Mi querido Maginito, estoy más perdido que el hijo del piloto aquel que se atrevió, solito con las estrellas, a cruzar el Atlántico. Leo en El Nacional unas declaraciones atribuidas al influyente secretario de la Presidencia, licenciado Danilo Medina, quien asegura que si se dan a conocer las auditorías practicada a distintas dependencias gubernamentales «se estremecería el país».
Se sobrentiende, desde luego, que se trata de experticios al período de gobierno perredeísta de Hipólito Mejía. Se expresa en la información del vespertino, que Medina manifestó que si el expresidente Mejía insiste en que se den a conocer las auditorías «las autoridades tendrán que asumir sus responsabilidades». Las comillas pertenecen a la información citada no a pronunciamientos textuales de Medina…
Pues bien, mi querido Magino tengo entendido que obligación del gobierno es la de asumir sus responsabilidades aún cuando el país se estremezca. Poco o nada importa que Mejía hable mucho o se quede calladito. Las actuales autoridades fueron electas, precisamente, para que enderezaran entuertos, para que corrigieran fallas, para que con ocultaran anomalías. Si no hubiera sido para que asumieran responsabilidades, ni modo, hubieran dejado a las anteriores…
No es posible, viejo verde, que se continúe con la nociva práctica de denunciar que María estaba lavando y se le acabó el jabón. Y por pura costumbre callar la marca del jabón que se gastó. ¿Por qué silenciar las auditorías? ¿Es qué acaso no tiene derecho el contribuyente a conocer como se gastaron o gastan los recursos que se le sacan reventándole las costillas hasta para respirar? ¿Qué culpa tiene ese contribuyente de que puedan existir funcionarios tan brutos y cretinos que dejen huellas tan fáciles de seguir para poner al descubierto las ´indelicadezas´? Ya está buenito de silencios y de acusaciones por acusar. Por ejemplo, si es rigurosamente cierto que existen más de veinte magistrados que se niegan a firmar allanamientos a oficinas o residencias de antiguos funcionarios, ¿por qué silenciar los nombres de esos magistrados? ¿No sería más justo que los magistrados acusados dijeran por cuales motivos se niegan a autorizar allanamientos? La voz oficial no es la voz de Dios…
Maginito, el artículo 23 de la Constitución fija las atribuciones del Senado. Ese artículo, en su párrafo tres, dice textualmente: «Aprobar o no los nombramientos de funcionarios diplomáticos que expida el Poder Ejecutivo». Así de sencillito. Por tanto, se cae de la mata esa vainita de que el Senado ha dado por «cerrado» el caso de la designación del licenciado Miguel Angel Velázquez Mainardi como embajador en Chile. El grupo mayoritario perredeísta que controla el Senado, cuanto ha hecho es impedir que el nombramiento de Velázquez Mainardi sea conocido. Designarlo es una atribución exclusiva del Poder Ejecutivo. Del Senado es aprobar esa designación o rechazarla, nunca engavetarla sin conocerla, en un acto claro de pura venganza política, en un acto violatorio de la propia Carta Magna. Cuanto pasa es que el bloque que controla el Senado sabe, de sobra, que si conoce el nombramiento en el hemiciclo, tendrá que aprobarlo o rechazarlo, pero no podrá evitar motivarlo. ¿Y cómo carajo lo motivaría? ¿Alegando que Velazquito es adversario del PRD y de los senadores de ese partido? ¿Señalando que el inquieto periodista y político insultó al Senado y a los senadores? ¿Y por qué no lo sometieron a la acción judicial? No sea pendejo, Magino, quieren dar por cerrado el caso por una sencilla razón: para qué todo el país deje de darse cuenta de lo que se nota por todas partes, que se trata de un simple acto de venganza política de que gente que ve persecución por todas partes pero que, al parecer, disfruta con perseguir…
Sería interesante conocer la lista de los 12,000 productos que han bajado de precio, según dijo el cordial economista Miguel Sang Beng. Cuando menos ya se sabe que los aguacates que se venden «en los semáforos» no están en esa lista, pues, por el contrario, esos aguacates acaban de subir de veinte cocos a veinticinco y a treinta. Y de los guineos, mejor no le hablo. El señor Sang Beng haría un buen servicio público si revela los nombres de los 12,000 productos que han bajado de precios, pues cabe suponer que las rebajas no son clandestinas. No, por nada…
Los periodistas norteamericanos acaban de organizar «la semana de la luz». ¿No podemos, por aquí, ya que somos tan imitones, organizar «la semana de los apagones»?