Coctelera

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Buenos días,  amigo Magino. Supongo que usted recuerda que le advertí que prácticamente nada nuevo traería la «desclasificación» de papeles de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en relación a la muerte del dictador Rafael L. Trujillo. Usted habrá comprobado, por lo publicado ahora en estas «joyas de familia», que le decía la pura verdad.

Se ha comprobado lo que todos sabíamos desde hace muchísimos años: que la CIA estaba muy enterada de la existencia de planes para romper el silibín al gobernante, que había facilitado algunas armas que se encontraban depositadas en su embajada local, que tenía contactos, dentro y fuera del país, con los «disidentes» y que el gobierno norteamericano de John F. Kennedy dio máquina hacia atrás, pidiendo que no se matara a Trujillo después del fracaso de Playa Girón, cuando Fidel Castro dio cuenta de los invasores respaldados por Estados Unidos. Nada nuevo, pues, que no hubieran presentado con documentos, entre otros, los investigadores Bernardo Vega y Víctor Grimaldi….. Ahora, Maginito,  papeles de la CIA afirman que el hijo mayor de Trujillo, Ramfis, el 2 de abril de 1960, expresaba que su padre no comprendía la situación del país, que debía «relajar» sus controles dictatoriales. Pero mientras eso decía, él y su hermana Angelita, según la CIA, extraían 46 millones de pesos de cuentas en el Banco de Reservas, en lo que la agencia gringa estima como avanzada hacia el exilio…. El informe  de la CIA también habla de supuestas presiones que tenía que hacer el gobierno estadounidense sobre su padre para que cambiara su forma de gobernarnos, en caso contrario, retirarle su concurso. Resulta cuesta arriba creer que la estación local de la CIA estuviera desconectada de la realidad de 1960, para describir un Ramfis desconocido. En primer término, ¿cómo es posible que la CIA, dando a entender que Ramfis aspiraba una especie de «liberalización» en 1960, cuando meses atrás había dirigido, personalmente, la orgía de sangre que se ofreció al país con el tratamiento salvaje otorgado a los presos capturados en Constanza, Maimón y Estero Hondo? Los dominicanos y extranjeros capturados en esas gestas, con algunas excepciones, incluyendo la de los cubanos Delio Gómez Ochoa y Pablo Mirabal, terminaban en San Isidro, el coto favorito de Ramfis, donde eran fusilados por obligados cadetes después de ser sometidos a las más crueles torturas. Choca también con la realidad de esos días, el odio que Ramfis no escondía por los norteamericanos, desde que le impidieron examinarse en Fort Leavenworth por la vida libertina que llevaba, algo reñido con un estudiante de Estado Mayor. Pero bueno, así son las «joyas de la familia»…. Leo, también,  en uniforme «desclasificado» de la CIA, algo relacionado con la tentativa de asesinato del general Antonio Imbert Barreras en una calle de Santo Domingo, el 21 de marzo de 1967. El informe de la CIA es del 30 de ese mes, es decir, nueve días después del hecho y se afirma que ese atentado «continúa causando problemas al presidente Joaquín Balaguer», quien se vio «obligado» a cambiar al jefe de la Policía por los «errores injustificables» de ese cuerpo en la búsqueda de culpables. Es muy cierto que el atentado preocupó a Balaguer, quien al mediodía de la fecha en que ocurrió el asunto, envió a su vicepresidente, Francisco Augusto Lora, a expresar su solidaridad a Imbert, recluido en la Clínica Internacional. La reacción de Imbert tranquilizó al presidente, quien comenzó a maniobrar en algo que él sabía que no era fácil resolver. Se las compuso y designó a Luis Amiama Tió secretario de Interior, para que dirigiera la investigación, dada su amistad con Imbert, compañero en el complot para dar muerte a Trujillo. Amiama Tió exigió el relevo del jefe policial Luis Ney Tejeda Alvarez, ligado por nexos de amistad a familiares de Trujillo y en su lugar se designó a un controversial coronel policial, Ramón Soto Echavarría, cuyo hermano Julio era coronel del Ejército Nacional, un oficial considerado de recto ejercicio profesional, quien terminó su carrera como mayor general, y quien era vigilado, en vida de Trujillo, por el hecho de que su compañera pertenecía a la martirizada familia Perozo…. ¿Hasta dónde,  realmente, llegó la investigación para establecer quién o quiénes trataron de asesinar al general Imbert Barrera? Nunca, públicamente, se dieron informes sobre el particular. Se registraron breves arrestos de personas vinculadas por la amistad a la familia Trujillo. Amiama Tió, cuando lo estimó necesario, renunció al cargo. Es cierto de que se habló, extraoficialmente, de que los tiros contra Imbert fueron disparados por pistoleros cubanos contratados para esos fines y que huyeron del país. Pero con el paso del tiempo, por lo bajo, en sectores vinculados a cuestiones palaciegas, se comentaba que el atentado había sido financiado por Ramfis Trujillo desde París y Madrid y que quienes abrieron fuego contra el sobreviviente del 30 de mayo, con la excepción de un oficial nunca identificado por su nombre, habían desaparecido del panorama nacional. Y para concluir, ríase si quiere, la CIA afirma que, en 1965, el general Imbert fue escogido para presidir el gobierno de Reconstrucción Nacional «por las Fuerzas Interamericanas de Paz». ¿Le habrían cambiado el nombre, en esos días, al gobierno de Estados Unidos aposentado en el Salón Oval que ocupaba Lyndon Baines Johnson?

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