Coctelera

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Buenas, Magino. Viejo vagabundón, vale recordar ahora, cuando al presidente Hugo Chávez hay frescos que se atreven a tildarlo de «loco», que en 1959 el dictador Rafael L. Trujillo calificó a Fidel Castro Ruz de «loquito». ¿Loquito? Dos años después del pronunciamiento, al Jefe le rompieron el silibín, pero 46 años después del calificativo trujillista, Castro Ruz sigue ahí, tan campante, con un liderazgo que nadie ya discute. Mire, don Magino, el presidente Chávez Frías podrá ser medio atronado en muchos de sus pronunciamientos, crudo en su lenguaje y todo cuanto usted quiera decirle. Pero de «loco» no tiene un solo pelito. El mandatario venezolano sabe lo que quiere, sabe hacia donde va y busca la manera de no equivocarse en el camino. Ha tenido la suerte, o lo que sea, de que el precio del petróleo le permite disponer de enormes riquezas, pero a diferencia de cuanto ocurrió en otras épocas con el dinero del oro negro, el gobernante sudamericano lo usa en beneficio de la mayoría de los fuñidos, que son sus sostenedores y le dan cuantas victorias él necesita por vía electoral. ¿Loco Chávez? Locos son otros que nada tienen que ver con él..

Mire, Maginito, ahora es en Boca Chica donde toman furgones repletos de efectos electrodomésticos que han querido meter de contrabando. Hace unos diítas fue un cargamento de joyas que cogieron en Caucedo. Y ni siquiera eso mueve la sensibilidad de las autoridades para consagrar el «Día del Contrabandista» e instituir la «Orden al Contrabando», con varios distintivos para honrar a esos abnegados vagabundos cuyo fin no es defraudar al fisco, sino echar pa’lante a los jodidos, vendiéndoles distintas líneas a precios razonables, sin que tengan que soportar la rotura de las costillas con impuestos, tributos, cargas y otras casuanitas. Todo eso, Maginito, antes de que entre en vigencia la reforma fiscal que agravará más la situación de los necesitados, pues ¿cuándo ha visto usted por aquí una reforma para ayudar a los que están verdaderamente jodidos? ¡Honren al contrabandista, carajo!…

Estados Unidos, se ha dicho, cuenta con unos cuatrocientos miembros en la Cámara de Representantes, amparando una población de unos trescientos millones de norteños. Nosotros, por aquí, con nueve millones de carajetes, vamos a tener 170 diputados el año que viene. Y eso que sigue el reparto en el Congreso, con modificaciones a la división política del país, división que tiene medio loco a magistrados electorales. ¿Es todo eso justo? ¿Es justo que este pedacito de tierra disponga de más de treinta cositas con legisladores? ¿Cuántos millones se han gastado en «remodelar» el edificio del Congreso y cuánto se invierte ahora para preparar las veinte y tantas curules que van a recibir a los vagos del 2006, pues de que los habrá, los habrá? Si usted se lee resultados electorales pasados, se topará con la perla de una «provincia» con poco más de quince mil electores, a la cual hay que mantenerle un senador y dos diputados. La democracia será muy bonita, pero, por favor, ¡qué cara sale a los pueblos boca de burros!…

El seguro familiar no comenzará el primero de octubre, como se ha planificado. Apuesto a eso, por más optimismo que muestre el director del programa, el dilecto amigo doctor Bernardo Defilló. Las más grandes centrales sindicales del país se oponen a la fecha citada. Hay oposición de las aseguradoras privadas y la unión de clínicas. Médicos rechazan el inicio hasta que no se fije, sin discusión alguna, lo suyo por consulta. Parece que Bernardo es el único preocupado para que la población reciba el seguro familiar, pues hasta entre los mandamás de la cuestión hay reservas, por no decir oposición. Y aunque duela afirmarlo, mi querido Magino, nunca se ha visto una verdadera voluntad política para iniciar el programa de protección a toda la población. Lo que sí parece gustarle a algunos tiburones son los veinte mil millones de pesos disponibles en depósitos para los fondos de pensiones y jubilaciones. Y gustan tanto, que se traen hasta refuerzos del extranjero para que aporten ideas que parecen sanas, cuando sanas deberían ser las intenciones oficiales para que los fuñidos comiencen a recibir las atenciones médicas y farmacéuticas, por cierto muy caras en este país que muchos desean verlo vivir como rico todo el tiempo aun cuando se muera de hambre en la realidad.

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