Coctelera

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Mi querido Magino, ¿hasta cuándo van a fuñir la pista con eso de establecer, ´oficialmente´ si los restos del descubridor de América son los que se encuentran depositados en el costoso faro que hizo construir el hispanismo del Doctor o los que están bien resgurdados en Sevilla? Hemos propuesto, en múltiples ocasiones, que se donen los restos que están en territorio dominicano a los ansiosos españoles y se «unifiquen», esos restos, con los que se encuentran en la catedral ibera. A fin de cuentas, eso, para nosotros, es más beneficioso que «unificar» la isla, algo que no disgusta tanto a la Madre Patria…

Eso sí, Maginito, no queremos poner en dudas que los huesos que están contenidos en una urna, en el Faro, pertenezcan al descubridor, como tampoco ponemos en duda que el hecho del descubrimiento cambiará la historia de la humanidad. Por eso, entendemos como muy lógica y razonable la posición de las autoridades quisqueyanas: que los españoles que desean venir a examinar los restos se vayan a casa de yuca. Mejor sería que vinieran expertos a indagar por qué se le aguantaron tantas vainas a Unión Fejosa y por qué se premió a esa dichosa empresa del querido país en que reina don Juan Carlos…

Para saber, con certeza absoluta, que los restos que están por aquí pertenecen al navegante genovés no se necesitan pruebas de ADN ni de carbono 14 ni de otras pendejaditas. Basta sólo con dar un vistazo a cierta parte de la historia. ¿Acaso no hemos tenido la visita destructora de San Zenón, Flora, Hazel, David, Federico, Jeanne, entre otros fenómenos de la naturaleza, fenómenos que no se atrevieron a azotar las naos aquellas que, en 1492, sin radar ni otras pendejadas se atrevieron a cruzar el Atlántico? ¿Y qué me dice usted, querido Magino, de los sismos que destruyeron Moca y La Vega? ¿Y de los que le han dado pelas de chucho a Santo Domingo, Santiago y Puerto Plata? ¿Y qué le parecieron los tsunamis de 1946, cuando le asestaron el golpe pló-pló a Matanzas y a Matancitas? ¿No se acuerda usted, acaso, de que ese 4 de agosto de 1946 todo lo malito ocurrió poco después de abrir la urna contentiva de los restos, lo que permitió que se liberara gran cantidad de radioactividad, quizás sólo superada por las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y las de hidrógeno probadas en el atolón de Bikini?…

Mire, Maginito, ¿quiere más pruebas? Pues coja y deje. ¿No se le parece en algo eso de traer haitianitos para cortar caña, recolectar café y cacao y otras pendejuanitas, a cambio de bajos salarios, no se le parece eso, repito, a los canjes de oro por espejitos que hacían los descubridores? Y su mamacita si cree que considero oro a los infelices haitianos que revientan en los bateyes. ¿Alguien le dijo a usted, en alguna ocasión, que en una de las visitas del buque escuela español Juan Sebastián Elcano a Santo Domingo, se desprendió un palo y ese palo cayó encima de un pariente del descubridor, enviándolo a acompañar, para siempre, precisamente al descubridor?…

¿Y qué cree usted que son algunos combos y pequeños conjuntos que aparecen por la televisión a cada rato? ¿No se imagina usted, acaso, que esos grupos pueden ser instrumentos de torturas peores que los empleados por los conquistadores en los alrededores de la Navidad y en su traslado a lo que hoy es la capital? ¿Se ha puesto usted a pensar que los hermanos Pinzón, sin que el almirante lo supiera, trajeron pequeñas cantidades de vino Sansón, convirtiéndose, así, en los primeros contrabandistas del Nuevo Mundo? En ese renglón, querido Magino, la historia ha demostrado que los que vinieron después se llevan las palmas de oro y que si filmaran películas de sus hazañas, para exhibirlas en Cannes, !pobre de Almodóvar a la hora de buscar premios!…

Tenemos, Maginito, tres padres de la patria en vez de uno, y hay ñames que se atreven a identificar figuras femeninas como «madres» de esa misma patria. ¿Qué cree usted, viejo bandidazo, de eso de aguantar, a lo largo de la historia, los gobiernos de Santana, Báez, Heureaux, Trujillo, Balaguer y un sin fin de regímenes sietemesinos? ¿Cree usted que los de Cáceres, Vásquez, el Consejo de Estado, el Triunvirato y el de Hipólito han sido pastillitas de clorato? Mire, Magino, si después de todas estas cosas usted cree necesario que se trate de demostrar que los restos que se encuentran aquí son los del señor ese, ni modo, usted está jodón del tutú. No discuta la autenticidad de los restos. Regálelos si usted quiere aliviarse. Cuando menos haga la prueba.

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