Me decía anoche un viejo amigo que los periodistas dominicanos, en su gran mayoría, exageramos los problemas que representa la migración haitiana en nuestro país. Respondí a ese amigo que, por el contrario, creo que esa mayoría a que él se refiere cuanto hace es minimizar las dificultades y los peligros que acarrea dicha migración. Mire, mi querido Magino, insisto en mi posición de que el problema migratorio es serio, más serio de la cuenta, aún cuando tiene que ser enfrentado sin manifestaciones de histerismo y, por encima de todas las cosas, con un sentido práctico que nos induzca a la aplicación estricta de la ley, sin excesos de parte alguna…
Ayer, por ejemplo, leí en el periódico El Día que el canciller Carlos Morales Troncoso había viajado a Washington para explicar allí asuntos relacionados con la campaña de descrédito que se realiza en contra de la República Dominicana, especialmente en Puerto Príncipe. Créame, viejito charlatán, que me perdí cuando leí esa especie, pues supongo que el viaje de Morales Troncoso es oficial y, por tanto, ¿qué diablos tiene que explicar a organismos gubernamentales estadounidenses? Lo más lógico es pensar que el gobierno de George Bush no tiene vinculación alguna con la campaña anti-dominicana. A menos que se tenga la intención, con las explicaciones, de enviar algún meta-mensaje. ¿Alguien desea dar a entender que los norteamericanos están ligados a la ola de comentarios adversos al país, acusándolo de maltrato permanente a los haitianos? Cualquiera se pregunta por cuáles motivos esas explicaciones no se ofrecen, también, a los gobiernos del principado de Mónaco o al Gran Ducado de Luxemburgo…
Entienda viejo sinvergüenza e irresponsable, que esta campaña no es una pendejadita, pues está muy bien sincronizada, a nivel local e internacional. Inclusive hay grupos que llegan a decir que tenemos una situación de apartheid en el territorio dominicano. Quienes eso afirman gozan de unos timbales más grandes que la Catedral Primada, dicho sea eso con todo el respeto que nos merece la santa iglesia de la Meriño, así como también quienes la rigen y callan a tiempo completo como institución. Pero se tiene que disponer de un coco que patina para hablar de apartheid en un país cuyo presidente es mulato, que tiene líderes políticos negros, empresarios grandes, medianos y pequeños negros, legisladores negros, síndicos y regidores negros. Es decir, se habla de la existencia de un apartheid en una sociedad formada por un ochenta por ciento de negros y mulatos, donde las discriminaciones, por el color de la piel, resultan hechos aislados, ejecutados por gente de mente cavernaria que tal vez no comprenden la realidad que se vive hoy…
¿Cuántos haitianos viven en este país, legal o ilegalmente? Ni siquiera las propias autoridades dominicanas lo saben. Lo que sí es sabido por todos es que la paz impera, en sentido general, entre haitianos y dominicanos. Y es precisamente esa paz la que quieren hacer naufragar unos cuantos agitadores, extranjeros y criollos, con fines que, evidentemente, hay que ser muy tarado para no comprender. ¿Qué hay maltrato para haitianos? Sí es cierto, pero eso no es política oficial ni privada. Lo hay en determinadas áreas, en forma muy aislada, pero ese maltrato es extensivo a los dominicanos que conviven con los haitianos. Si han ocurrido hechos violentos, muy esporádicos, entre haitianos y dominicanos, muy mal hacen quienes agitan por venganzas y cosas parecidas, cuando deberían gritar para que la ley se aplique a los responsables de actos vandálicos, sean haitianos o dominicanos…
Es muy posible, Magino, que estemos ante una situación que reclama, a la mayor brevedad posible que el gobierno defina, con claridad meridiana, una auténtica política haitiana, política que debe incluir la aplicación estricta de leyes migratorias. Tiene el gobierno que revestirse del coraje necesario para resistir las presiones de quienes sean o como se vistan, a la hora de aplicar esa política. No se trata de perseguir a los haitianos o cosa que se le parezca. Se trata, eso sí, de defender a los dominicanos. Por ejemplo, sectores extranjeros respaldan la construcción de un hospital en la zona fronteriza, del lado dominicano, para atender debidamente a las parturientas haitianas que invaden la maternidad dominicana. La idea es muy noble, pero ¿por qué no se hace ese hospital del lado haitiano y si los vecinos hermanos necesitan asistencia médica nuestra, con seguridad que se les dará y con creces…