Coctelera

Coctelera

Entonces tenemos,  mi querido Magino, que ya voló la mitad del 2007. Prepárese, que la otra mitad también se va, aunque los panaderos declaren que no harán teleras en diciembre… Mire, viejo conspirador, la inefable Agencia Central de Inteligencia (CIA), de los Estados Unidos, continúa soltando papeles de sus «joyas de familia» y algunos de esos papeles, como es muy lógico pensarlo, tocan a los dominicanos.

Por ejemplo, la CIA indica que el hijo menor del  dictador Rafael L. Trujillo, Leonidas Radhamés Trujillo Martínez, ofreció ayuda financiera al dictador haitiano Francois Duvalier, en 1966, para derrocar el recién estrenado gobierno del doctor Joaquín Balaguer. El disgusto de Trujillo Martínez con el antiguo íntimo colaborador de su padre, entiende el Coctelero, se debía a que éste no le permitía la entrada al país…  Desde luego,  Maginito querido, la actitud de Radhamés contrastaba con la de su hermano mayor, Ramfis, de quien se afirmó que había enviado una fuerte suma de dinero a Balaguer, para su campaña electoral, dinero que trajo al país el hoy coronel Kalil Haché. Pero el hábil mandatario tampoco revocó el impedimento de entrada que pesaba sobre Ramfis, con quien mantuvo diplomáticas relaciones. Es más, se cuenta que en una ocasión, Ramfis viajó a la Argentina, al juramento del general Juan Domingo Perón y el entonces canciller Fernando Amiama Tió elevó una nota de protesta ante el embajador sudamericano en Santo Domingo por la presencia del hijo de Trujillo en Buenos Aires. Aún cuando la protesta no tenía asidero, Argentina comunicó al canciller dominicano que tan pronto el visado de Ramfis expirara, el beneficiario saldría pues dicho visado no sería renovado. Amiama Tió no se conformó con esa actuación y dispuso la cancelación del pasaporte dominicano con el cual viajaba Ramfis. Balaguer, entonces, le llamó a Palacio y le dijo que cuando se enteró de la protesta al gobierno argentino no quiso intervenir, pero que no podía permitir que se le cancelara su pasaporte al hijo de Trujillo. «A mi no me luce», fueron las palabras de Balaguer, según me contó, reiteradamente, el amigo Marullo Amiama…Duvalier, según el informe de la CIA, rechazó la propuesta de Radhamés Trujillo, pues no quería enturbiar sus excelentes relaciones con Balaguer. Radhamés Trujillo terminó sus días a manos del Cártel de Cali, después de involucrarse en negocios de embarques de drogas cuando residía en Panamá. Se afirma que había dilapidado la fortuna heredada de su padre…  Mire, Magino,  lo que irrita, aún muchos años después, no es el hecho de que se informe que Radhamés Trujillo quería el derrocamiento de Balaguer. Lo que vuelve a irritar es que una agencia extranjera de cuenta, en sus papeles, que el presidente dominicano, en cierta forma impuesto por los amos de la CIA, pidiera a Duvalier que autorizara la entrada a territorio dominicano de 45,000 picadores de caña y garantizara al tirano haitiano un depósito de veinte dólares en su cuenta personal por cada bracero enviado. Es decir, sin rubor alguno, Balaguer permitía que 900,000 dólares pagados por los contribuyentes dominicanos fueran a parar a manos de quien esclavizaba Haití. Lo peor del caso es que eso ocurría en unos días en que el país aún se encontraba ocupado por tropas extranjeras y en medio de una tremenda crisis económica. De todos modos, más que crisis económica, ofrecer y dar dinero por el alquiler de braceros a un gobernante extranjero reflejaba no solo falta de escrúpulos sino ejercer el mando en medio de una crisis moral…  Independientemente  de esos 900,000 dólares depositados en una cuenta personal de Duvalier, tenían que ser muchos los dineros que circulaban entre políticos y militares de ambos países cuando los haitianos cruzaban la frontera. Basta recordar que el diputado André Simón era visita frecuente al país, donde contactaba a militares muy cercanos a Balaguer. Felizmente esa época ha sido superada pero está muy claramente establecido que pasos como ese alimentaron denuncias contra el país, denuncias que el gobierno balaguerista negaba aún cuando sabía que mentía descaradamente. Hoy las cosas han cambiado, radicalmente, pues cuando menos no existe ese tráfico humano auspiciado de gobierno a gobierno y el trato a los braceros contratados es bien distinto. Aún así, Maginito querido, usted sabe cuanto pasa en ese campo, con un par de sacerdotes agitadores tomando medias verdades y mezclándolas con mentiras vulgares para tratar de dañar hasta la economía de esta nación.

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