Coctelera…

Coctelera…

El presidente Leonel Fernández Reyna pronunció ayer un excelente discurso de juramentación, en el cual tocó las áreas más sensibles de la vida dominicana, describió con ribetes trágicos la situación económica pero al mismo tiempo mostró una gran carga de optimismo, confiado en la capacidad de sus compatriotas para desfacer entuertos. Fernández, en presencia del presidente saliente, Hipólito Mejía, maniobró con habilidad diplomática cuando dijo que no acudía ante la Asamblea Nacional «con la intención  aviesa de levantar el índice acusador contra nadie».

Pero acto seguido, dejando tranquilo ese «índice acusador», elevó los otros dedos de la mano para «tirar con fuerza», como reza la expresión que usa un popular cronista deportivo…

El nuevo mandatario no se anduvo con muchos rodeos para citar los males económicos que nos agobian, incluyendo los generados por la crisis financiera del pasado año. Y si alguien tuvo dudas, no vaciló en decir que su gobierno se encuentra en rojo del Fondo General de la Nación y el fondo especial para la regalía navideña del sector público. Al Coctelero, mi querido Maginito, le llamó mucho la atención el hecho de que mientras Fernández Reyna lanzaba esas pedradas, el ex secretario de Finanzas, Rafael Calderón, sonreía ligeramente…

No hay duda alguna de que las cifras que presentó el presidente Fernández Reyna sobre la deuda externa preocupan a cualquiera, pues un compromiso de más de siete mil millones de dólares no es una pendejadita…

Fue entonces, cuando el mandatario se refirió al establecimiento inmediato de una austeridad en todos los órdenes, algo que debería ser apoyado hasta por el más recalcitrante adversario que pudiera tener el hoy flamante ejecutivo. El gobierno, en adición a las restricciones anunciadas por Fernández Reyna, tiene que buscar donde ahorrar aun más, aunque sean centavos. Esta es una situación económica tan difícil o más difícil que la encontrada por el doctor Joaquín Balaguer el 1ro. de julio de 1966. Vale recordar que la austeridad impuesta por el enigmático gobernante pagó pingües dividendos y en su primer mes de gobierno pudo cubrir los salarios de la administración pública, ante la sorpresa del régimen de Estados Unidos, que venía haciéndolo desde que estalló el movimiento revolucionario del 24 de abril del 1965…

El presidente Fernández Reyna fue categórico cuando condenó la corrupción administrativa y habló de las medidas a tomar para frenar el asalto de que son objeto los recursos públicos. Al Coctelero le complace mucho el hecho de haber coincidido con el mandatario: nada de retaliaciones, nada de revanchismos políticos, pero tampoco nada de impunidad, nada de borrón ni cuenta nueva. Que la justicia sea la única encargada de medir, de juzgar, a quienes no puedan rendir cuentas de lo que a ellos se confió en el pasado, como a quienes tampoco puedan hacerlo de cuanto se les confía en el presente. Ya está bueno, Maginito, de perdonar vagabunderías y de llamar «hábiles», «traviesos» y otros apelativos generosos a quienes son puro salteadores…

El doctor Fernández Reyna dedicó buena parte de su discurso a la crisis energética. Cualquiera se mortifica cuando se entera, como dijo el mandatario, que la mitad de la energía que se produce en el país «se pierde o no se paga». Independientemente de cuantas medida tome el gobierno para enfrentar la crisis, la energía que se produce hay que usarla y pagarla. Es imposible que se disfrute de un servicio y éste no se pague. Que se focalice para los más pequeños consumidores es otra cosa, paro en ese caso, el Estado debe cubrir el subsidio al cual se compromete…

Razones de sobra tiene el presidente Fernández Reyna cuando habla de los problemas institucionales que azotan a la nación. Anote estas expresiones: «La República Dominicana no puede seguir como va. No puede seguir con la inseguridad ciudadana. Con el clientelismo. Con el enriquecimiento ilícito. Con el abuso de poder. En fin, con la falta de seriedad en todo». ¡Verdades de a puño! Pero no es solo el gobierno el que puede enderezar esa situación. Se necesita el concurso de cada dominicano, de cada ser que ame a su país y quiera lo mejor para el mismo. El gobierno tiene que cumplir con sus compromisos, no puede rehuirlos, tiene que restablecer la confianza ciudadana en sus organismos. Y los ciudadanos dedicarse a cumplir con sus deberes…

Creo, Maginito, que debemos conceder capital importancia a unas expresiones usadas por el presidente Fernández Reyna: «Hasta ahora, el pueblo dominicano ha sido paciente. Ha tenido una conducta ciudadana ejemplar. Pero no se debe abusar de él. No desafiemos la capacidad de tolerancia del pueblo dominicano». Eso es muy claro, clarito, don Magino. No se abuse de la paciencia popular, pues llega el momento en que pasa como cuando una represa se rompe: las aguas corren y se llevan cuanto encuentran en su camino, no solo el material putrefacto e inútil.

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