Coctelera

Coctelera

Buen domingo, viejo Magino. Aproveche la ocasión y use su disfraz de ciudadano honrado, ya que usted, generalmente, se viste de buen bandido. En vista de nuestras fiestas patrias, a comenzar suavecito. Leemos que, en Nueva York, en la culminación del mes de la “herencia dominicana”, se rinde un homenaje a cinco criollitos que han hecho sus aportes al arte popular.

En un acto efectuado ayer tarde, la Agencia Comunitaria Alianza Dominicana, Inc., recordó a Angel Viloria, Radhamés Aracena, Roberto Almonte, Mary Pérez y Francis Méndez…   La sola mención de Viloria, mi querido viejo, me retrotrae a mis años de adolescencia en la vieja Ciudad Nueva. Angel Viloria es nada menos que Angel Salvador Viloria, conocido por el coctelero como Bobó. Músico de profesión. Era miembro de una estimada familia que vivía en una vieja casona de madera, con amplia galería, en la Francisco J. Peynado, casi al final de la calle, antes de llegar a la casa solariega donde se alojó una vez el Club Deportivo Temis y donde vivió largo años, junto a su familia, doña Asunción Sánchez, a quien  se identificaba como nieta del patricio Francisco del Rosario Sánchez…   Bobó Viloria tocaba bandoneón, piano y saxo. Era hijo de la queridísima doña Belisa Viloria. Entre los hermanos de Bobó recuerdo a Marino, eterno estudiante de ingeniería, Tico y Máximo. Olvido el nombre de otro hermano más largo que una palmera y el de sus hermanas. La familia disponía de una rústica tienda de música en El Conde, donde creo que se instaló un negocio similar, de doña Atala Blandino, junto a lo que después fue La Guarachita….   Bobó Viloria vivía en un medio virtualmente asfixiante para un artista y sus principales actividades las circunscribía a tocar el piano en el bar Dinorah, de Nuna Webber, en lo Nouel casi esquina Pina. Viloria pudo salir del país después de muchos “meneos” y se estableció en Nueva York. Allí pudo abrirse campo y formó un conjunto de música típica quisqueyana, conjunto que divulgó muchísimo merengues que se hicieron muy populares en la urbe newyorkina. Sus discos caminaron con lentitud en el país, un país entonces sumamente limitado. Que sepa, Bobó Viloria jamás retorno a República Dominicana y murió en Estados Unidos…   También, Maginito, recibió un tributo Radhamés Aracena. Mire, viejito charlatán, a mi modos de ver las cosas, este innovador de la radio fue el precursor de los disc-jockeys en la vieja HIZ, del ingeniero Frank Hatton, allá por los años 1949 y 1950, en la segunda planta del edificio Copello, de esta ciudad. Radhamés hacía varios programas en esa planta y recuerdo que el primer espacio de puro mambo de Pérez Prado -de media hora- lo condujo él, hasta que en la HIG, la de don Pupo Cordero, se le entregó otra similar, de 7 a 8 de la noche, a quien fuera tremendo locutor comercial y animador, don Porfirio Antonio Berroa y Carbucci, el mismo espectacular Billy Berroa de las narraciones deportivas…   Radhamés Aracena ganó gran popularidad y tengo entendido que ayudado con capital aportado por su padre, instaló una pequeñita tienda de discos en la calle Espaillat, al lado del famoso Nicolás Cheij, que tenía una tienda para vender ropa masculina, la que hacía esquina con El Conde. Poco a poco, el negocio de Radhamés se fue acreditando y ampliando hasta pasar a El Conde y de allí saltar a su propio local, no ya tienda de discos, sino la emisora Radio Guarachita, que hizo época con la canción de amargue y los mensajes que eran pura competencia a las telecomunicaciones de la época. Radhamés murió joven pero ya había hecho sus aportes…   Mi querido Magino, ¿hay interés alguno en mantener un “monólogo oficial” para quejarse de supuestas presiones del Banco Mundial y del Banco Interamericano en la entrega de dinero para “enfrentar” problemas energéticos? Hasta donde tenemos entendido, al más alto nivel gubernamental, se comprende la posición de los organismos internacionales, pues éstos creen, con razón, que entregar dinero para simplemente pagar deudas es complicar la situación. El BM y el BID quieren planes reales y efectivos que se dirijan a resolver los males energéticos y consideran que en los últimos 17 meses muy poco se ha hecho si es que se ha hecho algo. En cuanto al dinero de los subsidios, las entidades crediticias internacionales saben lo que todos sabemos: esos son puros y costosos paliativos que, a fin de cuentas, pagan los contribuyentes sin resolver las dificultades.

Así, pues, ¡no jodan tanto y trabajen!

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