Coctelera

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¡Buen día, Magino! ¡No se puede quejar! Tiene por delante un día para pendejear, por cortesía de la `corredera` para evitar que se interrumpa la producción. Aquí, caro viejo, la única producción que en realidad se interrumpe es la de la vagancia, y eso cuando se trabaja un chin. No se apure, pues eso lo resuelve el turismo junto con las remesas y las zonas francas. La economía de servicios es la salvación aunque los servicios de la economía estén requetejodidos…

Mucho nos alegra y nos satisface el hecho de que Salud Pública diga que la malaria «está bajo control». En primer término, regocija saber que algo está bajo control en esta isla, pues en la otra media ya no controlan nadita, absolutamente nadita. Estados Unidos, caro viejo, ejerce su derecho cuando advierte a sus ciudadanos que nuestro país es zona de malaria y que se visita bajo riesgo del interesado. Eso no quiere decir, encanto turístico, que los gringuitos dejen de exagerar un tantito. Por aquí, viejo vagabundón, la malaria es endémica desde hace tiempo, pese a que esa vaina fue erradicada, por completo, durante el gobierno de Trujillo, precisamente con el concurso norteamericano, en el denominado Punto Cuarto. Se comprende, sin duda, la preocupación de las autoridades locales para demostrar que nananina de malaria, pues los rumores y los casitos pueden afectar el flujo turístico y ya sabemos como es esa actividad, no solo de competitiva, sino generadora de suciedad, pues para ganar visitantes, le meten un cuchillo a cualquiera y no precisamente de frente…

Bueno, mi querido viejo, el presidente Hugo Chávez ha comenzado a jugar con duro en el agro, es decir, se abre un nuevo frente con el capitalismo salvaje y con el agresor. Autoridades venezolanas, junto a unos doscientos soldados, entraron a la finca El Charcote, de capital británico, mientras el chavismo se proclama reformador agrario en una forma ni siquiera usada por Chonchol en los mejores días de Salvador Allende en Chile. El gobierno venezolano afirma que nada quita a los británicos en El Charcote, pero que éstos tiene que probar que las tierras que trabajan son de su exclusiva propiedad. Los representantes de la pérfida Albión, en cambio, sostienen que disponen de los títulos de propiedad sobre los predios desde 1830. Mientras tanto, Maginito, los campesinos venezolanos que le tienen el ojo echado a El Charcote aseguran que las tierras son del Estado, más o menos lo mismito que se dice por estos lares cuando se quiere invadir propiedad rural. Veremos en que para todo esto, pero de algo se puede estar bien segurito: la justicia social es necesaria, imprescindible, pero que los chavistas no crean que en esta etapa de globalización podrán insertarse en el campo productivo en todos los órdenes en base a una reforma agraria en la cual el minifundio sustituya al latifundio. Ambos son nocivos. No se olvide que por aquí un proyecto agrario que en el papel no lucía tan malito, se convirtió en un infierno rural, sobre todo por el robo de tierras, robo que no estuvo a cargo de campesinos desheredados de la fortuna, infelices padres de familia, sino por júreles apoyados hasta en los fusiles profanados con un juramento incumplido un 30 de marzo en el decenio del 70 del pasado siglo…

Todavía se habla del anuncio «energético» de que se dará el servicio a quienes lo pagan y que los barrios en que residan los mala pagas serán sancionados. Mire, Maginito, ¿cuándo se dará cuenta de este gran disparate? Tengamos el caso de Juanito Rompepuerta, quien vive en el barrio de Cogelotodo. Juanito paga, religiosamente, como buen pendejo al fin, el servicio que se le presta y no es culpable de que el resto de sus vecinos no se canteen con Jode Norte, Jode Sur o Jode Este. ¿Es justo que a Juanito le metan apagón tras apagón? Respóndame, buen carajete no le tenga miedo a nadie en particular, que en el sector eléctrico no comen gente…

¡Que contento está Euclides Gutiérrez! En pocos meses, y bajo la dirección del morenito que dirige la Superintendencia de Seguros, reconstruyeron el club de la entidad. Vale recordar que cuando Euclides, volvió al cargo, denunció que el club había sido destruido en la pasada administración pública, y hasta los orinales desaparecieron de allí. El club había sido pasado a la Secretaría de Educación dizque para el disfrute de la tristemente célebre ADP. Para Euclides, congratulaciones de veras por su trabajito para reconstruir el club y ahora que se haga de cuenta, que cada tres meses, es necesario una pequeña inversión que bien puede costear la Superintendencia si le sobra alguna boronita: apadrinar o amadrinar una escuelita de esas que se caen a pedazos en cualquier lugar del país. Total, es con dinero del Estado que se opera por los laditos de la Superintendencia. Por cierto, Angela escribió ayer que Euclides, a como de caballo, recorrió terrenos del club. Sin duda que recordaba algo que dijo su especie de Babe Ruth: «…y seguiré a caballo».

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