Coctelera

Coctelera

Maginito querido, el país, a veces, da la impresión de que bien merece un viejo letrero que aparecía en una vieja casona de la «parte alta» de la ciudad capital: «se ponen inllecciones y se hace trutrú» (favor de respetar la ortografía usada). Esto es así, dado que se pasa de lo sublime a lo ridículo con una facilidad espantosa, pues mientras hablamos de metro e isla artificial, al mismo tiempo se observa la «gracia» mostrada en un kilómetro de carretas tiradas por mulos. Queremos ahorrar combustible, pues eso es necesario, pero conviene que se hagan ciertas advertencias, dado que se dictan medidas que, conociendo el salvajismo de algunas autoridades, pueden resultar más dañinas que provechosas…

Tenemos que se habla de la prohibición de vender gasolina y gasoil en ciertos envases, para evitar «acaparamiento» y «especulación», así como también el peligro a que eso nos expone. Pero debe tomarse muy en cuenta, mi querido Maginito, que no son dos ni tres los pequeños y medianos negocios que tienen que enviar por combustible para la operación de sus unidades eléctricas «de emergencia», unidades que garantizan la supervivencia de esos negocios, en vista de los apagones que, continua y constantemente, nos regalan las Jode. Y como hay vigilancia uniformada en cada estación gasolinera, bueno sería que las autoridades evitaran que los uniformados, en un exceso de celo, recurrieran al trogloditismo que no es difícil que adopten. Se puede afirmar, al mismo tiempo, que son miles las familias que tienen que comprar gasoil y gasolina para poner en marcha sus llamadas «plantas» y evitar la vida en tinieblas. Ahí tienen las autoridades un poquito de tela para que se hagan unos cuantos uniformes, aunque uniformes, en verdad, no deberían hacerle falta..Vemos por ahí que el vocero del gobierno ofrece sus excusas al embajador de Venezuela por unos pronunciamientos atribuidos al presidente de la Refinería de Petróleo, Arístides Fernández Zucco. Es bien cierto que el embajador Belisario Landis merece todo respeto y toda consideración, el mismo respeto y la misma consideración que él debe a titirimundachi en el país en que se encuentra. Maginito, este lío petrolero, al parecer, no es una pendejadita, pues se ha hablado de retraso en el envío de dos buques con petróleo venezolano y eso, precisamente, fue lo que dijo el Chato que pasaría…

El gobierno del presidente Leonel Fernández, en cuanto al tratamiento de sus funcionarios respecta, ha sido calificado de tímido y otras cosuanitas. Por eso se espera que agresivo no lo sea cuando del Chato se trate. No es que se defienda o se fustigue al inquieto dirigente político, procedente de las filas de un reformismo del cual le cantaron bingo junto a otros prominentes ases de la antigua Liga Balaguer. Lo que se debe hacer no es crucificar a Fernández Zucco, sino permitirle, a la hora de nones, que explique su posición con lujo de detalles. Que todas las campanas sean oídas. Aun cuando hasta el más tapado se da cuenta de que las campanas de Miraflores repicarán más alto…

¿Que el general retirado Jaime Marte Martínez no descarta, en última instancia, entrar a la política activa? ¿Y qué? ¿Ahora bien, ¿lo hará en uno de los partidos existentes o creará el suyo propio? En ese último caso, cualquiera le recomienda que adquiera una de las «franquicias» existentes, reconocidas ya, pues así le saldría todo más barato y tendría menos trabajo…

Ahora, Maginito, sería un hipócrita si cerrara este diálogo con usted, en el caluroso día de hoy, sin extender una felicitación calurosa y cargada de amor a Mario Virgilio Alvarez Soto por su elección al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, al cual ingresará el próximo 16 de octubre, como atleta destacado en tenis de mesa. Creo que es probable que no tenga que decirle que ese muchachito de 45 años de edad es hijo del Coctelero y de su esposa Matilde. Y que sus padres, frente a la elección, viven una jornada de gran felicidad. Dejemos de lado la modestia excesiva, aunque sea por una sola vez y aunque solo sea para «descargue»: Mario Virgilio sí que merece el honor que ha recibido, pues sus épicas jornadas frente a las mesas, dentro y fuera del país, no son fáciles de olvidar. Fue, entre otras cosas, varias veces campeón nacional, tres veces campeón Centroamericano y del Caribe, dos veces campeón latinoamericano, campeón iberoamericano, campeón del Caribe y participó en la copa los 16 mejores del mundo en Barbados y Kuala Lumpur, quedando en undécima posición en el último evento. Y el más importante de todos los galardones que nos ha ofrecido: ser un buen hijo, buen padre, buen esposo y mejor ciudadano. Póngame un cero en modestia, don Magino, lo merezco. ¡Pero qué felices estamos con esta elección!

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