Coctelera

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Si existió  una persona por la cual el dictador Rafael L. Trujillo sintió verdadero odio, esa persona fue el presidente de Haití, Elie Lescot. Desde luego, excluyendo al presidente venezolano Rómulo Betancourt, al cual el hombre fuerte dominicano trató de asesinar en las postrimerías de su régimen. Desde luego, Lescot jamás subestimó a Trujillo y se aprovechó de su «amistad» con el gobernante quisqueyano para llegar a la presidencia haitiana. Lescot, dicho sin muchos rodeos, era tremendo sinvergüenza, y desde 1932 había recibido sobornos de Trujillo.

En ese año, el entonces cónsul en Cabo Haitiano, Anselmo Paulino Álvarez, entregó dinero al entonces ministro de Interior, Lescot, para que éste concentrara a los exiliados antritrujillistas que vivían en Haití y los recluyera en las partes más remotas de esa república… Este preámbulo  es necesario para poner al lector en sobreaviso: si usted quiere enterarse, con lujo de detalles, de las tirantes relaciones entre Trujillo y Lescot, el prolífico autor licenciado Bernardo Vega le da la oportunidad esta tarde, cuando ponga a circular el volumen tres de la serie «Trujillo y Haití», volumen que Bernardo intitula «La agresión contra Lescot». La obra circulará a las seis de la tarde en el recinto Santo Tomás de Aquino de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, de esta ciudad. Y para que el disfrute sea mayor, el texto será comentado por el distinguido intelectual y cultor de la historia, doctor Hugo Tolentino Dipp, quien fuera rector de las más antigua universidad del Mundo Nuevo… Vega,  como en todas sus obras anteriores relacionadas con la denominada «Era de Trujillo», recurre a fuentes documentales de irrefutable crédito, nacionales y extranjeras y tuvo acceso, en el Palacio Nacional, a los archivos de Trujillo. Trujillo siempre vio en Lescot al hombre indicado para suceder en el mando a Stenio Vincent y por eso, desde que Lescot fue ministro en Ciudad Trujillo, lo alimentó económicamente, práctica que el haitiano agradeció con cartas que, con el paso del tiempo, se arrepintió de haberlas escrito. Lescot fue enviado a Washington como ministro y desde allí mantuvo sus nexos con Trujillo, conspirando contra su gobierno en una evidente traición a Vincent. Cuando Lescot salía de la capital dominicana recibió un obsequio de Trujillo y escribió a éste una carta asquerosa en la cual decía «mi familia y yo somos esclavos de su generosidad y de su insuperable bondad»… Con la ayuda  de Trujillo, el 15 de abril de 1941, el traidor Lescot fue electo presidente por la Asamblea de Haití y pese a sus manifestaciones de amistad hacia Trujillo, comprendió que él era el gobernante haitiano y no se dejó narigonear por el dictador dominicano. Eso enfureció a Trujillo. En 1942 Lescot viajó a Washington y el gobierno de Franklyn D. Roosevelt le recibió con todos los honores y eso acaba de sacar a Trujillo de sus cabales, pues el Departamento de Estado se había encargado de hacerlo desistir de viajar a la capital norteamericana… La obra de Vega  muestra cómo Trujillo atacó a Lescot en todas las formas posibles, hasta valiéndose de una campaña antihaitiana dirigida por Tomás Hernández Franco, Joaquín Balaguer, Manuel A. Peña Batlle y Carlos Sánchez y Sánchez. Lescot, como era de esperarse, reaccionó con discursos críticos y rechazó reunirse con Trujillo en 1944, en ocasión del Centenario de la Independencia criolla, a pesar de que el mismo Roosevelt se interesaba en esa junta para bajar la tensión en la isla… Lescot,  estúpidamente, reformó la Constitución haitiana para quedarse en el poder y eso comenzó a debilitarlo internamente, lo que aprovechó Trujillo para divulgar las cartas en las cuales se probaba, sin dificultad alguna, como había sido sobornado por Trujillo. En el interín fracasó un complot auspiciado por Trujillo para asesinar a Lescot, complot que manejó el entonces cónsul dominicano en Valedero, Augusto María Ferrando, quien con el paso de los años llegaría a coronel de la Policía y concluyó su carrera como cónsul en Miami, donde fue apresado, juzgado y condenado a cinco años de cárcel. Trujillo acorraló a Lescot en forma tal que éste llegó a hipotecar su casa para entregar 25,000 dólares al profesor Juan Bosch, dinero que Bosch invirtió en la compra de tres aviones para la fracasada invasión de Cayo Confites. Con Lescot en el exilio, clamando por dinero, Bosch le remitió tres mil dólares. Siendo Bosch presidente, Lescot le escribió dos veces y diplomáticamente pedía la devolución de los 22,000 dólares restantes. Bosch no respondió las cartas y es entendible que no pudiera devolver el dinero a Lescot, pues no tocaría recursos del erario para eso y Bosch carecía de fortuna personal….  Lescot  fue derrocado en 1946 y se marchó al exilio, junto a su familia, a Canadá. Una junta militar, que fue reconocida de inmediato por Trujillo, asumió el mando y, hasta cierto punto, Trujillo recuperó parte de su poder en los asuntos internos haitianos. La nueva obra de Bernardo Vega constituye un gran aporte a la historia política del país y prueba, una vez más, las intrigas y traiciones que provocan las ambiciones de hombres que se creen privilegiados.

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