Coctelera

Coctelera

El presidente Leonel Fernández clausuró el congreso peledeísta dedicado a ese grande hombre que fue el doctor Rafael Kasse Acta. Y lo hizo con un discurso en el cual afirmó que el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), su partido, necesita más de ocho años para producir las transformaciones que el país necesita. Eso, desde luego, mi querido Magino, queda a la decisión soberana del pueblo dominicano. Pero hay que admitir que el mandatario fue sumamente hábil al jamás insinuar que él mismo podría ser la opción presidencial peledeísta en los comicios fijados para el 16 de mayo del 2008. Todo eso, cuando es bien sabido que el doctor Fernández se puede considerar reeleccionista y hasta llegó a considerar ese asunto como “doctrinario” en una conferencia de prensa que concedió a miembros del Grupo Corripio de Comunicación Social, conferencia efectuada a través de Teleantillas durante su primer mandato constitucional…

El presidente Fernández estimó que el país “es un caos y un desorden”. Eso es rigurosamente cierto y nadie en su sano juicio va a discutirlo. Es algo que es visible durante las veinticuatro horas del día. También es muy cierto que las transformaciones que reclama el país no se pueden hacer en cuatro años y a lo mejor tampoco en ocho. Y no se pueden hacer por la ausencia de un verdadero principio de continuidad del Estado, dado que los partidos políticos forman parte del caos y del desorden existentes. Creo, Maginito, que el sistema democrático requiere de una verdadera alternabilidad en el poder. Esa alternabilidad, sin embargo, no debe impedir que el desarrollo nacional sea producto de la ejecución de programas que los gobiernos, no importa el  partido que los sostenga, respeten en todo momento y en toda ocasión…

Es cierto que se necesita mucho desprendimiento en los partidos políticos para que piensen en el futuro nacional antes que en el interés de su propia organización. Mientras los partidos políticos sean maquinarias dedicadas a satisfacer apetencias personales, a cumplir compromisos clientelistas, a convertirse en fuente de enriquecimiento ilícito para unos cuantos vagabundos protegidos por el poder, mientras todo eso ocurra, ¡que Dios se apiade de nosotros! Si cada cuatro años, como dijo el doctor Fernández, se produce una especie de choque electoral, eso se debe a que los electores —aquellos no comprometidos— ejercen un voto que es una especie de castigo para un gobernante que estiman no los ha guiado como prometió hacerlo. La falla, pues, no está en el hecho de que se efectúen comicios cada cuatro años, sino en que en el período así señalado no se haya realizado un buen gobierno…

Creo que todavía es muy temprano para pensar en comicios presidenciales. El Coctelero prefiere equivocarse dado el afecto y admiración que siente por el actual mandatario, pero estima que ese mandatario buscará repostularse, aún cuando para eso será necesario modificar disposiciones partidarias que hoy lo impiden. Usted me dirá, caro Magino, que el peledeísmo, aparentemente, no muestra una figura que pueda discutirle la nominación al presidente Fernández. Pero no me negará que cuando se cree, en verdad, en una auténtica alternabilidad democrática eso no debe ser decisivo. El reeleccionismo, mi querido Magino, ha probado que es funesto…

Mantenerse en el mando, por virtud de elecciones, provoca que éstas no sean todo lo libre que pregonan sus panegiristas y ni me hable del uso de los recursos del Estado para favorecer al candidato oficial que quiere seguir en el Palacio. De una crisis, caro Magino, salimos con una Constitución que proscribía la reelección presidencial, pero el avasallamiento de una fuerza política, sumada a la ambición disimulada de mando provocaron que se tolerara la reelección presidencial y todos sabemos hacia dónde condujo esa barbaridad al partido que respaldó la pasada administración pública. Hubo una masiva demostración popular contra la reelección y de eso se benefició, precisamente, el hoy presidente Fernández. Aun así, no olvide caro Magino, la intervención diplomática extranjera y la eclesiástica local ante la desconfianza imperante, por distintos factores, en la celebración del censo certamen electoral…

¿Es imposible, Maginito, que en el país se pueda establecer, de común acuerdo con sus fuerzas políticas y sociales, un auténtico programa de gobierno que puede ser llevado a cabo, digamos durante dieciséis o veinte años, sin importar el partido que respalde el régimen que lo ejecuta? El propio presidente Fernández puede ayudar en la consecución de ese programa. Eso sí, con una clara alternabilidad pre establecida. Por eso creo, Maginito, y sosteniendo una posición de años, que el actual mandatario no debe repostularse y sí dirigir, en cambio, un proceso que le hará pasar a la historia como él se merece.

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