Coctelera

Coctelera

Pocas veces,  mi querido Magino, he conocido y tratado un personaje de la calidad del contralmirante César de Windt Lavandier, cariñosamente apodado Chiquitín, y quien falleciera el martes último a la avanzada edad de 93 años. Chiquitín fue un hombre de mar, miembro de una familia de tradición marinera, de origen holandés.

Ingresó a la Marina de Guerra como alferez y por riguroso escalafón llegó a contralmirante, rango con el cual fue retirado. Fue jefe de la Marina y siempre se le ha considerado uno de los mejores comandantes que ha tenido ese cuerpo en toda su historia…. Chiquitín de Windt  no solo fue un militar digno. Fue un intelectual de fuste, profesor universitario, un hombre graduado en Filosofía en la vieja Universidad de Santo Domingo. Deja a la posteridad varias obras, entre las cuales se destacan «La Segunda Guerra Mundial y los Submarinos Alemanes en el Caribe» y una «Historia de la Marina Dominicana». Hombre locuaz y anecdótico -marinero al fin- poseía un extraordinario sentido del humor, del cual hacía galas en forma permanente. Todavía recuerdo, como si lo escuchara por primera vez, el relato que me hizo un viejo general del Ejército. Chiquitín se encontraba preso por órdenes del dictador Rafael L. Trujillo, quien había dispuesto procesarlo y condenarlo. Un grupo de altos oficiales militares logró permiso para visitar a De Windt y al conversar con éste en la prisión trataron de «consolarlo», pidiéndole que no se preocupara mucho pues su situación tendría que resolverse satisfactoriamente. Chiquitín agradeció la visita y dijo a sus colegas de uniforme que él no se encontraba preocupado pues sabía que Trujillo, cualquier día, se recordaría de su prisión y dispondría su libertad. Entonces sorpresivamente, manifestó a sus visitantes que ellos eran los que tenían que preocuparse. Riendo, expresó que cuando a él lo libertaran no lo reinstalarían en la Marina, pero que podría, en cualquier momento, impartir álgebra, geometría y trigonometría en cualquier centro de educación, aunque fuera superior. Remató su perorata señalándole a sus visitantes que ellos sí tenían que mortificarse, pues cuando los retiraran tendrían que trabajar con una manguera, sirviendo gasolina en cualquier estación, por que no sabían hacer nada fuera de la guardia…. Chiquitín  acarició la muerte muy joven. El 3 de mayo de 1942 era el segundo oficial a bordo del buque mercante «San Rafael», que fue hundido por un submarino alemán en plena segunda guerra mundial. La nave dominicana viajaba de Tampa, Florida, con destino a Kingston, Jamaica. Chiquitín recordaba que después que el torpedo hizo blanco en el mercante criollo, el submarino subió a la superficie y disparó una serie de cañonazos para acabar de hundir el buque. La tripulación, formada por 38 hombres, se refugió en cuatro botes salvavidas. El submarino, relató Chiquitín en unas de sus obras, se acercó a uno de los botes, indagó nacionalidad de la embarcación hundida, nombre, carga y puerto de destino. Luego siguió marcha y descendió a las profundidades del Caribe…. El «San Rafael»  fue la primera víctima dominicana de los submarinos nazis. Pocos días después, el 21 de mayo, prácticamente a la vista de mucha gente congregada en un muelle, fue hundido el «Presidente Trujillo», a la salida de Fort de France, Martinica, con destino a Puerto Rico. Un total de veinticuatro marinos perecieron y quince fueron rescatados. Entre los rescatados se encontraba Ramón Julio Didiez Burgos. Es decir, Maginito, en cada uno de los buques hundidos, por coincidencia, viajaban hombres que llegarían a la jefatura de la Marina de Guerra: De Windt Lavandier y Didiez Burgos…. De Windt Lavandier  fue un preocupado por la mejoría de sus compañeros retirados. Dedicó grandes esfuerzos a la Hermandad de Pensionados de las Fuerzas Armadas. Eso sí, decía que a los miembros de esa entidad, «no le llaman Veteranos, que los veteranos están muy desacreditados». Soñaba con el desarrollo de una marina mercante dominicana. Exhibía, pese a sus años, una vitalidad extraordinaria. Conservaba todas sus facultades mentales y era poseedor de una memoria de ordenador. Petromacorisano de pura cepa, nunca olvidaba a su «Macorís del Mar», asiento de una familia que como la De Windt, contaba y cuenta con un sólido prestigio. Chiquitín de Windt se ha marchado. Se ha ido el marino de siempre, el rotario incurable, el hombre-historia, el educador a tiempo completo. Paz a sus restos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas