Coctelera

Coctelera

¿Cómo está don Magino? No me diga que estresado por los apagones interminables que se sufren en este dichoso país descubierto por el vago aquel en 1492. Se supone que usted, como los atletas bien entrenados, ya se acostumbró a vivir a oscuras aun cuando las facturaciones que recibe cada mes podrían ser interpretadas como una prueba de que usted recibe el fluído o que es usted, en cambio, vulgarmente estafado por las distribuidoras, dos de las cuales son del Estado. Por cierto, Maginito, dígame una cosa. ¿No dizque las distribuidoras tienen que entregarle a usted una sumita mensual por energía no suministrada? Pero me dicen que en la Superintendencia de Energía le mencionan la mamacita a quien se atreve a hablar de esa pendejadita. Bueno, en la Superintendencia, se afirma, prefieren no hablar nada que tenga que ver con la energía, pues así se evitan problemitas…

Lo que sí parece que no es muy inteligente es eso de pedir paciencia al pueblo dominicano en materia de energía. ¿Qué paciencia del carajo? ¿Se puede ser más paciente todavía? Tampoco es muy hábil eso de señalar que la solución del problema energético no viene por ahora, pero sí en el período. Es decir, a lo mejor podrá haber luz en el 2008. Pero para llegar a ese añito faltan más meses que el carajo, más de cuarenta. ¿Habrá, entonces, sobrevivientes que puedan disfrutar de la luz? Y hablando de paciencia, ¿por qué no son pacientes las distribuidoras a la hora de facturar un pésimo servicio, un servicio que no facilitan pero que sí tratan de cobrar?…

¿Qué culpa tiene el pobre usuario de esa maldición gitana que es el servicio energético dominicano, de que el gobierno, al adquirir las acciones de Jode Norte y Jode Sur, hiciera un negocio de capa perros y le diera a la superdichosa Unión Fenosa una serie de clientes preferenciales –los grandotes que pagan– para quedar, entonces, sin buenos ingresos al mes? Mire, Maginito, no hagamos como se hizo en el 2000. En ese entonces se habló de revisar los contratos al día siguiente de la toma de posesión y cuanto se probó es que una cosa es con guitarra y otra con violín. Pero esos dos instrumentos fueron tocados por Fenosa y nos acabamos de joder. Ahora se decía lo mismo, pero nadie sabe cuando comenzará la revisión y, mientras tanto, a aguantar cajeta. Magino, trate de que nunca le digan, como reza la vieja frase, que «son los mesmos», asimismo, mesmos con e…

Muchas cosas, viejo bandidazo, se escuchan en este pobre país digno de mejor suerte. Por ejemplo, ahora se afirma que disponer de una selección de béisbol de «aficionados», es «un problema, una cuestión de Estado». ¡Timbalitos! Y comer cada día, y trabajar, ¿qué es? Cabe suponer que se busca que el gobierno se cantee con buenas sumas de dinero para «mantener» la selección, a los seleccionados. ¡No joda, Magino, este no es momento para estar pensando en millonadas para béisbol en un país que se cae a pedazos, con millones de seres humanos no pasando hambre sino con el hambre pasándolo a ellos…

Y ya que se habla de asuntos deportivos, oportuno es que se le diga al país cuanto costaron los Juegos Deportivos Panamericanos de hace un tiempecito. El costo ha sido un misterio, aun cuando las más altas autoridades olímpicas ponen la cifra en poco más de cinco mil millones de pesos. Otros creen que esa cifra, al final, puede duplicarse. Es cierto que hubo inflación y devaluación que abultó el presupuesto del formidable espectáculo. Las instalaciones subieron en sus construcciones y hubo otros gastitos siempre dijimos, Maginito, que el país no estaba en condiciones económicas para montar los Juegos, pero de allí a creer que los Panamericanos son los verdaderos responsables de cuanto pasa, hay una gran diferencia. Los Juegos pusieron su granito de arena y los gastos en que incurrió el Estado para presentarlos contribuyeron a la debacle. Pero las causas reales de esa debacle son otras y por eso los organismos internacionales de crédito no quieren que se les desinforme y sí que se le diga a los jueces «y haréis justicia»…

Publicaciones Relacionadas

Más leídas