín para que sus miembros sacaran ventajas, mientras el sector empresarial hacía buenos negocios. Como tenía que suceder ante la indolencia y complicidad oficial, el problema se agravó. Es innegable que al retornar Balaguer al poder en 1966, el «sindicalismo» en el transporte urbano era fuerte y el gobierno balaguerista, digan lo que digan, sentía terror ante las huelgas que paralizaban el transporte por cualquier quítame esta paja…

Entonces el sagaz gobernante, para debilitar ese sindicalismo, se decidió a patrocinar la división del mismo con la donación de vehículos viejos y nuevos y se crearon más organizaciones que el carajo, pero el concepto unidad sé fue a pique y el caos hizo acto de presencia. ¡Hasta la fecha!…

Los gobiernos encabezados por el doctor Balaguer en dos etapas distintas, los perredeístas de don Antonio Guzmán Fernández, Salvador Jorge Blanco, Hipólito Mejía y el peledeísta de Leonel Fernández no dieron el verdadero frente a la situación del transporte público, aun cuando justo es decir que hubo un amago de organización en el sistema colectivo cuando el ingeniero Hamlet Hermann Pérez estuvo al frente de la Autoridad Metropolitana de Transporte. Pero la misma administración Fernández se encargó de sepultarlo…

El caos en el transporte urbano e interurbano parcialmente ha sido sumamente costoso para el contribuyente dominicano, que ha pagado impuestos para ver como la corrupción rampante dilapidaba los recursos que un voraz Estado fiscalista le arrancaba en múltiples ocasiones. Los programas de ONATRATE y la OMSA son solo muestras de cuanto ha acontecido. Están los llamados pollitos amarillos y blancos y los vehículos para turismo que tanto se han desacreditado y han desacreditado a la nación…

En forma alegre, irresponsable, olímpica, se han concertado créditos internacionales para regalar vehículos, para socorrer a los «sufridos obreros del volante». Y cuanto se ha logrado es crear una clase «dirigencial», empresarial de hecho, que  explota no solo a los propios choferes, sino al mismo Estado y que chantajea a todos aquellos que quieran enderezar entuertos. Lo lindo del caso es que acusados de haber incurrido en barbaridades con el manejo de los vehículos que se regalan o «venden», que se «cambian», con gomas y con repuestos, tienen ocasión del «vuelve y vuelve» ante la irresponsabilidad, no solo de las autoridades del gobierno central, sino también de una justicia timorata e irresponsable…

Dios nos libre de defender acusados de supuestos malos manejos en el Plan Renove. Pero que también nos libre de olvidar las tantas y tantas vagabunderías que se han cometido en este campo del transporte en los últimos cuarenta años, no solo a nivel del gobierno central, sino también del municipal. Del llamado «obrero», ni hablar. Ese ha sido tan sinvergüenza como los poderes públicos.

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