Coctelera

Coctelera

«¿Se acuerdan  los lectores que Wilfrido Vargas cantó, hace más años que el carajo, una cosuanita con dos versitos al comenzar que decían «pobre perro viralata/retrato del pueblo mismo». Farmacia Mella…

«El presidente  Bush invocó la fe para curar su alcoholismo. Ojalá haga otra invocación similar para que deje a Irak tranquilo». La mismita Farmacia…

Haití nos afecta,  mi querido Magino, no solo por la migración que amamantamos por vagos e indolentes, sino también por la deforestación existente en su territorio. Esa deforestación haitiana no gravita sobre nuestro suelo únicamente por las presiones políticas y humanas, sino también porque los microclimas de la isla están vinculados.

 Esa es la autorizada opinión del doctor Enrique Provencio, consultor del programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente. Mire, Magino, Haití tiene una cobertura boscosa de un alarmante dos por ciento. La República Dominicana, en cambio, cuenta con un 33 por ciento de bosques. Ese es un porcentaje que cuando menos se debe mantener, pero para eso se necesita voluntad política que no permita, bajo circunstancia alguna, la tala de árboles y que se convierta en un permanente vigilantes de los parques nacionales. Romperle la parpatana a los depredadores es algo que la ciudadanía aplaudiría…

Y ya que  hablamos de Haití, viejo Magino, hay que referirse a un reportaje escrito por el periodista Jonathan M. Katz, de The Associated Press, que publicó HOY en su edición de ayer. La simple lectura de ese trabajo provoca pena e irritación al mismo tiempo. Katz señala que los haitianos más pobres no pueden comprar siquiera un plato de arroz al día y apelan a medidas desesperadas para «engañar» el hambre. Y es increíble conocer que esos haitianos se «alimentan» con galletas confeccionadas con lodo. Charlene Dumas, entrevistada por Katz, afirma que come esas galletas y que le agrada el gusto de las mismas aunque le producen dolores de estómago. Más triste es, todavía, que esa infeliz haitiana tiene un niño de tres meses, que sufre cólicos cuando la madre lo amamanta. No es posible, Magino, que los grandes «amigos» de Haití vean con indiferencia la trágica situación que vive esa desdichada nación y pretendan que República Dominicana, país cargado de problemas, se eche sobre sus espaldas el drama haitiano. Se puede asegurar que, proporcionalmente, este pequeño terruño nuestro presta mayor concurso a Haití que los tres grandes «amigos» de la nación vecina, tolerando una migración ilegal de centenares de miles de hombres y mujeres que huyen de la miseria en su país. ¿Hasta cuándo, don Magino, persistirán tantas injusticias?

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