Coctelera

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Doudou Diene y Gay McDougall,   los «misioneros» que la ONU nos envió para establecer, entre otras cosas, que somos racistas, tienen una forma muy particular y peculiar de lo que es la discriminación, cuando de inmigrantes se trata.

El racismo y la discriminación son asuntos que, desde el punto de vista económico, son excesivamente costosos, por lo que son impracticables a menos que un grupo de fuerza –casi siempre un sindicato– lo imponga a la cañona, aún cuando pierda fuertes sumas de dinero. Al parecer, este ha sido el origen histórico de la segregación en los Estados Unidos y Africa del Sur. Y no se exagera cuando se afirma que eso ocurrió también en Malasia e Indonesia contra los chinos… Mire, Maginito querido,  ¿por qué diablos no se habrá preguntado el inefable Doudou cómo es que los obreros de la construcción, en el país, en general, son haitianos? ¿O negros? Creo, asimismo, que a nuestra gente se le pasó preguntar al «misionero» Diene de qué forma se discrimina al haitiano que es empleado en la industria de la construcción si ese empleado haitiano termina desplazando –por la razón que fuere– a un trabajador dominicano… La discriminación racial  –eso deben saberlo Diene y su combo– se puede reflejar con la ausencia de una raza específica en las oportunidades en un país. En la República Dominicana, además de disponer de un número de haitianos empleados, que a veces se hace difícil contar, tenemos movilidad social de los mismos, algo que hace falta en Haití y en el Senegal de Diene. ¿Y por qué no mencionar que un descendiente de haitiano fue candidato a la Presidencia de la República y que su triunfo fue evitado por malas mañas empleadas por el poder ¿Quién se atreve a negar que ese descendiente de haitianos ha sido el mayor líder dominicano de masas en la historia nacional?… No pase por alto,  viejo Magino, que no son dos ni tres los miles de haitianos que pasan de trabajadores agrícolas a obreros de la construcción. Ya es notoria, asimismo, la presencia haitiana en universidades dominicanas cursando estudios de medicina y de ingeniería. No es extraño que Diene con su modo tan particular de enjuiciar el racismo, disponga de criterios muy especiales en cuanto a la libertad de prensa se refiere. Al referirse a esa libertad en Dinamarca, Diene ve en la publicación de caricaturas religiosas una reacción social como deterioro de la calidad de vida de los musulmanes en Dinamarca. El periódico danés «Jylland-Posten» presentó caricaturas del profeta Mahoma y para Diene esa no fue la publicación libre de un diario independiente sino «una reacción social»… La irreverencia  del periódico, que publicara caricaturas de Mahoma con una bomba en un turbante, no puede ser bendecida por nadie que se respete a si mismo. Pero el tratar esto como un ataque social a los musulmanes que viven en Dinamarca es simplemente ridículo y muestra que, para Diene, la prensa libre no existe y toda la prensa tiene un carácter de «sociedad». Diene pudo haber dicho que la mayor parte de los musulmanes, con excepción de los que viven en países como Dinamarca, no pueden leer más que la prensa oficial o socializada. Pero decidió atacar a la prensa libre. ¿Por qué Diene no osó decir que los países musulmanes que se dicen atados por la libertad de prensa, la libertad de cultos se suprime? ¿Por qué callar que las mujeres son ciudadanos de segunda categoría? Este «misionero» Diene, es un tanto rarito, mi querido Magino. Fustiga al gobierno de Dinamarca por respetar las libertades públicas, pero silencia la matanza de cristianos por musulmanes, en Darfur. Y ese es el carajete que nos enjuicia sin el menor rubor. Pero bueno que le pase al gobierno dominicano, por estar de chulo invitando a gente que se sabe, de antemano, a lo que viene.

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