Coctelera

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Debo comenzar este dialoguito de hoy, mi querido Magino, con una nota triste: el fallecimiento, ocurrido en Miami, de un gran amigo y mejor dominicano, el señor José Rolando Martínez Bonilla. José Rolando fue un hombre de bien, un consagrado amante de la libertad. Miembro de una prominente familia dominicana, que se opuso rabiosamente al régimen de Trujillo, José Rolando se marchó al exilio y no vaciló para enrolarse en la expedición de 1949. Formó parte del grupo que desembarcó, el 19 de junio de 1949, por Luperón. Fue apresado y junto a cuatro compañeros de gesta, procesado y condenado a treinta años de trabajos públicos. Trujillo indultó al grupo y sus miembros volvieron al exilio. José Rolando retornó después de caída la dictadura. Nunca hablaba de su participación en Luperón ni de su lucha a favor de las libertades públicas. A diferencia de otros, jamás fue pensionado ni mucho memos gestionó eso. Trabajó para sostenerse. Pese a encabezar un ministerio por breve tiempo, no se aprovechó de la posición, Fue austero a más no poder. Hace años hizo mutis aquí y se marchó a Miami, donde vivía junto a sus hijas. El pasado día de año nuevo fue víctima de un  ataque cardíaco y dos días después rindió su alma al Creador, a los 89 años de edad. ¡Que en paz descanse el alma de José Rolando, un gran amigo y compañero de muchas jornadas en El Caribe…

Tres senadores, mi querido Maginito, quieren que el presidente Leonel Fernández auspicie una reforma constitucional. Entre las reformas propuestas por los legisladores perredeístas se encuentra una de lo más qué sé yo: que se prolongue el mandato de los actuales legisladores, que vence el 16 de agosto del 2006, para que el mismo concluya en el 2008 o celebrar comicios en el 2006 y autorizar para los períodos legislativo y municipal una duración de seis años, unificados los comicios a contar del 16 de mayo del 2012. ¡Qué mucho se le mueve la recta a esos legisladores perredeístas!…

Mire, Maginito, ¿no sería más sano para la nación, en caso de unificar las elecciones, que el período legislativo y municipal que debe cubrir del 16 de agosto del 2006 concluya el 16 de agosto del 2008, es decir, acortarlo en dos años en vez de buscar una prolongación? Los legisladores proponentes recurren al argumento de que la celebración de elecciones cada dos años genera serios problemas económicos. Se respeta el juicio pero no se comparte. Peor es que en enero, en un solo mes, hay diez días festivos en que la vagancia, incluyendo la legislativa, es fomentada en gran escala y que se requetefuña la llamada producción económica…

Separar las elecciones presidenciales de las municipales y congresionales es un paso de avance. Si se quiere, que se efectúen el mismo año. Por ejemplo, podemos comenzar en el 2008 con la unificación en el mismo mes. Para eso, lo más sano es que los legisladores y funcionarios municipales que se escojan por voto directo el 16 de mayo del 2006, guarden los tenis el 16 de agosto del 2008. Y todo arreglado…

Por otra parte, los legisladores proponentes son unos sabichosos. Nada hablan de la reelección, consagrada en una malhadada reforma auspiciada por el perredeísmo entonces gobernante. Felizmente el pueblo dominicano envió a casa del carajo los deseos reeleccionistas, pero la lacra esa quedó en la Carta Magna que nos rige. El PRD, se habla ahora, trataría de incluir una proscripción a la reelección presidencial en sus estatutos. Sabido es que nada impide la reelección y que el presidente Leonel Fernández no es anti-reeleccionista. Los estatutos del PLD, hoy partido oficial, prohíben la reelección presidencial, pero todos sabemos, de sobra, como se modifican los estatutos en este país…

Lo ideal sería, Maginito, que en cualquier reforma constitucional se proscriba la reelección presidencial, un logro obtenido cuando la Carta Magna se reformó al vapor para solucionar una gran crisis política nacional. Usted vio claramente, mi querido viejo, durante todo el proceso electoral pasado y desde muchos meses antes de iniciarse el mismo, el camino que traza el jodido reeleccionismo presidencial. El presidente Mejía, el jefe de Estado que más ha condenado públicamente la reelección, trató de quedarse con la mandarria y cuanto logró fue una derrota aplastante en un país virtualmente paralizado por los esfuerzos que hacían sus canchanchanes para imponer su voluntad. ¿Quiere el país que eso se repita? Estamos segurísimos que no.

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